La falsificación histórica de la Independencia en El Salvador

Foto por Militante BPJ

Septiembre 15 de 1821 sería la culminación del proceso revolucionario iniciado desde 1811 por El Salvador, y los demás países centroamericanos, con el fin de obtener la independencia de España. Desde entonces, han pasado ya 196 años. La historia oficial se ha encargado de presentarnos este hecho como la gesta heroica de los próceres, abnegados patriotas que lucharon sin cesar por traerle felicidad al pueblo, anteponiendo los intereses de este pueblo sufrido para liberarlo del yugo colonial opresor. En honor a esto cada septiembre se viste de los colores azul y blanco, las fiestas no se hacen esperar, el patriotismo y el civismo fluyen, pero… ¿Qué tan cierto es lo que nos han hecho creer? ¿De verdad los próceres criollos buscaban defender los intereses del pueblo?

Muchos factores estuvieron en juego en este acontecimiento revolucionario –la organización social, el antecedente histórico, el factor político, económico, ideológico, internacional, etc.-. La crisis económica de la colonia era insostenible, los tributos, los derechos parroquiales y los impuestos sobre algunos productos agudizaban la crisis de las personas y minaban fuertemente su supervivencia. Esta crisis se vinculó directamente con la crisis política española, el aparato del Estado estaba totalmente degenerado, y la monarquía española alcanzaba su punto más alto de degradación moral. Sucediendo paralelamente, la crisis económica y política, permitieron que comenzara el proceso de la revolución de independencia de las colonias españolas.

La agudización de la crisis revolucionaria propició cambios significativos en los estratos de la sociedad colonial. Los intereses de clase tomaron notoriedad a partir de los principales grupos de vanguardia que buscaban la independencia. Por un lado, los criollos buscaban con reformas mínimas lograr la instauración de una monarquía constitucional, mientras que los mestizos iban mucho más allá en sus planteamientos, pues impulsaban medidas revolucionarias exigiendo la total independencia de España y la instauración de la República como tal.

El factor ideológico determinante fue la adhesión, tanto de criollos como mestizos, a la teoría liberal, la cual adquirió cada vez más popularidad entre el pueblo, pues en aquel entonces era la ideología de vanguardia. Sin embargo, Dagoberto Marroquín1 explica que, por ejemplo, a pesar de la promulgación de los criollos sobre los valores liberales y de que exaltaban la soberanía popular y los derechos del hombre, “sentían repugnancia y desdén hacia la ‘plebe’, negaban capacidad de acción política al pueblo y conservaban gran parte de la ideología feudal en la que habían vivido desde su nacimiento”.

Los criollos -inspirados en las revoluciones de independencia llevadas a cabo en los Estados Unidos y Francia- si bien perseguían cambios jugaron un papel pernicioso a lo largo de todo el proceso. Su política era contraria a los intereses de las masas, mediante estrategias políticas buscaban en la mayoría de las ocasiones frenar su acción revolucionaria. El movimiento popular en noviembre de 1811 fue frustrado debido a la intervención criolla y así lo fueron muchos intentos más adelante. Los criollos solo lograron tomar ventaja del movimiento revolucionario porque eran los más desarrollados política y económicamente en comparación a los mestizos.

El proceso de independencia en sí fue revolucionario, se lograron eliminar las instituciones coloniales más opresoras y se reemplazaron por instituciones apegadas al liberalismo, liquidó al régimen colonial y dio paso a nuevas formas de organización social. Esto no está en duda. La gran falsificación histórica de la independencia radica en el sujeto que llevo a cabo dicho proceso. Se nos ha hecho creer que fueron los criollos, quienes defendían los intereses del pueblo, pero en realidad estos siempre traicionaron al movimiento popular y lo llevaron al fracaso en más de una ocasión, hacían esto porque temían que si la independencia era llevada a cabo por la acción directa del pueblo sus intereses se iban a ver perjudicados, por eso siempre buscaron la independencia por vías pacíficas y negociaciones a puerta cerrada. Su nivel de descaro es tal que no se inmutan en confesar en el acta de independencia que esta se proclamaba “para prevenir las consecuencias que serían temibles en caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.

A 196 años de aquel proceso revolucionario, aún estamos a la espera de otro, uno que de verdad vendrá a liberar a todos los oprimidos del mundo: el proceso revolucionario socialista. 


[1] Marroquín, Dagoberto: Apreciación sociológica de la independencia salvadoreña.

 

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