China: la crisis actual de la juventud y la lucha por el futuro

Kazimich


Según cifras recientes, el desempleo juvenil en China supera ya el 20%, el doble que antes de la pandemia. Cuando los jóvenes chinos miramos a nuestro alrededor, vemos un mundo lleno de caos, de sufrimiento y de injusticia. En nuestra vida cotidiana, a menudo sentimos una inmensa tensión, presión, ansiedad y dolor. Los jóvenes podríamos preguntarnos: ¿qué le ha pasado a nuestro mundo? ¿Cómo ha sucedido? Y lo más importante: ¿qué debemos hacer al respecto?

 

[El siguiente artículo se publicó originalmente aquí en chino, y ha sido editado y abreviado para un público internacional].

Un descontento nacional

Los tres últimos años de pandemia de COVID-19 han desencadenado una crisis social de gran alcance en China. Durante años, ha estado claro que el auge de China, que ha durado décadas, se ha ido agotando. Las luces de alarma han ido parpadeando a medida que la expansión económica se ralentizaba, pero la pandemia lo ha cristalizado todo. La crisis social que ha sobrevenido ha supuesto un enorme sufrimiento para la clase trabajadora y la juventud, como ya hemos denunciado anteriormente:

«La clase trabajadora china ha sufrido profundamente por las duras medidas de confinamiento que el Estado impuso en su inútil esfuerzo por mantener ‘COVID cero’. La vida diaria de millones de personas se ve interrumpida por pedidos constantes de pruebas PCR, mientras que aquellos que tienen la mala suerte de contraer el virus (y sus vecinos) están sujetos a centros de cuarentena mal administrados. Decenas de miles han perdido sus trabajos o han sido suspendidos, y los precios de los alimentos se han disparado en las zonas de cuarentena. Muchos a los que se les ha ordenado quedarse en casa no pueden acceder adecuadamente a las necesidades diarias.».

La pandemia sacó a la luz los aspectos más horribles del capitalismo chino que habían permanecido bien ocultos en el pasado. En lugar de escuchar pacientemente las quejas de la población y ajustar científicamente las políticas, el régimen del PCCh utilizó la mentira masiva y el autoritarismo para mantener su poder.

Frente a esto, el estado de ánimo predominante entre una parte de la juventud ha sido hacia la evasión, comúnmente conocida como «run-xue» (润学). En 2022, muchos medios de comunicación observaron que, mientras las autoridades redoblaban sus esfuerzos por imponer el cumplimiento de sus políticas de «COVID cero» a las masas indefensas, el interés por la emigración aumentaba drásticamente entre la población.

Durante el cierre de Shanghái de abril de 2022, las búsquedas en Internet relacionadas con las «condiciones para emigrar a Canadá» se dispararon un 2.846% en comparación con el período anterior. Tras el anuncio oficial del 3 de abril de 2022 de que China «cumpliría estrictamente la política de ‘COVID cero’ en el frente social», el índice general de búsquedas sobre emigración aumentó ese día un 440%, y las búsquedas relacionadas con vídeos aumentaron un 1.455%.

Más importantes y dignas de mención han sido las múltiples formas de resistencia con las que la juventud china ha reaccionado ante la crisis. Una nueva generación de jóvenes, que nunca antes había presenciado una crisis de esta magnitud, está despertando de la confusión política y la apatía. Poco a poco han ido viendo la crueldad del capitalismo chino y han optado por romper con el cinismo que ha infectado a generaciones desde 1989. En número cada vez mayor, han optado por participar activamente en movimientos sociales contra el régimen. En noviembre del año pasado, estudiantes de al menos 21 provincias y 207 universidades de todo el país participaron en actividades de protesta.

Gracias a sus luchas, a las movilizaciones de la clase trabajadora y a la imposibilidad de contener la pandemia de COVID-19, el gobierno chino decidió finalmente abandonar su política de » COVID cero». Sin embargo, el daño que las autoridades causaron a las masas trabajadoras, y el lado oscuro del capitalismo que la pandemia puso al descubierto, quedarán grabados para siempre en la memoria de los jóvenes, a los ojos de muchos de los cuales, este régimen y su sistema están más allá de lo rescatable.

Después de la pandemia, muchos esperaban una mejora de la situación económica, ¡sobre todo los funcionarios del gobierno! Sin embargo, han pasado seis meses y la economía china no sólo no se ha recuperado, sino que ha seguido deslizándose por la senda de la crisis. La industria manufacturera lleva cinco meses consecutivos contrayéndose; el sector inmobiliario ha sufrido pérdidas masivas, agravando la crisis; la inversión y las exportaciones siguen débiles, mientras que el consumo se contrae gradualmente; y el crecimiento del PIB nacional continúa su desaceleración de años anteriores. En medio de este adverso contexto económico, los jóvenes no ven ninguna esperanza de encontrar un empleo digno.

La esperanza de encontrar empleo se desvanece

En marzo de este año, Kong Yiji –un «intelectual pobre e indigente» que es un personaje clásico de la literatura china, que apareció por primera vez en la revista New Youth en 1919– volvió a convertirse en un tema de actualidad en la Internet china. Muchos se han apropiado de este personaje para describir lo difícil que les resulta a los jóvenes chinos con estudios superiores conseguir un trabajo decente en medio de un mercado laboral en contracción. Se ven obligados a renunciar a su autoestima como intelectuales y a abandonar sus aspiraciones a empleos de cuello blanco. Para ganarse la vida, se ven obligados a entrar en puestos de menor categoría y en industrias donde sus conocimientos son inútiles. «La larga toga de Kong Yiji» fue brevemente el tema número uno en la red social china Weibo, lo que indica la forma en que esto se ha hecho viral entre los jóvenes que se enfrentan a una vida de explotación y opresión en el trabajo.

Las autoridades del PCCh no tardaron en reprender a los jóvenes, a los que se les dijo que dejaran de quejarse y volvieran al trabajo para enriquecer a los patrones. El 16 de marzo, el canal estatal de medios de comunicación CCTV publicó un artículo en el que afirmaba que hablar de «[la] larga toga [de Kong Yiji]… es mera autodenigración», e instaba a los jóvenes a no considerar los distintos trabajos de forma «jerárquica». En lugar de eso, predicaba que debían estar dispuestos a tragarse sus egos y atreverse a ser más autosuficientes. La insinuación es que los jóvenes no deben culpar a las durísimas condiciones laborales del mercado de trabajo chino: la elevada intensidad del trabajo, las largas jornadas, los bajos salarios y el incumplimiento casi total de la legislación laboral. En su lugar, deberían culparse a sí mismos por estar «malcriados» y por no trabajar lo suficiente.

Durante décadas, los estudiantes chinos han tenido la expectativa de que encontrarían buenos trabajos después de asistir a la universidad. Soportaron una tremenda presión, compitiendo con millones de personas para acceder a la universidad. Ahora, muchos se están encontrando al incorporarse a la sociedad con que sus ingresos no guardan proporción alguna con el esfuerzo realizado para obtener esas calificaciones. Los empleos que se ajustan a las capacidades de una mano de obra altamente cualificada son cada vez más difíciles de encontrar. Si después de doce años no encuentran un trabajo adecuado y tienen que ganarse la vida «atornillando tornillos», ¿para qué ha servido tanto esfuerzo? Las palabras vacías de los medios de comunicación oficiales no pueden aliviar estos sentimientos. Y los jóvenes han hecho y harán oír su voz.

El 25 de marzo, un pobre e indigente cantante de Internet, inspirado en la popular canción «阳光开朗大男孩» (Gran chico luminoso y alegre), lanzó una canción llamada «阳光开朗孔乙己» (Kong Yiji luminoso y alegre) en la página de alojamiento de vídeos Bilibili. El vídeo se burla de las tonterías hipócritas del Gobierno, y ha cosechado millones de visitas, me gustas, favoritos y compartidos, expresando poderosamente la frustración de los jóvenes. Naturalmente, las autoridades no podían tolerar a semejante «creador de tendencias», y el artista y su obra fueron posteriormente prohibidos.

Al final del citado artículo de la CCTV, el redactor de la burocracia se regocija a sí mismo afirmando que «la era de Kong Yiji ha pasado, y los jóvenes aspirantes de hoy nunca se verán atrapados». ¿Y en qué se basa tal afirmación? «La economía se está recuperando, la situación del empleo mejora gradualmente, y la generación joven tendrá una plataforma más amplia, y oportunidades y opciones más diversificadas».

Pero las cifras cuentan otra historia. En la actualidad, mientras China sigue sumida en la recesión, el desempleo juvenil va en aumento. Según las estadísticas oficiales, la tasa de desempleo juvenil en las ciudades y pueblos de China ha aumentado mes a mes este año, del 17% en enero al 21% en julio, lo que significa que más de uno de cada cinco jóvenes está desempleado.

Pero ese es el cálculo basado en las estadísticas oficiales, que son extremadamente imprecisas y confusas (por ejemplo, ¡una hora de trabajo a la semana se considera «empleo»!) La tasa real de desempleo supera, por tanto, con creces esas cifras. Un economista de la Universidad de Pekín añadió a las cifras las de los jóvenes con dificultades para encontrar trabajo y, con la ayuda de las tasas de desempleo urbano públicamente disponibles, calculó que el número real de jóvenes que no podían encontrar un empleo ascendía ya al 46,5% en marzo de este año.

En su lucha por encontrar un trabajo adecuado, los jóvenes buscan por todas las vías posibles. Las solicitudes para la función pública y los estudios de postgrado son cada vez más populares. Millones de jóvenes compiten entre sí para encontrar un trabajo seguro en las agencias gubernamentales y en los campus universitarios, a pesar de la extrema dificultad de los exámenes: sólo alrededor del 1% de los cerca de 2 millones de aspirantes fueron aceptados en la función pública a nivel nacional en 2022. La tasa de aceptación a nivel provincial para 2021 sólo ascendió al 2 por ciento de los 5 millones de postulantes. Millones de candidatos seguirán desempleados. Por otra parte, muchos jóvenes han renunciado a sus empleos e incluso han regresado temporalmente con sus padres, convirtiéndose en hijos dependientes a tiempo completo del apoyo familiar.

Y mientras muchos no encuentran trabajo, muchas empresas siguen despidiendo a un gran número de trabajadores debido a la recesión económica general y a problemas operativos. El sector tecnológico se lleva la peor parte. Los tres grandes gigantes de Internet, Baidu, Alibaba y Tencent, han suprimido 28.000 empleos netos en 2022, mientras que la industria de Internet ha despedido hasta 10.000 personas en el primer trimestre de 2023, según End Media.

Sectores industriales como la automotriz tampoco son inmunes. En mayo, Ford despidió a más de 1.300 empleados en China. Incluso en el sector financiero se están produciendo despidos importantes, y las empresas de Wall Street se están retirando del mercado chino.

La trayectoria de la economía china demuestra una vez más que el desempleo y la anarquía del mercado son intrínsecos al capitalismo.

No hay forma de llegar a fin de mes

Incluso para los afortunados que consiguen un empleo, la pesadilla no termina ahí. Ni siquiera los funcionarios o los licenciados pueden garantizar que lleguen a fin de mes. En los últimos años, muchos gobiernos locales de China se han enfrentado a graves dificultades financieras, lo que ha provocado fuertes reducciones en los salarios y prestaciones de los trabajadores del sector público en muchas regiones. Con la previsión de que la economía continúe su tendencia a la baja, es probable que los ingresos de los trabajadores del sector público sigan disminuyendo. Y los que cursan estudios de postgrado se ven obligados a aceptar trabajos mal pagados para llegar a fin de mes.

Para muchos licenciados, la formación de posgrado no es más que una forma de aplazar el desempleo. En las grandes ciudades, más del 39% de los que buscan trabajo tienen estudios superiores a los exigidos para los puestos que solicitan, y el porcentaje se eleva a casi el 70% en algunos lugares. Un ejemplo llamativo es el de la Henan China Tobacco Company, que informa que un tercio de los nuevos contratados en sus fábricas tienen títulos de máster.

Sin embargo, los jóvenes se ven obligados a aferrarse a estos puestos de trabajo y a soportar unas condiciones pésimas. La amenaza del desempleo, las pésimas prácticas laborales y la falsa clasificación de los trabajadores como «autónomos» por parte de los empresarios, privándoles así del derecho a las prestaciones por desempleo, actúan para coaccionar incluso a los licenciados altamente cualificados para que se aferren a estos empleos poco cualificados.

Además, está la cuestión del exorbitante coste de la vida. ¿Cuál es el coste de la vida? Un indicador es la relación entre el precio de la vivienda y los ingresos. Según Numbeo, en 2023, las familias chinas de ingresos medios necesitarían 33 años de ingresos anuales disponibles para permitirse un apartamento convencional de 90 metros cuadrados. Esta aleccionadora realidad deja a los jóvenes prácticamente sin esperanzas de comprar una vivienda desde cero. Muchos recurren a préstamos de intereses elevados (los tipos de interés en China suelen oscilar entre el 5% y el 6%) para comprar una casa.

Con los astronómicos precios de la vivienda, alcanzar los objetivos familiares y profesionales parece cada vez más difícil para los jóvenes. En China, los matrimonios tradicionales suelen requerir ciertos bienes para que salgan bien, a menudo en forma de propiedades. El informe «China Marriage and Family Report 2022» revela que la tasa de matrimonios en China se desplomó un 40%, pasando de 9,9 por mil en 2013 a 5,8 por mil en 2022.

La escalada de los precios de la vivienda y otros costes de vida asociados han contribuido significativamente a este descenso. Y, en consecuencia, desde 2016, las tasas de natalidad también han experimentado un descenso constante. Aparte de otros cambios sociales, el aumento del coste de la vida y de la crianza de los hijos han frenado significativamente el entusiasmo de los jóvenes por formar una familia. Esto llevó el año pasado a la primera disminución de la población de China en décadas.

El descenso de las tasas de natalidad está encaneciendo la proporción de edad en China, que, según la Organización Mundial de la Salud, es uno de los países que envejece más rápidamente. Los cambios en la estructura de la población implican que los jóvenes, muchos de los cuales son hijos únicos, asumen cada vez más responsabilidades en la manutención de sus familiares ancianos.

El exorbitante coste de la vida ha provocado un rápido aumento de la deuda de los hogares. En el lapso de una década, de 2009 a 2020, la proporción de la deuda con respecto a la riqueza de las familias chinas ha pasado del 20% al 60%, situándose entre las más altas del mundo. Comparativamente, Estados Unidos y Japón tardaron 40 y 24 años respectivamente en alcanzar el mismo índice. Esto es tanto más notable cuanto que China se ha considerado tradicionalmente un país con un alto nivel de ahorro.

Debido al aumento del coste de la vida y a las dificultades económicas, los jóvenes y la clase trabajadora se han enfrentado en los últimos años a fuertes restricciones de ingresos, lo que les ha obligado a adoptar medidas de ahorro. Esta tendencia incluye seguir los llamados «Seis Mandamientos» que circulan por Internet, que aconsejan abstenerse de fumar, beber, pedir comida para llevar, casarse, tener hijos y mantener relaciones sentimentales.

Este cambio se refleja en las cifras de ventas al por menor de bienes de consumo. En las cifras de julio, por ejemplo, sólo los artículos de primera necesidad, como alimentos, tabaco, alcohol y medicamentos, muestran una tendencia al crecimiento, mientras que el consumo de la mayoría de los demás bienes disminuye. Hoy, lo que antes eran productos y servicios asequibles se han convertido en artículos de lujo que deben presupuestarse cuidadosamente.

Una generación enfurecida

Este es el sombrío panorama que los jóvenes chinos deben atravesar hoy bajo el capitalismo: viven en una nación que ha llegado a un punto de inflexión, en franco declive tras años de crecimiento, y se sienten maltratados y agotados. Enfrentados a una crisis económica inminente, son los primeros en sentir su impacto. Esta generación de jóvenes vivirá la crisis con especial amargura e intensidad.

Los jóvenes nacidos entre finales de los años 90 y principios de los 2000 crecieron en una China que se afianzaba poco a poco en el mundo capitalista. En la década de 2010, su infancia coincidió con la rápida expansión de la economía de mercado y el avance de la productividad. Crecer en una época próspera debería haberles inculcado una visión intrínsecamente optimista de la vida. Pero al llegar a la edad adulta, han sido testigos del tambaleo del capitalismo chino, agravado por la crisis de COVID-19 en 2020. Sus sueños se han hecho añicos, sumiéndolos en la desesperación.

Estudios psicológicos masivos revelan un sufrimiento generalizado entre los jóvenes. El «Informe nacional chino sobre el desarrollo de la salud mental (2021-2022)», publicado en marzo de 2023 por el Instituto de Psicología de la Academia China de Ciencias, descubrió que los jóvenes se enfrentan al mayor riesgo de depresión entre los adultos chinos. La tasa de depresión entre el grupo de edad de 18 a 24 años se sitúa en un asombroso 24,1 por ciento, y el grupo de edad de 25 a 34 años también registra una tasa significativa del 12,3 por ciento. Estas cifras sugieren que más de 360 millones (una cuarta parte de la población china) de jóvenes de entre 18 y 35 años soportan una importante ansiedad mental, y aproximadamente uno de cada cuatro corre el riesgo de sufrir depresión.

Es evidente que la sociedad china contemporánea está gestando un profundo resentimiento, y los jóvenes son los primeros en experimentar y expresar este descontento. Las formas de su expresión han pasado de las plataformas en línea a las universidades, desencadenando numerosas luchas incipientes. Para que estalle un choque frontal con el capitalismo chino, sólo hace falta un detonante que encienda su ira, como demostraron las protestas del pasado noviembre.

A medida que se cierna el espectro del declive económico, la explotación y la opresión llevadas a cabo por la clase dominante china seguirán saliendo a la luz, lo que intensificará la lucha de clases. Una parte significativa de la juventud buscará inevitablemente abrirse camino hacia los medios revolucionarios necesarios para derrocar al capitalismo chino. Para lograr esta tarea histórica, deben comprender la teoría de la revolución social –el marxismo– y dotar a la clase obrera de una dirección política madura.

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