Luchas de la juventud y de la clase trabajadora: una vivienda digna y accesible

Por Vit Reznicek

Existe una relación ni directa entre el bienestar de cada persona y la calidad de su vivienda1. Una vivienda adecuada debe brindar más que cuatro paredes y un techo. La aspiración de la mayoría de las personas jóvenes es independizarse e irse de la casa de sus padres en algún momento, vivir solos, con amigos y/o formar una familia. Sin embargo, ¿Cuántos realmente pueden permitirse adquirir una vivienda decente en las condiciones económicas actuales? Por un lado, la juventud de ahora están más imbuidas de valores e ideas de autonomía, propias de la sociedad (pos)moderna que las generaciones pasadas. Pero al mismo tiempo tienen menos opciones para materializarlas. En general, la juventud pasa por procesos formativos cada vez más largos, enfrenta más dificultades al buscar la fuente primaria de sus ingresos y las políticas públicas del corte capitalista dificultan su acceso a los proyectos inmobiliarios desarrollados en el país. 

En el contexto de la Revolución rusa que en sus inicios luchaba por elevar el nivel de vida en un país atrasado, heredado del Imperio zarista, León Trotsky, uno de los dirigentes del partido bolchevique, enfatiza que:

“La primera tarea, la más profunda y urgente, es la de romper el silencio que rodea a los problemas de la vida cotidiana”2.

Iniciando con la cuestión de la vivienda, también nosotras/os nos proponemos cubrir de la misma forma las demás áreas de la vida en las que la juventud y la clase trabajadora se encuentran fuera de la toma de decisiones sobre cuestiones que les afectan directamente todos los días: salud, transporte público, medio ambiente, educación, seguridad etc.

Un problema apremiante

Sentimos la necesidad de romper el silencio sobre los problemas de la vida cotidiana porque pareciera ser que “no hay problemas en el paraíso”3. Sea ese paraíso imaginario El Salvador o el orden dominante social y económico, el capitalismo, la mayoría de las noticias oficialistas referentes al mercado inmobiliario y la cuestión de viviendas rescatan de forma exageradamente optimista los proyectos urbanísticos que están muy alejados de las necesidades básicas y posibilidades económicas de la población joven y de la clase trabajadora. 

Los proyectos de vivienda desarrollados actualmente serán en muchos casos adquiridos por salvadoreños que viven en el exterior y quienes, aunque declaren su interés en regresar a El Salvador en algún momento futuro, no tienen por ahora ni siquiera la más mínima intención de volver al país y habitar dichos inmuebles nuevos. La inversión extranjera tan promovida y tan alabada por el actual gobierno, representa en el sector inmobiliario una contradicción obvia entre el poder adquisitivo de las personas residentes en EE.UU. (la residencia de la gran parte de la diáspora salvadoreña), Europa u otros países, y el poder adquisitivo de las personas radicadas y trabajando por los salarios ofrecidos en El Salvador4. Esa capacidad adquisitiva mayor de los extranjeros es la fuerza motriz detrás de la construcción de viviendas de “alto valor agregado” (para las constructoras y los compradores adinerados) para unos pocos, mientras los demás, seguimos con nuestros pies atados a la tierra sin poder construir, comprar o rentar ningún tipo de vivienda adecuada sin que eso implique enormes gastos, esfuerzos y sacrificios de parte de la población joven y de la clase trabajadora. 

Desplazados en el Zonte: Roberto Centeno muestra el papel con el diseño original del parque de playa del Zonte. Foto: Carolina Amaya

No es sorprendente entonces el silencio de los medios gubernamentales ante los desalojos y desplazamientos forzados de las personas en la zona de Surf City5, en Mizata6, en la Isla Tasajera7, y en otras comunidades a lo largo y ancho del país que enfrentan desalojos forzosos. Una situación problemática de larga data en nuestro país, analizada detalladamente en el reciente informe de FESPAD titulado Desalojos forzosos en El Salvador: un flagelo multidimensional8. 

Según se ha informado en los últimos meses, “cerca de 96 desarrollos inmobiliarios en altura se construirán entre 2023 y 2026 en El Salvador”9, eso en parte debido a las modificaciones en la Ley de Ordenamiento y Desarrollo Territorial que ya no impone pagos a las constructoras por elevar los niveles de construcción. Mientras se les están otorgando nuevos beneficios a las grandes empresas que están generando ganancias más que sustanciosas para sus dueños y accionistas, sigue siendo la norma que cada vez que pueden, muestran absoluto desinterés en la seguridad de sus trabajadores10.

Así, el sueño de la juventud y de la clase trabajadora de adquirir una casa o un apartamento se nos está alejando cada vez más. Porque en otras noticias nos podemos encontrar una y otra vez con datos que revelan la cara más desalentadora de la crisis de vivienda en El Salvador:

“El 88 % de la oferta de vivienda nueva en el Gran San Salvador se dirige a perfiles de clientes con ingresos mayores a $1,500 mensuales, revela un estudio de la Superintendencia de Competencia”11.

De la misma manera hace un par de semanas se informaba sobre los precios de uno de los proyectos urbanísticos en desarrollo:

“El costo total, que asciende a $211,845, se puede amortizar con cuotas de $1,411 mensuales, efectuadas por un comprador que demuestre ingresos superiores a $3,529 al mes. Esta cifra es 5.6 veces superior al ingreso promedio por hogar salvadoreño, que la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) fija en $629.38”. Para comprarlo por completo, el interesado debería ahorrar su salario por casi 54 años. Si destina la mitad ($182.5) o poco más ($190.44), le tomaría 96 y 92 años, respectivamente”12.

Resulta superfluo cualquier comentario adicional. Los números y la difícil búsqueda de una vivienda hablan por sí solos. Si bien las empresas aseguran que a futuro existen planes de proyectos con precios más accesibles, las constructoras están aprovechando su ambición de ganancia que de momento perciben en el mercado de bienes raíces orientado hacia la clientela de otros países con mayor poder adquisitivo, según lo hemos señalado. En el panorama como éste, las y los jóvenes de ahora están en muchos casos mejor preparados para ciertos retos que la sociedad espera que enfrenten en el mundo laboral precario, pero a su vez se encuentran con incontables dificultades sin precedentes que crean enormes contradicciones entre sus expectativas y las realidades o posibilidades concretas y alcanzables. El descontento de la juventud con un sistema económico insalvable que no sobrevivirá por más reformas y retoques que se le hagan, se manifestará en algún momento en las calles. La clase trabajadora harta de estudiar para ganar el salario mínimo, cansada de pasar largas jornadas en el trabajo que le impide dedicar tiempo a otras actividades significativas, aburrida del exacerbado individualismo, tomará la decisión de derrocar el capitalismo por medio de un proceso revolucionario. Los comunistas estaremos de su lado en medio de su lucha justa.

Debido a la falta de oportunidades de empleo bien remunerado (entre otras medidas hace falta un incremento al salario mínimo13), el encarecimiento de la vida en general (basta con ver el aumento del precio de la canasta básica en la zona rural en un 22% y en la zona urbana en un 25%)14, En vez de acceder a su propia vivienda, gran parte de la juventud permanece viviendo con su núcleo familiar y dependiendo económicamente de otras personas. Según la EHPM 2022, el 39% de los hogares está en condición de hacinamiento15. Ésto tiene repercusiones en la calidad de vida de las personas que habitan estos espacios ya que en el ambiente de hacinamiento es más fácil que se presenten casos de violencia doméstica, abusos o de bajo rendimiento escolar, sin mencionar problemas de salud mental16 que se hacen cada vez más comunes entre la juventud que no encuentra una salida hacia una vida libre y plena dentro de un sistema senil y decadente que lo único que nos ofrece es un sentido de alienación cada vez peor.

Las salidas convencionales que nos proponen los defensores del sistema basado en la explotación de una persona por otra, suelen ser las de superación personal por medio de más estudio (que nos cuesta dinero), de la autoexplotación en nuestros lugares de trabajo (que nos quita nuestro tiempo libre), de la migración hacia otros países (que destroza nuestros vínculos afectivos y organizativos), en fin, soluciones individualistas basadas en la creencia en la autosuficiencia de nuestras propias fuerzas.

Por otro lado, los comunistas proponemos soluciones basadas en la organización de la propia clase trabajadora y de la juventud que tienen todas las capacidades de tomar el poder político y económico para dar solución a los problemas que nos están oprimiendo. Ni la juventud ni la clase trabajadora han perdido su instinto de lucha colectiva. Sin embargo, el ambiente poco propicio para la organización de colectivos sociales, años de pandemia y la desilusión con la política tradicional, han cambiado las formas en las que ésta puede expresarse por medio de activismo virtual, políticas de identidad, ambientalismos, feminismos etc. Destacamos las soluciones políticas y colectivas de clase porque creemos que ellas, sin descuidar las distintas identidades y perfiles que conforman al conjunto de la clase trabajadora, contribuyen de una manera decisiva hacia la posibilidad de enarbolar las luchas que conquisten los derechos de todas las personas de forma definitiva por medio de un cambio revolucionario. Lo señalan Marx y Engels hace 175 años:

“…la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases”17.

Un problema sin resolver

El problema de la vivienda ha ocupado históricamente una cuestión central en el análisis marxista de las condiciones en las que vivía y sigue viviendo la clase trabajadora. Federico Engels en su obra clásica La situación de la clase obrera en Inglaterra apuntaba lo siguiente: 

“Toda gran ciudad tiene uno o varios “barrios malos”, donde se concentra la clase obrera. Desde luego, es frecuente que la pobreza resida en callejuelas recónditas muy cerca de los palacios de los ricos; pero, en general, se le ha asignado un campo aparte donde, escondida de la mirada de las clases más afortunadas, tiene que arreglárselas sola como pueda”18.

Poco ha cambiado en las ciudades de América Latina desde la época de Engels hasta nuestros días: los barrios obreros siguen siendo ejemplos de exclusión social, de marginación y de opresión; los representantes de la clase dominante rápidamente señalan todo indicio de criminalidad y violencia presentes, olvidándose convenientemente de la violencia que ejercen pagando un salario mísero que no es más que “la suma de víveres necesaria para sostener al obrero como tal obrero. Todo lo que el obrero asalariado adquiere con su trabajo es, pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y trabajando”, (K. Marx y F. Engels, Manifiesto Comunista). Lejos de ser la dueña de su vivienda, de su colonia, de su fábrica, de su ciudad y de su país, teniendo el poder político y económico, la clase trabajadora tiene que enfrentar los ataques de la clase dominante que siempre estará buscando las formas de hacernos creer que somos los responsables de todos nuestros problemas y que los servicios básicos en cuanto al acceso a la vivienda, al agua, a la recreación, a la salud, a la educación etc., si es que los tengamos de alguna forma limitada, son lo máximo a lo que podemos aspirar. Por si acaso queremos algo más y mejor, nos tocará entregarnos en cuerpo y alma a la máquina empresarial sumida en la anarquía capitalista de explotación de uno mismo y de las demás personas.

Engels vuelve a hablar de las condiciones de incertidumbre y precariedad del empleo de su época en una descripción que sigue aplicable a nuestros entornos:

“¿Quién le asegura [al trabajador] su empleo? ¿Quién le garantiza que, si mañana es despedido por su patrón por cualquier buena o mala razón, podrá salir bien del apuro, él y su familia, hasta que encuentre otro empleo que le “asegure el pan”? ¿Quién certifica al trabajador que la voluntad de trabajar es suficiente para obtener empleo, que la probidad, el celo, el ahorro y las numerosas virtudes que le recomienda la sabia burguesía son para él realmente el camino de la felicidad? Nadie. Él sabe que hoy tiene una cosa y que no depende de él el tenerla mañana todavía; él sabe que el menor soplo, el menor capricho del patrón, la menor coyuntura económica desfavorable, lo lanzará en el torbellino desencadenado al cual ha escapado temporalmente, y donde es difícil, con frecuencia imposible, el mantenerse en la superficie. Él sabe que si bien puede vivir hoy, no está seguro que pueda hacerlo mañana”19.

El tema de vivienda no aparece directamente en esta cita pero está por lo menos implícito. Si bien hay países que en sus constituciones incluyen artículos que hablan con respecto al derecho a una vivienda digna, la Constitución salvadoreña no reconoce expresamente el derecho a la vivienda digna. Tampoco hay una referencia explícita al concepto de vivienda adecuada20. El declarado “interés social de la construcción de viviendas” y el esfuerzo del Estado para que “el mayor número de familias salvadoreñas lleguen a ser propietarios de su vivienda” se queda demasiado corto ante las realidades e insuficiencias que las y los jóvenes enfrentamos a diario. El gobierno siempre intenta con propósitos propagandísticos destacar su trabajo en beneficio de las personas. No pretendemos menospreciar el hecho de que “el Ministerio de Vivienda, a través del Fondo Social para la Vivienda (FSV), ha escriturado un total de 32,748 créditos, con una inversión de $688.47 millones, entre junio de 2019 hasta noviembre de 2023”21. Pero se surge la pregunta, ¿a cuántas personas jóvenes se ha beneficiado? ¿Pueden cumplir con los requisitos del FSV? ¿Tiene la juventud la capacidad económica para pagar cuotas alrededor de $100? ¿Tiene el respaldo de $6000 para completar el trámite inicial?      

Estamos convencidos de que el Estado burgués y su maquinaria por más democrática que parezca, diseñados para defender siempre la propiedad privada de los medios de producción de los empresarios y para la opresión de la clase trabajadora, no nos garantizará el acceso a la vivienda digna sin un cambio radical de las relaciones sociales existentes. La población joven trabajadora en El Salvador en diferentes ramas de la actividad económica asciende a 1,197,907 personas22. ¿Cuántas de ellas pueden efectivamente gozar de una vivienda propia? ¿De qué forma están tomando decisiones políticas en el tema? Esa cantidad de personas trabajadoras jóvenes, ¿no tendrá la suficiente capacidad de decidir sobre sus propios asuntos, sus propios intereses de clase?  

La propia clase trabajadora ha de buscar sus formas propias de organizarse para la lucha, resistirse a los desalojos que la clase dominante intentan llevar a cabo con el fin de hacerse con las tierras necesarias para sus proyectos, todo eso en estrecha colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente que ha sido altamente generoso con las empresas, regalándoles permisos ambientales sin mayores obstáculos, tema que hemos ido analizando en algunos textos anteriores23. 

Marxistas del BPJ construyendo el partido Comunista Revolucionario en las movilizaciones de masas en San Salvador

Podemos empezar construyendo un partido revolucionario que forme cada vez más amplias capas de cuadros comunistas, hombres y mujeres capaces de proponer otras forma de pensar nuestra economía, las necesidades materiales de todos, superando las dinámicas egoístas de la sociedad capitalista, anteponiendo los intereses de clase a los intereses individualistas. Se necesita una nueva agenda de vivienda para el país que enfatice las contradicciones existentes entre el uso mercantil de la vivienda y las necesidades sociales. No podemos estar confiados en que el Estado burgués realmente tenga un “interés social en la construcción de vivienda”, aunque la Constitución nos quiera decir otra cosa. Identifiquemos los problemas que más nos afectan: alquileres turísticos, construcción de hoteles en vez de viviendas, especulación injustificada con los alquileres y la vivienda vacía son tan solo algunos de ellos. Busquemos juntos soluciones en forma de medidas revolucionarias para la transición hacia una sociedad socialista. En nuestro programa en 2019 proponemos lo siguiente:

La lucha por unas condiciones de vida dignas debe empezar por la lucha de una vivienda digna para todos, como un derecho social. 

Ante esto los jóvenes socialista [comunistas] exigimos: 

  1. Revisión de la Ley de Inquilinato, una renta no debe rebasar el 20 % del salario mínimo.
  2. Plan de dotación de servicios de salubridad a las viviendas sin agua, luz, o condiciones higiénicas, bajo el control de comités urbanos y/o comunitarios en acompañamiento del Estado.
  3. Plan de obras públicas para la creación de viviendas necesarias con el objetivo de acabar con la precariedad y el hacinamiento en las viviendas obreras. 
  4. Expropiación de las viviendas vacías o infrautilizadas, sólo en caso de necesidad comprobada expropiación con indemnización.
  5. Adecuación de la vivienda para discapacitados.
  6. Revisión y control obrero del suelo urbano por comités paritarios de trabajadores de la construcción, para los asentamientos irregulares.
  7. Planes de crédito público, bajo control obrero para vivienda, a trabajadores con 15 días de ingreso a su centro de trabajo, sin discriminación por cuestión de ingreso salarial24.

Sin una vivienda digna, nos es imposible desarrollar nuestras actividades básica de cuidados y sexo-afectivas tan importantes para nuestras vidas. Éstas, dentro del sistema capitalista, se ven cada vez más reducidas ya que la actividad diaria de trabajo y sobrevivencia ocupa el lugar principal. Tomando el poder para promover los intereses de la juventud y de la clase trabajadora, el control obrero en las fábricas, viviendas, instituciones educativas, centros de salud, fomentando el desarrollo de distintos tipos de cooperativas y de la economía planificada que ponga en el centro de atención el uso racional de nuestros recursos naturales, podemos empezar la construcción de un faro que nos ilumine el camino hacia una nueva forma posible de organización de la sociedad en la que la clase trabajadora sea la dueña de los procesos productivos, en la que realmente podamos controlar la economía – producción, distribución y consumo – y, por tanto, nuestras propias vidas.

La lucha de clases en El Salvador ha tenido pocos espacios para expresarse en los últimos meses. Pero no será así para siempre. Las dificultades económicas, sociales y políticas sobrepasarán los límites del sistema  y el gobierno de turno tendrá que lidiar con la resistencia que de una u otra forma estallará. ¿Estarán los comunistas en ese momento en condiciones de acompañar a las masas en sus aspiraciones? Tomando prestadas palabras de Vladimir Lenin, nuestra tarea ahora consiste en:

“…encontrar en la misma sociedad que nos rodea, educar y organizar para la lucha a los elementos que puedan -y, por su situación social, deban- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo.”25

¿Querés sumarte a la lucha de nuestra clase? 

¡Organízate por la revolución!

 

 


  1. ¿Cómo influye una vivienda en la salud de sus ocupantes?
  2. L. Trotsky (1923): Problemas de la vida cotidiana
  3. Tomando la referencia del título del libro de Slavoj Žižek 
  4. Compras a alto precio de salvadoreños en el exterior disparan costo de la vivienda – Noticias de El Salvador
  5. Desalojos y desempleo en Surf City: la realidad de 25 familias en El Zonte – MalaYerba
  6. Grupo Corven invertirá $50 millones en un hotel y complejo habitacional en Teotepeque – Diario El Mundo
  7. Familias de Isla Tasajera de nuevo sufren amenazas de desalojo – YSUCA, 91.7 FM
  8. Investigación | Desalojos forzosos en El Salvador: un flagelo multidimensional – FESPAD
  9. Cerca de 96 desarrollos inmobiliarios en altura se construirán entre 2023 y 2026 en El Salvador
  10. Tragedia en Santa Elena, exigimos una pronta investigación y justicia para los obreros afectados – Bloque Popular Juvenil
  11. El 88 % de la nueva vivienda es para clientes con ingresos superiores a $1,500 mensuales – Diario El Mundo
  12. Los precios de los apartamentos alejados del alcance de la mayoría de salvadoreños – Diario El Mundo
  13. El salario mínimo actual no es suficiente para satisfacer las necesidades de la población: CDC – YSUCA, 91.7 FM
  14. La canasta básica urbana se elevó un 25% entre 2021 y 2023 – YSUCA, 91.7 FM
  15. Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2022 – Pongo
  16. La crisis de salud mental en El Salvador: ¿Qué papel juega el capitalismo? – Bloque Popular Juvenil
  17. Marx & Engels (1848): Manifiesto del Partido Comunista
  18. F. Engels (1845): La situación de la clase obrera en Inglaterra 
  19. Idem.
  20. Derecho a la vivienda | Comparador de Constituciones del Mundo. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
  21. El Gobierno ha invertido $688.4 millones en créditos para vivienda en 2023 – Diario El Salvador
  22. INJUVE Instituto Nacional de la Juventud
  23. La insoportable depredación ambiental – Bloque Popular Juvenil
  24. Programa del BPJ: medidas revolucionarias y socialistas – ¿Por qué luchamos los marxistas? – Bloque Popular Juvenil
  25. V. I. Lenin (1913): Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo

 

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