¿Por qué los marxistas defendemos el derecho al aborto?

Tomar una postura sobre el aborto es muy difícil, lo cierto es que nadie puede ser indiferente a es­tar a favor o en contra de esto, y los marxistas no somos la excepción: nosotros apoyamos el aborto pues lo consideramos un derecho democrático fundamen­tal de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el aborto como “la interrupción del embarazo cuando el feto todavía no es viable fuera del vientre materno”. Es decir, esta interrupción evita que el feto se desarrolle y que nazca un bebé. Se recono­cen dos tipos de abortos, el espontáneo y el inducido, los cuales dependiendo de la legislación de cada país pueden ser consi­derados legales o ilegales. El aborto espontáneo es cuando la gestación termina de manera inesperada y abrupta, sin ningún tipo de intervención externa, esto quiere decir que sucede por causas biológicas; puede estar condicionado por la salud y la edad de la mujer embarazada. El aborto inducido, por su parte, es el provocado adrede con intervención externa, ya sea médica o no, con el objetivo de poner fin al embarazo; y las razones por las que se realiza pueden ser diversas, por ejemplo, malformación del feto, por ser de alto riesgo para la vida de la mujer, por ser producto de violación, etc. Según estudios, tanto los abortos espontáneos como los inducidos se producen, generalmen­te, en las primeras 12 semanas de gestación[i].

Alrededor del mundo, se practican millones de abortos cada año. Sin embargo, son solo cin­co países en todo el mundo los que prohíben y penalizan el aborto bajo cualquier circunstancia, cuatro de ellos se encuentran en América Latina, incluyendo a El Salvador. En esta región, según un estudio publicado por el Instituto Guttmacher de EUA, alrededor de 4.4 millones de mujeres entre los 15 y 44 años se practicaron un aborto en 2008, de los cuales el 95 % fueron practicados en condiciones insegu­ras[ii], es decir, fueron en su mayoría clandestinos, y en condicio­nes muy deplorables y traumáticas para las mujeres. Además, la OMS asegura que en América Latina el 12 % de las muer­tes maternas son producto de este tipo de abortos inseguros. La única excepción a la regla de los países latinoamericanos con leyes severas en contra del aborto es Uruguay. En este país sudamericano en 2012 se aprobó la interrupción del emba­razo durante las primeras 12 semanas de gestación, de forma gratuita, y sin ningún tipo de restricciones. Una vez tomada la decisión de una mujer de terminar con su embarazo en el plazo establecido el sistema de salud pública uruguayo está ca­pacitado para cumplir con su decisión, garantizando las con­diciones para que no sea una experiencia tan traumática. Des­de que se aprobó la ley, los abortos y la mortalidad materna han disminuido considerablemente, esto derriba el argumen­to de afirmar que si se legaliza el aborto las cifras de muerte materna y aborto aumentarían, la experiencia de Uruguay y la de otros países, como Cuba, ha demostrado que esto no es así.

Contrario a Uruguay, en El Salvador la ley penaliza el aborto en todas sus formas sea espontáneo o inducido; el caso de este país es sui generis: fue hasta 1998 que se prohibió completa­mente, antes era legal bajo ciertas circunstancias. Los datos del Ministerio de Salud (MINSAL) demuestran lo irracional y re­accionario de esta ley que parece estar diseñada para matar y criminalizar a las mujeres, específicamente y sobre todo a las mujeres pobres y trabajadoras. El MINSAL estima que desde 1998 se han realizado más de 19,000 abortos, y de estos la ter­cera parte fueron realizados por adolescentes. El Salvador es un claro ejemplo de que la prohibición absoluta del aborto no soluciona nada, lo único que hace es perpetuar la situación de sufrimiento y miseria de las mujeres que viven en un país donde las tasas de embarazos no deseados y por agresión sexual son muy altas.

Al comparar las leyes de es­tos dos países nos damos cuenta de dos cosas, en pri­mer lugar, que ni las leyes más reaccionarias y vio­lentas lograran dismi­nuir los abortos, estos seguirán practicándose ya sea espontáneamente o inducidos en la clan­destinidad. En segundo lugar, paradójicamente al espanto generalizado en tor­no a la legalización del aborto, la legalización supo­ne el medio más efectivo de lucha contra el aborto, porque precisamente, como en el caso Uruguayo, lleva consigo otras medidas, en­tre ellas educación y salud sexual y reproductiva de calidad, acceso universal a métodos anticonceptivos eficaces para evitar embarazos no deseados, planificación familiar, etc.

Pese a esto, pareciera que algunos sectores de la sociedad no están dispuestos a abrirse a un debate sincero que ten­ga como eje central la salud y la vida de las mujeres, en su lugar prefieren continuar condenándolas y criminalizándo­las mediante un moralismo absurdo y dogmas religiosos ca­rentes de sentido. ¡En esto los “próvida” son expertos! No se dan cuenta que con sus campañas antiaborto lo menos que hacen es defender la vida, pues es sencillo de entender: si se está en contra del aborto legal, seguro y gratuito, realizado en clínicas especializadas, por consecuencia, se está a favor del aborto clandestino, que es una de las causas principales de muerte materna, ya que estos siempre seguirán ocurriendo.

Para entender muy bien la hipocresía en la postura de los grupos próvida y de la clase dominante respecto al aborto, de­bemos ver esta problemática desde el punto de vista de clase. Ha sido el capitalismo con su moral burguesa la que ha con­denado a que más mujeres tengan que pasar por la no grata experiencia del aborto clandestino, privándolas de medios efec­tivos de planificación familiar y de métodos anticonceptivos. Penalizar y restringir el derecho al aborto afecta únicamente a las mujeres trabajadoras que no pueden recurrir a especialis­tas, ni acceder a los mejores métodos anticonceptivos. Como es de todos conocidos: las ricas abortan, las pobres mueren.

A menudo, estos grupos tratan de minar la conciencia de las personas haciendo uso de argumentos trillados que no hacen más que confundir. Dicen que el aborto es asesinar bebes ¿es esto realmente cierto? Los análisis y estudios bioé­ticos afirman que no es sino hasta el tercer mes de gestación que el sistema nervioso, las sensaciones y la vida cerebral del feto comienza a desarrollarse. Pero la vida comienza desde el instante mismo de la concepción y por tanto el aborto es un asesinato, dicen otros, y nosotros volvemos a preguntarnos ¿esto es verdad? No realmente, la evidencia científica nos de­muestra que cualquier célula con el genoma humano com­pleto puede seguir con vida fuera del organismo; de hecho, el embrión o cigoto puede ser fertilizado in vitro debido a que es una célula viva, pero no es un ser humano científicamen­te. Podemos compararlo con un órgano cualquiera del cuer­po humano, por ejemplo, un riñón. El riñón es un organismo multicelular que contiene genomas humanos completos, pero eso no significa que el riñón en sí mismo sea un humano. Argumentos de este tipo sobran, -eso que no hemos tomado en cuenta los religiosos por el espacio de este articulo- es un deba­te de no acabar; como marxistas lejos de preconcepciones reli­giosas e idealistas, o infundadas por la moral burguesa respecto al tema, nos basamos en los avances de los estudios científi­cos, y consideramos el aborto como un derecho de las mujeres.

Ahora bien, ¿por qué consideramos que es un derecho? ¿Y qué significa que lo defendamos? Lenin, escribiendo sobre el dere­cho a la autodeterminación de los pueblos, hace una compara­ción con el derecho al aborto y el divorcio. Respecto al derecho al aborto dice que es el derecho de una mujer para decidir si tie­ne o no un bebé, pues es claro que una mujer tiene el derecho de disponer sobre su propio cuerpo como mejor le parezca[iii]. Sus­cribimos totalmente esta postura de Lenin, es decir, no estamos a favor del aborto, estamos a favor del derecho al aborto. Esto no significa que como marxistas promovamos que todas las muje­res deben abortar, o que defendamos que el aborto es bueno en sí mismo, o peor aún que obliguemos a las mujeres a abortar ¡no, de ninguna manera! Pensar esto no tiene ningún sentido. No creemos que las mujeres deban abortar, pero si creemos que el aborto en algunas circunstancias representa el mal menor, y que no debe ser penalizado, mucho menos, cuando es espontáneo.

Defendemos el derecho al aborto bajo cualquier circunstan­cia, lo cual implica la despenalización como parte de un progra­ma de salud integral, el cual incluya métodos anticonceptivos al alcance de todos, planificación familiar, y la interrupción del embarazo, cuando así sea decidido por las mujeres, en condi­ciones de salubridad adecuadas, por médicos especializados, y con orientación psicológica libre de prejuicios. Defendemos que la legalización del aborto sea precisamente para luchar con­tra el mismo, mediante la socialización de los métodos anti­conceptivos más efectivos, así como la intervención oportuna y la divulgación científica por parte de los médicos sobre los males que acarrea al organismo de la mujer la interrupción del embarazo.

Luchamos por una educación sexual libre y gratuita para todas y todos, anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados, y abortos legales para no morir en clínicas clandestinas o por no recibir la atención médica adecuada en el momento oportuno. No se puede seguir jugando con la salud y la vida de las mujeres. Únete a nosotros y luchemos para que la dignidad de las mujeres y el derecho para decidir sobre sus cuerpos sean respetados:

¡NOSOTROS COMO MARXISTAS DEFENDEMOS EL DERECHO AL ABORTO LIBRE COMO UN DERECHO DEMOCRÁTICO DE LAS MUJERES!


[i] Tipos de aborto, en: http://www.abortos.com/tipos_aborto.htm

[ii] Hechos sobre el aborto en América Latina y el Caribe: https:// www.guttmacher.org/sites/default/files/pdfs/pubs/IB_AWW-La­tin-America-ES.pdf

[iii] Marxism and the National Question. Enlace: https://www.mar­xist.com/marxism-national-question250200/part-three-lenin-on-the-national-question.htm

 

Un comentario sobre “¿Por qué los marxistas defendemos el derecho al aborto?

  1. En primer lugar no estoy seguro de que seas marxista y en segundo lugar, las mujeres pueden hacer con su cuerpo lo que deseen, pero un feto ya no es su cuerpo.

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