La misoginia del Ejército salvadoreño en el caso de violación de una menor en Mizata

El lunes 25 en horas de la tarde, desde la cuenta de X del Movimiento de Trabajadores de la Policía, se dió a conocer que seis soldados habían sido detenidos: uno por violación de una menor de 13 años y el resto por ser cómplices. En ese momento, fue muy difícil confirmar la noticia porque ninguna cuenta oficial  -Fiscalía, PNC, Fuerza Armada-, había publicado las capturas en sus redes sociales, como suelen exponer y condenar rápidamente sin previa investigación a otras personas, incluso por delitos menos graves. ¿Qué estaba pasando?

Las primeras investigaciones periodísticas arrojaron luz, el hecho había ocurrido en Mizata municipio de Teotepeque, La Libertad, la noche del sábado 23 de septiembre. Un sargento y cinco soldados de la Fuerza Naval habían detenido a un grupo de 4 adolescentes, dos niñas y dos niños, que regresaban de una tarde en la playa. El sargento, Hector Alvarado, le dijo a una de las niñas que “iba a revisar si aún era virgen”, mientras se alejaba con ella para violarla. Los soldados lo esperaron y aprovecharon para golpear a uno de los niños y amenazar a los demás. 

Por si fuera poco, después de haber abusado sexualmente de la menor, el sargento y los soldados fueron evacuados del lugar en un pequeño camión de la Alcaldía de Teotepeque, dirigida por el coronel retirado Mario Tobar de Nuevas Ideas, quien esa misma noche, según fuentes policiales, también abogó para que la polícia “dejará así el caso”. ¡Totalmente indignante!

Esta indignación corrió rápidamente. Muchos usuarios comenzaron a cuestionarse porque el gobierno no había expuesto aún a estos violadores, siendo que el hecho fue perpetrado el sábado 24. Y no fue sino hasta la mañana del 26 que el Ministro de Defensa, Merino Monroy, confirmó la violación y la captura del sargento y los soldados en una entrevista matutina.

La presión mediática y la hipocresía gubernamental 

A medida avanzaban los días, nuevas investigaciones periodísticas actualizaban el caso, revelando más detalles del crimen, haciendo que  la presión mediática en redes sociales creciera y el caso se hiciera viral entre la noche del miércoles y la mañana del jueves. 

El MTP, publicó en sus redes que el Ejército pretendía mantener la agresión sexual de forma hermética para no “manchar la institución”. Sin embargo, según fuentes de elsalvador.com, la verdadera intención era evitar que al presentar la imagen del sargento violador era probable que salieran más víctimas del mismo a denunciar. 

Pero todo se salió de las manos para el gobierno, que se vio forzado a presentar las imágenes de la detención de los violadores con nombre y apellido. El propio presidente, Nayib Bukele, alardeó que a pesar que El Salvador es, por mucho, el país más seguro de Latinoamérica (sic), aún había sujetos que pretendían cometer delitos sin enfrentar las consecuencias, pero que independientemente de quien sea que cometa un delito va a ser castigado con todo el peso de la ley, que la meta es cero impunidad. Muy bonito y convincente, sino fuera porque se tardaron 5 días desde que se cometió el delito y tres días después que salió a la luz. ¡Si esto último no hubiera pasado jamás hubieran dicho nada!

Este hecho lamentable, además de exponer la hipocresía del gobierno también confirma como el régimen de excepción es utilizado para violentar, amenazar, torturar y castigar no solo a los criminales sino también, y en gran medida, a la población inocente. 

El régimen de excepción: arma para violentar derechos

El sargento violador, según las declaraciones de la victima, la amenazó con capturarla a ella y sus amigos bajo el régimen de excepción sino tenía relaciones sexuales con él. Esto confirma lo que hemos venido denunciando: el régimen de excepción se convierte en casos como estos en un arma para violentar los derechos de la población civil. 

Y no es un caso aislado, desde la entrada en vigencia del régimen han surgido diversas denuncias contra soldados y policías que se sienten con la impunidad suficiente para violar, agredir, extorsionar y detener a la población inocente con las herramientas que les brinda el Régimen de Excepción. 

Para estas personas, el régimen es una licencia para cometer diversos delitos sin tener consecuencias graves en complicidad y amparados por el Estado. Y esto solo es la punta del iceberg, ¿cuántos casos de abusos quedan sin trascender por el temor de las víctimas a denunciar? 

La misoginia del Ejército ¿Nación de héroes? 

Pero la violación de la niña en Mizata no solo refleja la degeneración de los cuerpos armados en el contexto del régimen de excepción, sino también la ideología reaccionaria a la cual responden estos elementos del Estado burgués, en concreto, revela el carácter misógino, machista y agresivo de estas instituciones. 

Para todo el que haya vivido en El Salvador los últimos cuatro años, ha sido evidente los grandes esfuerzos propagandísticos y presupuestarios para enaltecer cada vez más a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. El gobierno dice que somos una “Nación de Héroes” mientras presenta imágenes de soldados armados hasta los dientes. ¿Pero por qué son héroes exactamente? ¿Por violar, agredir, extorsionar y abusar de su poder en perjuicio de los inocentes? 

La misoginia es parte del ADN de las Fuerzas Armadas y la Policía, es y ha sido así desde que existen. Por poner otro ejemplo reciente, en abril, otro jefe militar también de la Fuerza Naval, José Edid Córtez, fue capturado por amenazar a varias mujeres en Usulután con meterlas presas a ellas o sus maridos sino aceptaban tener relaciones sexuales con él. 

Entre la población más vulnerable se encuentran siempre las mujeres y las niñas como  las más desfavorecidas. El Ejército y la policía tienen una larga historia de abusos y agresiones sexuales que han quedado en la total impunidad. No son nuestros héroes, son nuestros abusadores y violentadores.

¿Es posible reformar estas instituciones?

Bukele también ha salido al paso diciendo que “Lo primordial es que se haga justicia y que los responsables paguen por sus crímenes; pero que esto también sirva como recordatorio de la importancia de la constante depuración de los malos elementos, que existen en todas las organizaciones humanas”. Y de nuevo el presidente parece una voz sabia, aunque esta sabiduría solo sirva para engañar a la gente. 

¿De verdad es tan fácil como simplemente depurar constantemente a estas manzanas podridas de estas “gloriosas” instituciones? No, la respuesta es un rotundo No. La Fuerza Armada, la policía y todos los cuerpos de hombres armados, dentro del capitalismo, no existen primordialmente para brindar seguridad a la población y la nación. Su objetivo principal se basa en defender el sistema y a sus representantes.

La teoría marxista explica que el Estado podría definirse, en última instancia, como un cuerpo de hombres armados en defensa de la propiedad, con todo lo que esto implica: cárceles, jueces, fiscales, tribunales, policías, ejércitos, etc. Y también define a los gobiernos de los Estados modernos como una junta que administra los negocios comunes de toda la burguesía. De allí que los Estados sientan la necesidad de fortalecer sus ejércitos constantemente, armandolos con la mejor tecnología y los mejores entrenamientos tácticos, logísticos y operativos: para defender los negocios de los capitalistas, salvaguardar la propiedad privada y mantener a raya cualquier intento de subversión por parte de los oprimidos, cuando quieran tomar su destino en sus propias manos.

Por tanto, para acabar con los abusos de poder y la violencia hacia las mujeres por parte de la Fuerza Armada y la polícia no basta con depurar estas instituciones, es necesario abolirlas y sustituirlas por organismos de autodefensas controlados bajo la democracia y control de la clase obrera. Estas autodefensas deberían organizarse en las comunidades, barrios y cantones de todo el país para defender a las mujeres de la violencia y el acoso ejercido por parte de estos organismos del Estado. No podemos tener ilusiones en que estas instituciones podridas pueden reformarse. La seguridad plena sin represión ni cohesión únicamente será obra de la clase trabajadora, y para alcanzar esta seguridad plena es necesario luchar y organizarnos desde ya por la revolución socialista. 

No basta con cursos sobre los derechos de las mujeres, como dijo el Ministro Monroy, o recordatorios periódicos que las mujeres deben ser respetadas. Esta institución representa los valores del sistema capitalista que defiende: el machismo, la misoginia, la opresión, los abusos y toda la miseria que el capitalismo representa para la clase trabajadora, especialmente para las mujeres, que son vistas como una simple mercancía más bajo este sistema. 

Nuestras exigencias

Y aunque somos plenamente conscientes que una reforma de esas instituciones, incluso la más integral, no eliminaría su carácter misógino, si exigimos que estos violadores paguen por el crimen cometido. Que la víctima tenga justicia y se le brinde reparación de daños a nivel psicológico y material. 

Condenamos los hechos ocurridos en Mizata, hacemos responsables no solo a los soldados involucrados, sino a toda la podrida institución que representan y al gobierno en general, como hechores y encubridores de esta agresión contra las mujeres y la juventud. No se debe tener ninguna confianza hacia los policías y soldados reaccionarios. Ni militares, ni policías, ni pandillas, ni gangsters: solo el pueblo organizado en autodefensas puede garantizar nuestra integridad, nuestra seguridad y la de nuestras familias.

Alentamos a todos y todas quienes se indignan contra estos hechos, que lleven su indignación a la organización. Solo organizándonos por un futuro mejor podremos ponerle fin al horror sin fin al que hemos sido condenados. 

 

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