¡Por un primero de mayo socialista: preparemos un programa para expropiar a la burguesía!

Cada día que pasa queda más claro a lo que se enfrentará la clase obrera en el próximo periodo, cada una de las conquistas del pasado están siendo seriamente amenazadas y a estás se suman  las nuevas medidas de la reacción, no bastándole las telecomunicaciones, la banca, las pensiones y la electricidad. En los próximos meses la burguesía se lanzará a por todas e intentará privatizar los servicios que no lograron arrebatar: el agua, la salud y la educación, y a pesar que los trabajadores depositaron su confianza en los gobiernos del FMLN, estos no pudieron  ofrecer una alternativa de lucha revolucionaria que devolviera a manos del Estado lo privatizado lo que trajo como consecuencia una factura, en lo que al apoyo de masas concierne, de lo que al parecer no logran recuperarse.

No podemos echarles la culpa a las masas de este escenario, en la última década la juventud y la clase obrera han dado muestras claras de la disposición para luchar, no nos referimos con esto a la votación masiva que tuvieron tanto Funes como Cerén en su momento, sino más bien que a pesar de la falta de un llamado serio al combate hemos presenciado como las movilizaciones del día del trabajador fueron de carácter masivo, como las del 2009, 2010 y 2013 en las que más de cien mil trabajadores se tomaron las calles no solo para festejar los respectivos triunfos de la izquierda en materia electoral sino además para poner en la palestra los verdaderos motivos por los que votaron a favor del FMLN: mejoras salariales, recuperación de las pensiones, respeto al derecho a la sindicalización, entre otras.

Estas banderas siguen vigentes, pero bajo un escenario nuevo: al igual que al FMLN las masas han comenzado a desconfiar en sus viejos dirigentes sindicales, no es accidental que las últimas marchas y a medida las consignas generales de las movilizaciones fueron volviéndose más abstractas (como hace dos años que simplemente fue: “sigamos profundizando los cambios”) estas ya no fueran tan concurridas como en años anteriores, sin ofrecer una consigna realmente agitativa un buen sector de los trabajadores optaron por no asistir.

No podemos predecir la asistencia que tendrá este año la movilización, los acontecimientos pueden desarrollarse de manera vertiginosa y eso podría motivar la participación, lo que si podemos asegurar es que los sindicatos deben abandonar esa idea que no es posible proponer más, que proponer más es “confrontar” y “provocar” innecesariamente a la burguesía, muchos dirigentes sindicales defendieron estas ideas los últimos diez años y los hechos demostraron que estaban equivocados, en ese sentido, ¿acaso no se nos ha atacado a pesar de que algunos dirigentes quisieron presentarse ante la burguesía como diplomáticos dispuestos a pactar con ellos?

Se cumple el viejo refrán: la pasividad invita a la agresión, lo que pone en la mesa la necesidad que en este periodo que se aproxima los sindicatos se conviertan en los más acérrimos defensores de la clase obrera, la lucha por mantener el pasado aumento al salario mínimo y luchar por uno nuevo son correctas, las pocas conquistas que se mantienen también hay que defenderlas, pero esto es solamente un primer paso para evitar la total pauperización de las masas pero que no resuelve la situación fundamental que son las condiciones de miseria inherentes al sistema capitalista. El debate que las direcciones sindicales deben llevar a sus bases, las que deben debatirse como consigna general de la próxima movilización debe ser la de un cambio de sistema económico, uno en el que las fuerzas productivas sean puestas en marcha de manera racional y que garantice un aumento en los niveles de vida de las masas, es decir, este primero de mayo debemos movilizarnos bajo la consigna de la revolución socialista, la expropiación de la burguesía y la instauración de la economía planificada.

Esto representaría un giro a lo que hemos acostumbrado ver en los últimos años, sin embargo es un giro necesario, el principal obstáculo al que se enfrentaría el movimiento sindical para adoptar este programa es precisamente la forma organizativa de los sindicatos. Por su naturaleza los sindicatos no representan al conjunto de la clase obrera sino más bien organizan a sectores determinados de esta, lo que hace que en lugar de unificar un programa, muchos dirigentes sindicales se pierdan en un mar de reivindicaciones, lo que en este periodo ni siquiera permite conseguir victorias aisladas. Son necesarios métodos más profesionales, que tiendan a la unidad sindical con base en un programa único de lucha y que prepare a los futuros dirigentes del partido de los trabajadores.

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