¿Un pacto mundial por el empleo? o ¿acuerdo para el rescate del capitalismo?

En la nonagésima octava  conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebrada en Ginebra, Suiza con fecha del 19 de junio del 2009, se reunieron representantes de gobiernos, trabajadores y empleadores de los Estados miembros de dicha organización, y adoptaron por unanimidad el documento “Para recuperarse de la crisis:  Un pacto mundial para el empleo”.

En la nonagésima octava  conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebrada en Ginebra, Suiza con fecha del 19 de junio del 2009, se reunieron representantes de gobiernos, trabajadores y empleadores de los Estados miembros de dicha organización, y adoptaron por unanimidad el documento “Para recuperarse de la crisis:  Un pacto mundial para el empleo”.

En este acuerdo, en el que aparentemente hubo representación de la clase obrera por medio de dirigentes sindicales, propone un diálogo tripartito –jefes de gobierno, trabajadores y empleadores—para tomar una serie de medidas en la vía de hacer menos dolorosa la pesada carga de la crisis para todas las partes involucradas y con la ayuda de “todos” los sectores ir poco a poco menguando el periodo de la “post-crisis” del capital. En un extracto del prefacio afirma: “El objetivo fundamental del Pacto para el Empleo, es proveer una base acordada internacionalmente para políticas diseñadas para reducir el período entre recuperación económica y recuperación con oportunidades de trabajo decentes. Es un llamado a la acción mundial urgente: nacional, regional y global”. Interesante ¿no?

Claro, suena interesante si lo vemos desde el punto de vista de las clases hegemónicas nacionales, regionales e internacionales. Por supuesto, cuando estalló la crisis generada por las mismas contradicciones en las que se mueve el capitalismo, no había nada de diálogos tripartitos para mejorar las condiciones de los trabajadores, había que colaborar para que los empresarios fueran rentables y que los gobiernos no  intervinieran  en la economía y todos conformes y contentos. Ahora que están en aprietos claman por un diálogo con los trabajadores, que los gobiernos les inyecten grandes  sumas de dinero para reactivarlos, que los pobres se aprieten más el cincho y para colmo de males les dan una patada en el trasero cuando cierran sus fabricas y… ¿todos conformes y contentos? 

A todas luces es un pacto con claro carácter de clase, ¿quién domina el juego? Desde luego que los que ejercen un mejor control y hegemonía sobre organismos tales como la OIT, en detrimento de la mayoría de la clase trabajadora, “buscar un acuerdo en el que todos salgamos beneficiados”, esto suena a más de lo mismo como la tan cacareada consigna de la unidad nacional, de que esto es un problema de todos y por tanto “todos” debemos de padecer los efectos de la crisis. Cuando en periodos de auge económico no hubo reparto equitativo de la riqueza para “todos” los que la generaban, mucho menos habrá ahora que nos piden más austeridad.
Muchos dirigentes reformistas tratan de conciliar las clases y tiran el anzuelo de que todos hemos sufrido y padecido los efectos de la crisis desde el gran empresario hasta el más humilde trabajador, y allí está una de las trampas con las que tratan de desarmarnos ideológicamente y buscan alejarnos de la lucha organizada. Es obvio para todo mundo que la burguesía no sufrirá los efectos de la crisis como los trabajadores que somos quienes siempre pagamos sus platos rotos en tiempos de crisis.
En varios apartados el documento hace lecturas ambiguas de lo que debería ser la sociedad y la economía después de la crisis, enfocado en un Trabajo Decente, Crecimiento, Rentabilidad Empresarial y una mejor atención al problema del Medio Ambiente, ¡pero dentro del mismo sistema capitalista! ¡Imposible! Un trabajador que provenga de cualquier centro de trabajo se da cuenta que es una burla que le digan que habrán tiempos mejores en los que todo lo anterior tendrá aplicabilidad cuando está viendo que la realidad es otra; que los trabajos están lejos de ser y casi nunca han sido decentes, que nunca habrá un crecimiento igual para todos, que los empresarios son rentables a costa de la explotación de los trabajadores y que el deterioro medioambiental  es producto de la voracidad del régimen de producción burgués que no tiene reparos en destruir la fauna y la flora. Si no preguntemos a la British Petroleum que piensa del derrame de petróleo que generó en las costas atlánticas y tiene ya varios meses, ¿quien pagará las consecuencias? De seguro que “todos”, y la British ¿compartía sus ganancias con todos? Lo dudamos mucho. 
¿Necesitamos un Pacto? Sí, pero de los explotados, de todos los trabajadores, ante la incapacidad y la bancarrota de algunos dirigentes reformistas, los obreros debemos de tener el criterio de la unidad entre nosotros no con los patronos, ser militantes, fortalecer los sindicatos y presionar a la dirigencia que  no tome dichas posturas de diálogo fraternal entre las partes, pasar de la lucha economisista que no está mal por supuesto y pasar a la lucha política por la toma del poder, en todo el mundo se están dando grandes pasos al respecto y debemos celebrar que hay un auge reivindicativo de la clase obrera a nivel mundial por defender  las conquistas ganadas en el pasado.
Que vivan los trabajadores de todo el mundo!
No a los pactos con la burguesía!
 

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