Provocación ultraderechista y represión policial en Vallecas

Por Javier Cabrera

En la tarde del 7 de abril la ultraderecha de Vox ha consumado su provocación en el barrio obrero de Vallecas. La plana mayor del partido, con Santiago Abascal a la cabeza y acompañada de unas pocas decenas de seguidores, se han posesionado de la Plaza Roja de Vallecas (oficialmente Plaza de la Constitución) rodeados de un intimidatorio cordón policial que los separaba de la multitud de vecinos y antifascistas.

Así, cientos de personas se han concentrado para evitar este intento de pisotear las tradiciones de lucha y organización de este orgulloso barrio madrileño.

Llama la atención que el Ayuntamiento de Madrid, en manos del PP, haya tratado de impedir el mitin de Vox, escudándose en una formalidad administrativa. La derecha tradicional y los sectores empresariales en que esta se basa eran perfectamente conscientes del carácter provocador de la convocatoria de Vox y temían, con razón, una movilización contraria por parte de los vecinos que evidenciara la debilidad de la ultraderecha y pudiera movilizar el voto de la izquierda el 4 de mayo. Finalmente, la convocatoria de Vox ha seguido adelante con el amable permiso de la Delegación del Gobierno.

Desde más de una hora antes del comienzo del mitin, la Policía ha tomado posiciones alrededor de la Plaza Roja, identificando a vecinos jóvenes o que llevaran una estética determinada, o incluso simplemente vestidas de morado. La intimidación policial no ha acobardado a los vecinos de Vallecas, que han rodeado al cordón policial y a las pocas decenas de fascistas encabezados por Abascal y, con cánticos y consignas, han logrado impedir durante varios minutos que Vox hiciera oír en Vallecas sus consignas reaccionarias.

Pero Santiago Abascal ha querido llevar la provocación más allá. A los tres minutos de comenzar su discurso, inaudible por los gritos y cánticos de los vecinos, éste ha bajado del escenario y, acompañado de sus guardaespaldas y varios dirigentes de Vox, se ha dirigido al cordón policial, que finalmente rompieron buscando el enfrentamiento con los manifestantes. Ha sido en ese momento cuando se ha iniciado la carga policial que, por supuesto se ha dirigido exclusivamente contra los manifestantes antifascistas, dejando en paz a los provocadores de la extrema derecha. La Policía ha disparado balas de goma, ha apaleado a decenas de personas (incluyendo varios periodistas debidamente acreditados) y ha detenido al menos a dos personas.

Vox buscaba claramente imágenes de violencia que le sirvieran para alimentar su discurso victimista y provocador contra la izquierda y los barrios obreros. Al no encontrar dichos actos de violencia, sino una actitud firme y serena por parte de los vecinos, Abascal ha ido a buscarlos provocando la carga policial con su actitud matonil. La acción de Abascal, además, buscaba demostrar su ascendente, rayano en el mando, sobre las unidades antidisturbios, que no por casualidad son las unidades policiales más identificadas con el sindicato ultraderechista Jupol y entre las que hay numerosos votantes de Vox. Cómo el Delegado del Gobierno, del PSOE, pasó por alto esta cuestión no es muy difícil de explicar. La política del gobierno de coalición hacia el aparato del Estado, como la de los anteriores gobiernos del PSOE, es de total complacencia y nula intervención contra los elementos reaccionarios y fascistas que dominan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, heredadas intactas de la dictadura franquista.

Pese a todo, la respuesta de los vecinos de Vallecas ha sido ejemplar. Los vallecanos han hecho caso omiso a los que, desde las direcciones de la izquierda, les pedían “no entrar en provocaciones” y dejar pasar impunemente a Vox por el barrio, disfrazando de inteligencia táctica lo que es puro y simple derrotismo. Por supuesto que hay que parar a la ultraderecha, y a la no menos reaccionaria derecha de Ayuso, el 4 de mayo en las urnas; pero el voto por sí solo no puede sustituir la organización desde abajo de la clase trabajadora y la juventud.

Dejar que Vox se paseara plácidamente por las calles de Vallecas equivaldría a ondear la bandera blanca de la rendición. No es sólo el carácter abiertamente reaccionario de esta formación política, no es sólo su provocación y sus insultos constantes contra migrantes, mujeres etc. Es que bajo su ala se cobijan grupúsculos, estos sí, abiertamente fascistas y nazis que están empezando a practicar el terrorismo contra las organizaciones obreras y de la izquierda, como pudimos ver hace poco en Cartagena, en Coslada y en otros sitios. Es necesario, por lo tanto, tratar siempre de impedir que la ultraderecha se pavonee por nuestros barrios y pueblos, tal y como han hecho los vecinos de Vallecas ayer y los de tantos barrios y pueblos de Cataluña el pasado febrero. A las provocaciones de la ultraderecha sólo cabe responder con movilizaciones masivas que expulsen a estos parásitos y demuestren a la vista de todo el mundo que no son más que escoria social cuya bravuconería es impotente ante la acción de masas de la clase trabajadora.

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