Por un sindicalismo combativo y revolucionario en Guatemala

Memo Pachecho – CMI Guatemala

El sindicalismo en Guatemala surge como la contra parte, de las políticas de los sectores que manejan los grandes flujos de capital, plasmando su visión de un país neocolonial, así tras la derrota del gobierno “Ubiquista” se inició una de las épocas doradas de la historia de Guatemala consolidando y materializando grandes avances en materia de política sociales, particularmente en lo laboral.

El movimiento obrero tuvo su boom en la revuelta del 44, el proceso revolucionario estuvo marcado por una actividad política fuerte por parte del movimiento sindical, lo cual intentó unificar el movimiento obrero y campesino. El Estado de Guatemala con una nueva Constitución Política y un nuevo Código de Trabajo reconoció legítimamente la libre asociación y el derecho de huelga.

El Sindicato de Trabajadores Bananeros de Izabal fue uno de los primeros sindicatos constituido en la historia de Guatemala, creado en 1947, y justo este año cumple 73 años de lucha, a pesar que el sistema opresor por años ha intentado acallar los esfuerzos de los sindicalistas, sin embargo, cada día se fortalecen sus filas y su militancia, centrando sus fuerzas en la reivindicación y defensa de los derechos laborales.

La clase dominante a través del congreso crea leyes que buscan de alguna manera quitar el papel histórico del movimiento sindical y su organización, con la ayuda de su aparato estatal ha perseguido y ejecutado a grandes líderes sindicales que no solo buscan mejorar las condiciones de los trabajadores, sino instaurar un Estado para todos con igualdad y equidad, esta es la realidad de Guatemala un país oprimido bajo el modelo capitalista de producción donde las libertades solo son palabras bonitas que se pronuncian en los actos oficiales por los políticos del régimen.

Esta opresión de clase nos empuja a sufrir las consecuencias de un sistema inhumano e irracional, donde los que trabajamos más, no podemos ni tener las condiciones básicas para vivir una vida digna, es un martirio que no parece acabar. La crisis  crónica que atraviesa el capitalismo se ha destapado mortalmente en la pandemia del Coronavirus, según datos del (FMI) más de 170 países ya se encuentra en etapa de recesión, en la mayor parte del mundo los gobiernos no han tenido la intervención adecuada, lo que ocasionó que micro, pequeñas y medianas empresas cerraron sus actividades al público, recortaran o despidieran personal sin ninguna justificación previa.

Para finales del año 2020, según estimaciones de FUNDESA se podría perder más de 1 millón y medio de empleos formales, con la ayuda del Banco de Guatemala se hizo cruce de información para determinar los datos. Como porcentaje del total de empleo que genera cada actividad económica, las más afectadas son las actividades de alojamiento y servicios de comida con una pérdida de 42.8 %, le sigue construcción con 34.7%, comercio (por mayor y menor) y reparación de vehículos con 24.6 % y en agricultura la pérdida de empleos sería del 22.5%, además otras actividades 26.1%, sin tomar en cuenta los trabajadores informales que de por si tienen obstáculos en tener un ingreso digno, ahora con la reactivación económica del país y la nueva “normalidad” de los guatemaltecos, están expuestos a que aumenten los atropellos a los derechos laborales maximizando las precariedades en la condiciones en que se trabaja.

Eso nos deja muy claro que la clase trabajadora no cuenta con las condiciones humanitarias para poder tener un trabajo digno, a esto le podemos sumar la falta de liderazgo en la organización sindical en exigir al Estado las garantías de bienestar y a las empresas privadas mejoras y estabilidad laboral, ya que ellos manejan una idiosincrasia de la no organización sindical.

El sindicalismo tiene bases legales conforme a lo estipulado por la Constitución Política de la República de Guatemala, en el artículo 34, el cual reconoce el Libre Derecho de Asociación, el convenio 87 sobre la Libertad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicación y el Convenio 98 sobre el Derecho de Sindicación y de Negociación Colectiva, ambos de la Organización Internacional del Trabajo, el cual se define como el derecho que tienen los trabajadores y empleadores a constituir organizaciones de beneficio para los trabajadores, sin embargo, esto es pisoteado a conveniencia de los grandes empresarios.

Para poder mejorar las condiciones laborales es necesario no solo reivindicar el movimiento sindical en Guatemala, en la actualidad existen “lideres” como Joviel Acevedo que se sienta sin pudor con cualquier gobierno de turno, para pactar o negociar, manteniendo su red de impunidad. Con los préstamos millonarios que se avalaron a los bancos extranjeros con la finalidad de mitigar la pandemia, se aprobó una fuerte cantidad de dinero para el pacto colectivo a los ministerios de Salud y Educación, tomando en cuenta que la red hospitalaria y la de escuela están en su mayoría en estado crítico, esto nos deja en claro su modus operandi, que más que brindar soluciones solo se beneficia con la crisis sanitaria.

Los sindicatos en esta crisis en su mayoría han perdido el objetivo por los cuales fueron creados, manteniendo “líderes” que por años han sido el brazo de apoyo de los gobiernos. Es primordial formar líderes con crítica y formación política social y esto solo lo pueden brindar las ideas del marxismo, con una militancia constante y de lectura, para poder reestructurar las bases del sindicalismo en el país.

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