Ataque a los trabajadores de la electricidad, ¡responder con organización y la defensa de nuestras vidas!

Recientemente fuimos estremecidos por una de las masacres más cruentas y repudiables ocurridas en el país, 8 trabajadores de la Empresa Distribuidora Eléctrica Salvadoreña (EDESAL)  y 3 jornaleros fueron cobardemente asesinados por una de las estructuras criminales que operan a sus anchas al interior de la república. La noticia parecía ser una copia de alguna escena de terror que sucede en otras latitudes; sin embargo, esto  sucedió en pleno suelo salvadoreño con un nivel logístico similar al empleado por  las bandas de narcotráfico colombianas o mexicanas.

Recientemente fuimos estremecidos por una de las masacres más cruentas y repudiables ocurridas en el país, 8 trabajadores de la Empresa Distribuidora Eléctrica Salvadoreña (EDESAL)  y 3 jornaleros fueron cobardemente asesinados por una de las estructuras criminales que operan a sus anchas al interior de la república. La noticia parecía ser una copia de alguna escena de terror que sucede en otras latitudes; sin embargo, esto  sucedió en pleno suelo salvadoreño con un nivel logístico similar al empleado por  las bandas de narcotráfico colombianas o mexicanas.

Los trabajadores de dicha empresa llevaban ya cuatro días haciendo labores de excavación para el tendido eléctrico que se suponía funcionaría en una zona rural de San Juan Opico, La Libertad,  cuando fueron interceptados por un grupo de sujetos fuertemente armados, les obligaron a cesar sus labores y los sometieron atándoles las manos a sus espaldas, para luego proceder a sus ejecución  a sangre fría sin razón aparente. Este hecho lamentable viene a sumarse a la intensa actividad criminal que llevan a cabo estos grupos desclasados con la finalidad según sus cabecillas de mantener el control total de muchas áreas geográficas de esta pequeña nación.

Pero estos ataques a los trabajadores no son una noticia nueva en el ámbito local, a principios de 2015 unos 15 sujetos vestidos de negro y armados hasta los dientes agredieron a los trabajadores del Fondo de Conservación Vial (FOVIAL) que realizaban labores en los alrededores del municipio de Quezaltepeque,  del mismo departamento en horas nocturnas matando a 2 de ellos y lesionando de gravedad a otros 3. Así mismo trabajadores del transporte público no han escapado a los ataques por parte de estos criminales, en el mes de octubre del 2015 unos 5 trabajadores de diferentes rutas fueron asesinados por estos grupos en un mismo día al parecer por no pagar la conocida extorsión a la cual apelan por dejarlos funcionar en sus barrios donde ejercen control. Así también trabajadores de las diferentes municipalidades sufren del acoso y agresión por parte de estos grupos y no en pocos casos esto ha terminado en muertes violentas.

Los trabajadores han estado bajo la esfera de violencia de estos individuos por mucho tiempo, muchos casos nunca se llegan a conocer y pasan a formar parte de las frías estadísticas. Esto ha llegado a ser ahora parte de la cotidianeidad de la clase trabajadora, a tal grado que muchos se han resignado a un trágico final en sus vidas y apelan a la intervención divina para que cambie el curso de la historia. Regresar a casa luego de una jornada laboral parece ser una tarea  más que buena en el sentido de que se logró el objetivo de sobrevivir un día más. El futuro no parece nada halagador y se vislumbran casos similares en lo que falta del año, por tanto la preocupación es grande y la desesperación comienza a apoderarse de las masas.

El propósito de la inseguridad

Los altos niveles de criminalidad le caen como anillo al dedo a muchos dentro de esta sociedad. Los primeros en elevar sus gritos al cielo es la clase política que representa  a la burguesía local, quienes dan por hecho que los planes del actual gobierno del FMLN en temas de seguridad son un rotundo fracaso y por tanto lanzan la consigna del “Estado fallido” o de la total incapacidad de los ministros del gobierno de izquierda. A otros como las casas de seguridad y venta de armas, esto es una gran oportunidad para ofrecer sus servicios, contratando trabajadores con horarios de hasta 24 horas continuas y les ofrecen salarios miserables. A la empresa privada en su conjunto le sirve de argumento para sacar sus capitales del país e invertirlos en otros del área donde los índices de violencia y criminalidad son iguales o peores.

Pero más allá de servir como argumento al discurso político de estos personajes, la inseguridad parece ir más allá de sus objetivos aparentes. La violencia no afecta por igual a la sociedad, y está realmente muy focalizada. Los sectores más vulnerables y con altos niveles de desempleo son los que están siendo más golpeados por estos grupos lumpenizados. En esta reciente masacre, dos de los jóvenes provenían de un municipio donde las oportunidades laborales son escasas—Cuisnahuat, Sonsonate—y  que prácticamente son territorios olvidados o sin ninguna perspectiva, donde el trabajo es una ilusión y las posibilidades para delinquir se vuelven una amenaza latente.

El lumpen no ataca de la misma forma a las clases pudientes del país como lo hace con los trabajadores, a lo sumo logran aplicarles una extorsión a la distribución de sus mercancías en los territorios que controlan, y de cuando en cuando arremeten contra la pequeña burguesía directamente, como es el caso de los propietarios de autobuses o a los que venden productos en los mercados de los diferentes municipios. 

Ante semejante escenario las voces de una mayor represión estatal o el aval a los aniquilamientos de estos elementos por parte de grupos de exterminio están ganando terreno en la consciencia de la población, otros tantos añoran el regreso de grupos armados de antaño como la tristemente célebre Guardia Nacional para controlar dicho fenómeno. Pero la medicina puede resultar peor que la misma enfermedad. Hemos analizado profundamente los graves riesgos que encierran estos grupos controlados por nadie y que se pueden manejar a sus anchas igual o peor que los mismos pandilleros. Ver ¡Los trabajadores debemos de desconfiar de los grupos de exterminio! Al final las condiciones que generan   los niveles de violencia  y criminalidad se mantendrán sin modificación alguna, solo para explotar a niveles mucho peores en el futuro.

La clase trabajadora está a merced de semejantes delincuentes y no puede esperar menos que una tragedia en su diario vivir; pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista reza el conocido refrán. Pero también ya hay voces que apelan por la defensa inclaudicable de sus vidas como una tarea inevitable que tiene que ejecutarse por ellas mismas sin ninguna expectativa en los agentes armados del Estado. Esto equivale a aceptar los embriones de las autodefensas obreras sobre quienes recaerá la tarea de la seguridad de sus familias y su comunidad.

 

El papel del FMLN en el gobierno

Ante semejante masacre de los trabajadores, el vice-presidente de la república Oscar Ortiz declaraba que había que “golpear, destruir  y desarmar a estos grupos criminales”. Un discurso que suena muy familiar ya que no es primera vez que se escucha. Las últimas estadísticas y la presión de gran parte de la población han hecho que el gobierno lleve a cabo una serie de cambios a nivel de mandos superiores tanto de la PNC como del Ministerio de Seguridad. Pero en realidad no se tiene una idea clara y concreta de cómo parar semejante escalada de violencia.

La única alternativa que se vislumbra es incrementar el nivel de represión hacia estos grupos, pero en la práctica su accionar no se ve limitado o disminuido por mucho que se hagan capturas y operativos policiales en combinación con el ejército. Captura tras captura al parecer no hace  más que incrementar la operatividad de las pandillas para luego golpear tanto a los mismos miembros de la policía así como a la población trabajadora en general.

Los planes de seguridad como la Policía Comunitaria, Policía Rural y la misma Contribución Especial para la Seguridad que se aplica a las recargas de teléfonos celulares,  parecen no dar los frutos esperados. Y es que tales medidas no hacen más que querer elevar el papel del Estado en tareas como la seguridad a un nivel superior. Como marxistas hemos planteado una y otra vez que delegar esta tarea al brazo armado del Estado no resolverá el problema de la delincuencia ni ahora ni en mil años, ya que se parte de un análisis burgués de la problemática, es decir hay un estructura encargada de las tareas de la seguridad y de poner orden y tiene que servir de manera eficiente; sin embargo, como es sabido dicha estructura es fiel y eficiente sobre todo para responder a los intereses de quienes ostentan el poder político y económico de la sociedad y no a la mayoría de la población pobre y trabajadora.

La desmoralización parece estarle ganando la batalla a la policía y al ejército, estas estructuras han sido infiltradas ya por pandilleros con el fin de aprender sobre logística y uso de tácticas y estrategias militares. Las muertes de policías—10 a la fecha en 2016—y los   ataques a sus familiares es un duro golpe al estado de ánimo de estos. Varios de los elementos policiales han comenzado a exigir mejoras en las condiciones laborales, así como mejores salarios y mejores prestaciones como el bono ($50.00 por policía) al que apelan y que no es del agrado de muchos, y están dispuestos a irse a huelga como medida de presión sobre el gobierno. Apoyamos de forma crítica estas demandas de los policías y soldados ya que son trabajadores con uniforme; pero somos claros en identificar una tendencia en muchos de ellos consciente o inconscientemente de seguir una agenda desestabilizadora a favor de los enemigos de la clase obrera. El derecho a la organización y la sindicalización debe ser aceptada por el gobierno y las leyes retrógradas del país que afirman lo contrario.

El gobierno del FMLN debe pasar a la ofensiva no solo contra el lumpen que desangra a las familias obreras, sino también sobre la clase dominante en general que obstaculiza una y otra vez cualquier medida vanguardista a favor de las masas, el reciente anuncio al aumento al salario mínimo es claro ejemplo de ello, así como su negativa a reformar aunque sea de forma errada las pensiones para los jubilados. Muchos recuerdan en la actualidad las amenazadoras palabras del expresidente arenero Félix Cristiani que dijera hace unos 5 años  de que en el país “ardería Troya” cuando este regresaba a la conducción de ARENA afirmando de esta forma su cooperación al caos reinante.

La respuesta obrera

La clase trabajadora tiene a su favor su número decía Marx hace varios años, pero este número no ejerce su peso en la balanza de la sociedad sino está organizado y conformado en una estructura  de forma coherente y consciente para desatar la batalla a favor de sus reivindicaciones. Esto indica que en la actualidad la clase trabajadora representa la abrumadora mayoría en la sociedad capitalista y que en sus manos reside un poder colosal capaz de cambiar la sociedad en líneas socialistas si se lo propone. No es momento acá para hablar de la calidad de la actual dirección del movimiento obrero; pero estamos claros que no está a la altura de los acontecimientos.

Mientras día a día caen abatidos muchos trabajadores y sus familiares, parece que la necedad de buscar soluciones donde no las hay sigue latente. Somos conscientes que solo el pueblo salva al pueblo, y el pueblo lo conforman en su mayoría los desfavorecidos de esta sociedad. En la actualidad tenemos al FMLN a la cabeza del gobierno en la mayoría de los ministerios, y desde las bases solicitamos un programa revolucionario que nos saque de los niveles de violencia que a diario vivimos, donde seamos parte de la solución y no simples espectadores a la espera de propuestas recetadas por asesores completamente aislados del movimiento vivo de las masas. Ver FMLN: ¡Necesitamos un programa político revolucionario para solventar la inseguridad!

Sin embargo, el actuar de los trabajadores organizados parece no estar en la agenda de los líderes actuales de la izquierda, y no se les otorga el rol de agentes de cambio de esta podrida sociedad. Por tanto tomar cartas en el asunto es de máxima urgencia si queremos resguardar nuestras vidas por más tiempo. Las tareas de seguridad han comenzado a ser llevadas a cabo por mucha personas y comunidades enteras en diferentes partes del país que por razones obvias no mencionaremos en detalle en este artículo; pero que nos demuestran en la práctica que el Estado en su conjunto no está diseñado para servir a los intereses de las distintas clases de la sociedad sino a una en particular y es precisamente a la clase dominante del país a quien le sirve de manera efectiva.

No podemos permitir que nuestra clase sigua poniendo más números a las cifras que a diario se vierten en los medios burgueses de comunicación como vulgar espectáculo del reino de terror en el que nos encontramos, no podemos dejar que la sangre de nuestros compañeros, hermanos de clase se siga derramando y quedarnos de brazos cruzados. Muchos nos catalogan, como casi siempre, como soñadores utópicos; pero partimos de la realidad concreta para regresar a ella. Muchas comunidades sitiadas por estos grupos y que cuentan con el apoyo incondicional de familiares y colaboradores parecen fortalezas inexpugnables que  ni el mismo ejército se atreve a penetrar, pero esto representa otro mito similar al del Estado invencible de las naciones poderosas, los elementos lumpenizados se verán entre la espada y la pared una vez los trabajadores se organicen y movilicen en defensa de sus vidas  y las de sus familias. La disyuntiva será: o son ellos o nosotros, o el lumpen o los trabajadores. No tardará en llegar el día como menciona la biblia en que se tendrá que combatir contra un hermano y cada cual contra su prójimo en aras de liberarse de semejante plaga.

¡Por las autodefensas obreras!

¡No más trabajadores asesinados por estos grupos!

¡Contra el lumpen y la burguesía, sí a la vida!

 

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