Trabajadoras y Trabajadores LGBTI en la lucha de clases

A través de la historia personas lesbianas, gais, bi­sexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), han sido tan parte de cada iniciativa de lucha revolucionaria como cualquier otro compa­ñero o compañera heterosexual. Sin embargo, a pesar de es­tar desposeídos de medios de producción sin otra alternativa que la venta de su fuerza de trabajo para subsistir, las y los trabajadores LGBTI no siempre han podido inte­grarse abiertamente a la lucha revolucionaria de la clase obrera. La censura, la desinfor­mación y los prejuicios de la moral bur­guesa, funcionan sin miramientos para engendrar las actitudes más nocivas entre nuestras filas. Prueba de ello es que cada año en El Salvador se contabilizan docenas de muertes y cientos de casos de violencia por odio a la orientación sexual, iden­tidad y expresión de género de las personas LGBTI. La mayoría de las víctimas –como siempre- son aquellas que provienen de los estra­tos más pauperizados por el sistema: pobres, zonas controladas por pandi­llas, trabajadoras sexuales, etc. Cuando estos casos se tratan a través de los medios de comunicación son abordados de mane­ra sensacionalista y no logran sino exacerbar la homo-lesbo-transfobia engendrada por el capitalismo.


A través de la historia personas lesbianas, gais, bi­sexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), han sido tan parte de cada iniciativa de lucha revolucionaria como cualquier otro compa­ñero o compañera heterosexual. Sin embargo, a pesar de es­tar desposeídos de medios de producción sin otra alternativa que la venta de su fuerza de trabajo para subsistir, las y los trabajadores LGBTI no siempre han podido inte­grarse abiertamente a la lucha revolucionaria de la clase obrera. La censura, la desinfor­mación y los prejuicios de la moral bur­guesa, funcionan sin miramientos para engendrar las actitudes más nocivas entre nuestras filas. Prueba de ello es que cada año en El Salvador se contabilizan docenas de muertes y cientos de casos de violencia por odio a la orientación sexual, iden­tidad y expresión de género de las personas LGBTI. La mayoría de las víctimas –como siempre- son aquellas que provienen de los estra­tos más pauperizados por el sistema: pobres, zonas controladas por pandi­llas, trabajadoras sexuales, etc. Cuando estos casos se tratan a través de los medios de comunicación son abordados de mane­ra sensacionalista y no logran sino exacerbar la homo-lesbo-transfobia engendrada por el capitalismo.

Algunas vanguardias revolucionarias de la historia han estado contaminadas de estas actitudes, derivando en que compañeros LGBTI hayan sido marginados, discriminados y hasta ejecuta­dos por tener una identidad de género o sexual disidente con las normas heteropatriarcales[i]. No obstante, muchos han sido los valientes LGBTI que han demostrado su compromiso polí­tico con el movimiento obrero. En esta ocasión solo nos refe­riremos a algunos ejemplos de acciones colectivas de activistas LGBTI con conciencia de clase.  

En Estados Unidos[ii] para las décadas de 1940 al 70, la diversidad sexual y genérica era brutalmente reprimida y perseguida. No existía ninguna ley que protegiera los derechos de las personas LGBTI, especialmente el derecho al trabajo, y la orientación se­xual e identidad de género eran razones constantes de despidos. Sin nadie que pudiera garantizar sus derechos, los trabajadores LGBTI se abocaron a los sindicatos convirtiéndose éstos en una herramienta para reclamar sus derechos. En este contexto, sur­gen personajes como Morris Kight, quien fue organizador del Sindicato de Trabajadores Petroleros y quien más tarde en 1969 fundaría el Frente de Liberación Gay. Otro activista notable fue Bayard Rustin quien pertenecía al Partido Socialista de Estados Unidos y fue clave para el movimiento Pro derechos civiles. Él ayudaría a la formación de un comité gay que junto al Sindi­cato de Maestros de Nueva York exigiría prácticas de empleo justas para lesbianas y gais en los 70s. Es así como los sindica­tos se convierten en un mecanismo para el cam­bio de la situación de las personas LGBTI, y para 1980 se formaría “Pride at Work”, la primera organización de trabaja­dores LGBTI en Estados Unidos.

Estas breves pero simbólicas historias evidencian que las personas LGBTI podemos ser parte de la organización de masas. El sistema nos ha colo­cado siempre en la peor pre­cariedad y esto nos ha obli­gado a luchas constantemente por justicia y por el derecho a un trabajo digno, del cual aún se nos priva por ser diferentes.

Por tanto, este Primero de Mayo queremos declarar que dentro de la cla­se trabajadora también hay personas que pertenecen a la diversidad sexual y que marchar ese día es un acto de reivindicación y resistencia que bus­ca liberar a las y los oprimidos por el capitalismo y el heteropa­triarcado. Ante las múltiples crisis del sistema, ahora más que nunca necesitamos de un movimiento obrero de avanzada que se fundamente en las ideas del marxismo revolucionario y lu­chemos por hacer avanzar a la sociedad al siguiente estadio de su desarrollo, el estadio inferior del comunismo (socialismo) que establecerá las bases económicas para el estadio superior (el comunismo), la verdadera sociedad libre e igualitaria. En este mismo proceso necesitamos también de una base organi­zada de obreras y obreros LGBTI dispuestos a trabajar las con­ciencias de sus camaradas en el movimiento revolucionario po­sicionando la trascendencia de la diversidad humana para una revolución de clase.



[i] El patriarcado es el sistema de relaciones políticas, socioeconómi­cas y culturales que se basa en la supremacía de lo masculino sobre lo femenino. El heteropatriarcado es una forma específica de patriar­cado que funciona en el capitalismo cuya pervivencia necesita de la proliferación de familias nucleares de las cuales se sirve como fábri­cas de reproducción de trabajadores/as en masa.

 

[ii] La información histórica en este artículo fue retomada de Staff, L. (2013). La lucha de los trabajadores LGBT: una historia.

 

 

Deja un comentario