Las máquilas: lugares de explotación y miseria sin límites

Jornadas laborales de hasta 16 horas ininterrumpidas, salarios miserables, condiciones antihigiénicas, acoso sexual, enfermedades crónicas, problemas en las manos, cuello, columna causados por movimientos repetitivos, horas extras no remuneradas, cansancio extremo, estrés, despidos injustificados, discriminación, derechos humanos y laborales pisoteados… todo esto constituye el día a día de las mujeres que trabajan en las maquilas alrededor del mundo, siendo uno de los trabajos más precarios, la vulnerabilidad de los derechos se ha convertido en la norma en este tipo de lugares.

Las ‘zonas francas’, mejor conocidas como maquilas,  son territorios destinados a la producción industrial para la exportación. De acuerdo a investigaciones realizadas por la Concertación por un Empleo Digno para las Mujeres (CEDM), las maquilas en El Salvador se dedican sobre todo a la confección de ropa e indumentaria. Las zonas francas son utilizadas para atraer la tan anhelada inversión extranjera, a cambio de mano de obra barata y sin derecho a sindicalización; gozan de grandes incentivos fiscales como la exoneración de impuestos sobre las ventas y sobre la renta; exención de derechos de aduana; además las regulaciones del Estado son mínimas. El sector empresarial promueve este tipo de negocios sobre todo en países pobres como los centroamericanos, pues todas las condiciones anteriores convierte a las maquilas en un negocio muy rentable para el gran capital.

En la actualidad, el país cuenta con más de 200 empresas pertenecientes a la industria textil, distribuidas en 17 zonas francas.  Se contabilizan alrededor de 73,300 personas que laboran en este sector, representando una de las mayores fuentes de empleo, sobre todo para las mujeres, que de ese total son alrededor de 58,600, esto quiere decir el 80 %. Convirtiendo a El Salvador en el país con más mujeres que trabajan en el sector industrial de la región.

Las mujeres que aspiran a trabajar en una maquila deben cumplir con cierto perfil que las convierte en presa fácil de la explotación. Así, deben tener entre 18 y 35 años de edad, debido a que las jornadas larguísimas y cansadas de trabajo, junto a las altas metas de producción hacen que mujeres mayores de 35 años ya no sean rentables para los intereses de los empresarios. Son mujeres además con bajos niveles de escolaridad; 8 de cada 10 según varios estudios son jefas de hogares monoparentales, es decir, son madres solteras; provenientes de zonas rurales con situaciones de vida precaria que las orilla a trabajar en este sector debido a la falta de empleo digno.

A pesar de que al inicio de este año se aprobó el aumento al salario mínimo, incluyendo el del sector industrial, las mujeres trabajadoras de las maquilas apenas pueden costearse la canasta básica alimentaria. Mientras tanto el precio de venta final de los productos, confeccionados por ellas en estos lugares, puede alcanzar hasta 300 veces el salario que se les paga por su elaboración. Una situación de miseria agravada por la precarización de su salud y calidad de vida. ¡Es una situación totalmente injusta! Las mujeres son llevadas al límite de sus fuerzas y solo reciben lo más mínimo de lo mínimo para sobrevivir, mientras tanto los capitalistas gozan de millonarias ganancias. Montserrat Arévalo, de la organización Mujeres Transformando, acierta perfectamente en decir que “detrás de una prenda tejida hay una historia de explotación”.

Las fábricas con mayor número de denuncias por violaciones a los derechos humanos y laborales en El Salvador, según un informe de la Concertación Regional de Mujeres por un Trabajo Digno, son la zona franca internacional de Olocuilta, la zona franca de San Marcos y American Park. Las denuncias no reflejan en su totalidad la condición de las mujeres, pues algunas no denuncian por temor a perder su empleo y también porque no confían en las instituciones que en la mayoría de casos no resuelven nada, y denunciar solo representa un desgaste para ellas.

Esta situación lamentable de las mujeres trabajadoras de las maquilas debe movilizarnos a la acción revolucionaria. Debemos agitar por mejoras en las condiciones laborales en estos centros, organizando bajo un programa reivindicativo a las mujeres.


¡Por mejores salarios!     
¡Por el cumplimiento de los derechos de las mujeres trabajadoras en maquilas!
¡Avanzar hacia el socialismo es la única alternativa!

 

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