Una Nueva Amnistía, más impunidad para el sistema

Recientemente Rodolfo Parker, diputado por el PDC (Partido Demócrata Cristiano) ha estado en el ojo de la opinión pública nacional e internacional, porque ha presentado a la Comisión Ad hoc[1] de la Asamblea Legislativa que estudia la sentencia de inconstitucionalidad de la Ley de amnistía[2], la propuesta para una nueva, bajo el mismo eufemismo de ser una nueva ley de reconciliación nacional.

Esta nueva propuesta no es más que otra ley que otorga impunidad a los criminales de guerra: “Se concede amnistía amplia, absoluta e incondicional a favor de todas las personas, independientemente del sector al que hubieren pertenecido” [3]. Así inicia el primer artículo de la propuesta de ley, que, si bien no niega la investigación de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, elimina la condena y castigo para los responsables y refiere la investigación únicamente al conocimiento de la verdad de los crímenes que se cometieron durante los doce años de guerra civil[4].

Sin duda que la reconciliación en nuestro país es sumamente necesaria. Debe ser un acto de reparación, un acto de unión y reconstrucción de aquello que fue destruido. Un acto de responsabilidad cuyo fin último debe ser el perdón; pero no un perdón vació, como ese cuando en la escuela te peleabas con un compañero y venía la profesora a terminar la gresca obligando a un apretón de manos, sin que realmente hubiera un verdadero ánimo de arrepentimiento. Por el contrario, el perdón debe ser producto del reconocimiento de la víctima y la necesidad de reparación, pero también obliga a un cambio de actitud ante el otro: “En el marco de la rehabilitación posbélica, la reconciliación es un proceso de la propia sociedad afectada por la guerra que implica el reconocimiento mutuo de los daños causados, el arrepentimiento y compromiso a no repetirlos, la reparación de agravios pasados (aunque no la venganza), la superación de los traumas, la creación de unas nuevas relaciones sociales y, en definitiva, un cambio en las percepciones mutuas y las actitudes hacia el otro.” (Armiño & Areizaga. Diccionario de Acción Humanitaria sf.)[5] Es un acto necesario para superar las diferencias que rompieron las relaciones humanas y sociales.

Pareciera terquedad o un ejercicio de hermenéutica histórica sin sentido continuar hablando de la guerra cuando tal vez muchas personas quisieran pasar la página o cuando la mayoría de los jóvenes ni siquiera imaginan las posibilidades que tenías de morir durante los 70´s solo por el tipo de música que escuchabas o el libro que leías. Ni hablar si te organizabas para exigir tus derechos. Mas ahora, la juventud continúa siendo vapuleada por violencia de otro tipo, pero que, tiene sus causas en las mismas que dieron pie a la guerra civil.

El Salvador ha sufrido muchos conflictos, demasiados tal vez, que realmente nunca han llegado a superarse en una acto de reconciliación porque siempre han prevalecido la represión (en muchos casos brutal) y la impunidad.

No es de extrañar ahora que seamos una sociedad altamente intolerable, con un increíble nivel de violencia que falsamente cualquiera podría afirmar es parte de nuestra cultura, pero no, ella tiene diversas causas, desde históricas como el proceso de colonización, pasando por la represión de los levantamientos campesinos; hasta estructurales como la descomposición social producto de la inoperancia del sistema capitalista para subsanar las necesidades de la mayoría de la población; lo que a su vez da origen a fenómenos como el de las pandillas, ligadas a estructuras del crimen organizado y narcotráfico. Solo el año pasado (2018) El Salvador fue el segundo país más violento de Latinoamérica con un promedio de 51 homicidios por cada cien mil habitantes[6] según el balance de homicidios regionales que realiza la página InSight Crime.

La violencia no es por tanto un problema cultural, es un problema que tiene su origen en las profundas raíces de las desigualdades económicas que genera y necesita el sistema capitalista para mantenerse y reproducirse. Las tensiones producidas por esas desigualdades desembocaron en los 12 años de guerra civil. Terminaron como sabemos en la firma de los acuerdos de paz. Sin embargo, la paz nunca apareció.

Firmado el cese de la guerra se firmó una primera ley de reconciliación nacional el 23 de enero de 1992[7] que no fue más que una amnistía parcial “Art. 1.- Se concede amnistía a favor de todas las personas que hayan participado como autores…”[8] así reza el primer artículo y el 22 de marzo de 1993 se publicó la “ley de amnistía general para la consolidación de la paz” que en su considerando primero dice: “Que el proceso de consolidación de la paz que se impulsa en nuestro país, demanda crear confianza en toda la sociedad, con el fin de alcanzar la reconciliación y reunificación”[9] en sus considerandos dos y tres expone que la ley anterior contiene restricciones que generan falta de equidad jurídica y que es necesario corregir “para impulsar y alcanzar la reconciliación nacional, es conveniente conceder la gracia de amnistía amplia, absoluta e incondicional, a favor de todas las personas que en cualquier forma hayan participado en hechos delictivos[10] (Considerando cuarto y primer artículo del ley).

En esencia fueron amnistías que otorgaron impunidad a los criminales de guerra. Quedando sin efecto el estudio de los casos develados por la Comisión de la Verdad. No se hicieron investigaciones, no se dedujeron culpables, nunca se conoció la versión oficial de los hechos, aunque el pueblo supiera cuales eran las verdades que se quisieron cubrir.

En este marco de cosas nunca fue posible la reconciliación porque nunca hubo un reconocimiento mutuo entre víctimas y victimarios de ninguno de los dos bandos, la amnistía dio impunidad tanto a la Fuerza Armada, Estado y oligarquía como al FMLN. No hubo disculpas, no hubo perdón. Por tanto, no hubo un cambio en la percepción de los otros, así como no hubo un cambio en la reconstrucción del tejido social y económico, se mantuvieron tal cual, las diferencias de clase.

“La reconciliación que se pretende tras los reconocimientos obligados de la participación en atrocidades tiene una dinámica que involucra la superación de la indiferencia ante el sufrimiento del otro”[11] (Gaborit 2015). Esto significa que el victimario debería reconocer el dolor que causó a la víctima, familia o sociedad para que exista un proceso de rehabilitación humana en ambos. Es decir, por ejemplo, que, si Cristiani supo de los planes del alto mando del ejército para asesinar a los jesuitas, debería ser sensible al daño causado, cuando en su calidad de comandante general del ejército, no impidió la masacre. Debería disculparse con verdadero arrepentimiento porque solo desde ahí puede cambiar la percepción que se tiene del contrario y desde ahí comenzar la construcción de una cultura de paz. Que es el objetivo de la reconciliación social.

No es casual que Parker se presente con un documento de esa naturaleza, porque en la derecha oligárquica del país no existe ni el más mínimo asomo de arrepentimiento ante los crímenes que en la historia han cometido contra el pueblo para proteger sus intereses de clase. Lo que ofrece Parker no es reconciliación, es impunidad y cinismo. La Sala de lo Constitucional derogó como ya mencionamos la ley del 93, esto ha permitido que casos como el de la masacre del Mozote sea investigado y estén en pleno juicio algunos de los perpetradores de más alto rango del ejército[12] de igual manera el caso de la masacre de los sacerdotes jesuitas de la UCA se ha reabierto[13] bajo la línea de querer saber la verdad sobre quienes fueron los autores intelectuales, entre los que podría estar el expresidente Cristiani en tanto que como comandante del Ejército no pudo haber estado exento de conocer esos planes.

El Salvador no necesita una nueva ley de amnistía, no puede darse la reconciliación por decreto, y muchos sobre la impunidad. Debe ser una acción que demuestre asumir la responsabilidad por parte de los perpetradores de sus acciones y sobre ello disculparse, para que las victimas puedan vaciar el dolor de sus penas y así dar pie a una nueva forma de relacionarnos como sociedad. De la impunidad jamás surgirá la paz.


 

[1] Presentan borrador de una nueva Ley de Reconciliación Nacional.  https://www.asamblea.gob.sv/node/8511

[2] Se instala Comisión Ad hoc que estudiará las implicaciones de la sentencia de la Sala de lo Constitucional en la que declaró inconstitucional la Ley de Amnistía. https://www.asamblea.gob.sv/node/7259

[3] Asamblea busca nueva amnistía para criminales de guerra del ejército y la guerrilla. https://elfaro.net/es/201902/el_salvador/23044/Asamblea-busca-nueva-amnist%C3%ADa-para-criminales-de-guerra-del-ej%C3%A9rcito-y-la-guerrilla.htm

[4] Ídem.

[5] Reconciliación. Armiño & Areizaga (SF). Diccionario de Acción Humanitaria. http://www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/182

[6] Balance de InSight Crime sobre los homicidios en 2018. https://es.insightcrime.org/noticias/analisis/balance-de-insight-crime-sobre-los-homicidios-en-2018/

[7] Ley de Reconciliación Nacional. 1992 Asamblea Legislativa. https://www.asamblea.gob.sv/sites/default/files/documents/decretos/171117_072936788_archivo_documento_legislativo.pdf

[8] IDEM

[9] Ley de Amnistía General para La Consolidación De La Paz. 1993. Asamblea Legislativa. https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2002/1841.pdf

[10] IDEM

[11] Gaborit, M. 2015. “Recalibrando la mirada al pasado: reconciliación y perdón en el posconflicto”. Revista ECA 740. Editoriales UCA. Retomado de http://www.uca.edu.sv/eca/eca.php?texto=422

[12] Juez ordena reapertura del caso El Mozote y abre proceso contra el Alto Mando de 1981. https://elfaro.net/es/201609/el_salvador/19339/Juez-ordena-reapertura-del-caso-El-Mozote-y-abre-proceso-contra-el-Alto-Mando-de-1981.htm

[13] Cámara ordena reabrir caso jesuitas. https://elmundo.sv/camara-ordena-reabrir-caso-jesuitas-2/

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