La crisis capitalista y la tendencia decreciente de la tasa de ganancia

En estos días existe una confusión considerable sobre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sobre todo en los círculos académicos. Esta confusión surge de una visión unilateral no dialéctica, que aísla un elemento de la teoría económica de Marx y exagera su importancia mucho más allá de la intención de Marx. Durante los años 60, la defensa de las ideas de Marx sobre la caída de la tasa de ganancia contra los críticos burgueses fue sin duda necesaria y progresista. Hoy, sin embargo, se ha convertido en una especie de petulancia, una verdadera obsesión de los académicos “marxistas” que carecen de conocimiento de dialéctica y son incapaces de ver el proceso en su conjunto.

En estos círculos, se ha puesto de moda reducir toda la teoría de la crisis de Marx a este único elemento. Lo que Marx consideraba una tendencia (tuvo mucho cuidado al usar ese término) se ha elevado a un principio absoluto, una especie de piedra filosofal económica que aparentemente puede explicarlo todo. Si las cosas fueran tan simples como eso, uno se pregunta por qué Marx se tomó la molestia de escribir tres (en realidad cuatro) volúmenes considerables para explicar el funcionamiento del capitalismo.

En realidad, hay una gran cantidad de causas de crisis que interactúan, algunas fundamentales, otras secundarias, una de las cuales puede ser la caída de la tasa de ganancia. Sin embargo, para algunos, se ha convertido en una nueva ortodoxia; la única razón de la crisis capitalista, incluso hasta el punto de afirmar que se puede predecir cuándo, dónde y por qué estalla una crisis. Aparentemente, armado con un conocimiento de las tasas de ganancia, uno puede predecir casi cualquier cosa. Cuando las ganancias aumentan, estamos en un boom; cuando las ganancias bajan, ¡estamos en una depresión! Pero nada es tan simple o mecánico. La recuperación actual de las tasas de beneficio va acompañada de una crisis cada vez más profunda y un colapso de la demanda en Europa. Esto, a su vez, ha producido una desaceleración global, especialmente en China, Japón, India y Corea del Sur. Esto es un reflejo de la crisis orgánica del capitalismo que vivimos en los años 30.

Curiosamente, incluso el propio Marx, con años de estudio a sus espaldas, fue incapaz de predecir con precisión las crisis. Este no era el método ni la intención de Marx. Claramente, debería haber esperado cien años para ser educado por los “Profetas de la Tasa descendente”. Lamentablemente, sin embargo, todos los intentos de predecir las crisis capitalistas con este recurso han fallado, incluida esta última crisis. Algunos dicen que predijeron la caída de 2008, ¡pero han estado haciendo la misma predicción todos los años durante 20 años! Tales “predicciones” las hay a montones. No hace falta decir que un reloj parado normalmente acierta dos veces cada 24 horas.

Hoy tenemos el lamentable espectáculo de diferentes escuelas de académicos “marxistas”, establecidas para discutir sobre su tasa de ganancia, en base a sus interpretaciones y cálculos. Mark Twain dijo una vez: “Hay mentiras, malditas mentiras y estadísticas”. Como los escolásticos medievales que discuten sobre el sexo de los ángeles, se pelean por las minucias de las estadísticas para demostrar que ellos, y no el otro bando, tienen razón. No hace falta decir que no somos más sabios después de este “debate” de lo que éramos antes. Todo se ha vuelto bastante estéril y revela un enfoque mecánico no dialéctico de este y otros temas.

Intentemos situar la idea de Marx en su contexto adecuado. Aunque la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia era importante para Marx, ni él ni Engels la consideraban la principal causa de la crisis o el foco de la economía marxista.

Teoría del valor trabajo

En el volumen uno de El capital, Marx muestra cómo se produce la plusvalía. Explica que el capitalista encuentra en el mercado una mercancía particular que, a diferencia de todas las demás mercancías, es fuente de valores mayores que su propio valor. Esta mercancía es la fuerza de trabajo. Marx lo definió como el “conjunto de las condiciones físicas y espirituales que se dan en la corporeidad, en la personalidad viviente de un hombre y que éste pone en acción al producir valores de uso de cualquier clase”.1 La compra y uso de estas “capacidades físicas y espirituales”, el músculo físico y mental del proceso de trabajo, constituye la explotación de la clase trabajadora. Por el contrario, el trabajo, o el proceso de trabajo, es el trabajo que añade  valor a las materias primas.

Después de comprar fuerza de trabajo por un salario destinado a mantener al trabajador y a su familia, el capitalista procede a poner a trabajar a sus asalariados. Si bien el trabajador tiene un contrato para trabajar, digamos 8 horas, cubre el valor de su salario en quizás 4 horas. Marx describe este período inicial como tiempo de trabajo necesario. Pero una vez que cubre el valor de su salario, no deja de trabajar, sino que continúa hasta el final de su turno de 8 horas. Este período extra más allá de la parte necesaria es donde el trabajador produce plusvalía para el capitalista, y Marx lo describe como tiempo de trabajo excedente. Se trata de trabajo no remunerado y es de donde provienen las ganancias de los capitalistas.

El valor de las materias primas y la energía consumida en la producción de la mercancía no crean nuevo valor, sino que simplemente transfieren su valor existente al nuevo producto. Esto incluye el desgaste de las máquinas, que sólo transfieren su valor gradualmente, lo que se conoce como depreciación. El trabajo (combinado con la naturaleza) es la fuente de todo nuevo valor, incluida la plusvalía. Una planta que contiene máquinas y materias primas, si se deja inactiva, simplemente se oxidará y finalmente se arruinará. Sin embargo, tan pronto como se aplica el trabajo humano a estas cosas, se crean nuevas mercancías y nuevos valores. Esta es la fuente y la única fuente de plusvalía. Una máquina simplemente aumenta la productividad del trabajo humano y permite que la fuerza de trabajo se consuma con mayor intensidad.

Todo el valor existente del trabajo pasado contenido en las materias primas, etc., se transfiere a las nuevas mercancías. A esto Marx lo llama “trabajo muerto”, en contraposición al nuevo valor agregado, que Marx describe como “trabajo vivo”. Lo compara con un vampiro chupasangre. “El capital es trabajo muerto”, explica Marx, “ese vampiro, solo vive succionando trabajo vivo, y cuanto más vive, más trabajo chupa”. 2

La fuerza impulsora del capitalismo es la producción de plusvalía. El capitalista está decidido a exprimir hasta la última gota de ganancia del trabajo no remunerado de la clase trabajadora. Lo hace a través de una combinación de formas: alargando la jornada laboral, acelerando las máquinas, introduciendo máquinas que ahorran mano de obra, racionalización, acuerdos de productividad, nuevos turnos, estudios de tiempo y movimiento, técnicas de producción ajustada, etc. Estas son técnicas con las que los trabajadores se han familiarizado, especialmente durante los últimos 30 años.

Marx consideró el capital total invertido por el capitalista de la siguiente manera. El capital constituido por medios de producción, materias primas, energía, etc., se considera capital constante, ya que simplemente transfiere su valor a las nuevas mercancías. El valor que imparten es fijo. Sin embargo, el capital representado por la fuerza de trabajo (salarios) se considera capital variable, ya que es la fuente de todo nuevo valor. La cantidad de valor que imparte no es fija, sino que se expande. Por lo tanto, el capital total se puede presentar como c + v, donde c es la parte constante y v es la variable. De ello se deduce que el valor total de todas las mercancías se compone de c + v + s, donde s representa la plusvalía. Como la plusvalía está “encerrada” dentro de la mercancía, el capitalista sólo puede realizar esta plusvalía cuando se venden las mercancías. Por lo tanto, la plusvalía se crea sólo en la producción, pero solo se realiza en el intercambio, en el mercado.

Si la jornada laboral se divide entre trabajo necesario y trabajo excedente, la tasa de plusvalía es la relación entre las dos partes de la jornada laboral. Cuanto mayor sea el excedente, mayor será la tasa. Es exactamente la misma relación que existe entre la plusvalía y el capital variable, es decir, s / v. En términos simples, la tasa de plusvalía es la tasa de explotación del trabajo por el capital, o del trabajador por el capitalista. La clase capitalista obliga a la clase trabajadora a realizar más trabajo del requerido para cubrir sus medios de subsistencia, produciendo así plusvalía.

Por supuesto, los capitalistas intentan ocultar esta explotación. Dicen que compran el trabajo de los trabajadores en lugar de la fuerza de trabajo de los trabajadores. Pero esto no es cierto. Los capitalistas no emplearían trabajadores a menos que pudieran obtener una ganancia, y el trabajo no remunerado de los trabajadores es la fuente de esta ganancia. Si bien la explotación es transparente bajo el feudalismo, como el siervo trabaja en la tierra del señor de forma gratuita durante tantos días, bajo el capitalismo, el trabajo excedente y necesario realizado por el trabajador no está separado en el tiempo y el espacio. Por tanto, no es tan obvio.

“Lo único que distingue unos de otros los tipos económicos de sociedad, v. gr. la sociedad de la esclavitud de la del trabajo asalariado”, explicó Marx, “es la forma en que este trabajo excedente le es arrancado al productor inmediato, al obrero”. 3

Por supuesto, tales categorías son rechazadas por los economistas burgueses, cuyo papel es disfrazar la explotación que existe. Los conceptos de Marx son, por tanto, un anatema para ellos.

A través de la competencia, el capitalista se ve obligado a invertir para producir mercancías a un precio más bajo que sus rivales. El capital es, por tanto, un valor que se expande por sí mismo. La acumulación es una ley imperativa del capitalismo. El capitalismo se ha convertido en “acumulación por acumulación”, explicó Marx. “Producción por el bien de la producción”. Aquellas industrias donde la productividad del trabajo está por detrás del promedio son expulsadas del negocio por aquellas que utilizan los métodos más actualizados. De esta manera, la introducción de maquinaria aumenta la productividad del trabajo y reduce el tiempo de trabajo necesario (aumentando así el tiempo de trabajo excedente). Esto permite a aquellos que introducen nuevas técnicas vender sus productos por encima de su valor individual (el tiempo de trabajo que cuesta producirlos) pero por debajo del costo promedio, obteniendo así superbeneficios.

La competencia conduce a una concentración y centralización del capital. Este proceso da como resultado fábricas cada vez más grandes con el equipo y la técnica más modernos. Mientras que en el pasado el gigante químico ICI gastaba 2 millones de libras esterlinas en una planta, en estos días paga alrededor de 600 millones de libras esterlinas. Esta acumulación de capital es una característica clave del capitalismo y constituye la misión histórica del capitalismo de desarrollar las fuerzas productivas. La fuerza impulsora de la producción capitalista no es la satisfacción de las necesidades humanas, sino la producción de plusvalía a un ritmo cada vez mayor, una gran parte de la cual debe acumularse e incorporarse a los nuevos medios de producción.

Esta tendencia a introducir máquinas ahorradoras de mano de obra conduce, sin embargo, a una disminución relativa del capital variable (fuerza de trabajo) con respecto al capital constante (medios de producción, materias primas, etc.). Si bien hay una disminución relativa de la fuerza de trabajo con respecto a la invertida en capital constante, esto, no obstante, da como resultado una mayor inversión que se pone al alcance de cada trabajador empleado. Sin embargo, en última instancia, la cantidad de plusvalía obtenida por los capitalistas depende de dos cosas: la tasa de plusvalía y el número de trabajadores empleados.

Evidentemente, la introducción de maquinaria tiende a reducir el número de trabajadores y por lo tanto cambia la relación entre el capital variable y el constante, la relación entre el trabajo muerto y el trabajo vivo. Marx describió este proceso como una composición orgánica creciente del capital. Esto conduce inevitablemente, en igualdad de condiciones, a una tasa de ganancia decreciente. “Como se ve, la aplicación de maquinaria para la producción de plusvalía”, explica Marx, “adolece de una contradicción inmanente”. 4

Los Grundrisse

Marx no fue el primero en descubrir la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Los fundadores de la economía política clásica, sobre todo Adam Smith y David Ricardo, ya lo conocían. Ricardo, en particular, estaba muy preocupado por sus implicaciones. Sin embargo, sus explicaciones eran deficientes y poco desarrolladas.

“Como según la teoría ricardiana de la renta, con la acumulación del capital y el aumento de la población, la cuota de ganancia tiende a bajar, porque los medios de subsistencia suben de valor o la agricultura se hace menos productiva, la acumulación tiene la tendencia a entorpecer la acumulación y la ley del descenso de la cuota de ganancia – ya que, a medida que se desarrolla la industria, la agricultura de vuelve más improductiva – gravita como un sino fatal sobre la producción burguesa. En cambio, Adam Smith ve con buenos ojos la baja de la cuota de ganancia. Holanda es el país modelo para él. En este país, con la excepción de los grandes capitalistas, la mayoría de estos se ven obligados a invertir industrialmente sus capitales, en vez de vivir del cobro de intereses, y esto sirve de acicate a la producción. En los discípulos de Ricardo, el terror ante la funesta tendencia cobra formas verdaderamente tragicómicas.” 5

“Es una ley que, pese a su simplicidad, hasta ahora nunca ha sido comprendida y, menos aún, expresada conscientemente”, explicó Marx. Ricardo, en particular, mezcla la tasa de plusvalía con la de ganancia. Hizo que la caída de la tasa de ganancia dependiera de los llamados rendimientos decrecientes de la tierra, lo que llevó a Marx a bromear: “¡Él (Ricardo) huye de la economía para refugiarse en la química orgánica!” 6

A Marx le correspondió emprender un estudio exhaustivo de esta ley, o tendencia, como él prefería llamarla. En un momento dado, Marx describe esta tendencia decreciente de la tasa de ganancia en su cuaderno como “en todo respecto, la ley más importante de la moderna economía política y la esencial para comprender las relaciones más dificultosas. Es, desde el punto de vista histórico, la ley más importante”. 7

Esta frase es repetida constantemente por los fanáticos de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como prueba positiva de que Marx consideraba este como el elemento más importante de su teoría económica. Sin embargo, esta audaz afirmación no resiste ni siquiera el más superfluo examen. En primer lugar, si Marx realmente creyera que esta es la cuestión más importante, ciertamente la habría enfatizado repetidamente. Sin embargo, aparte de los inéditos Grundrisse, la expresión solo se volvió a utilizar en otra obra inédita llamada Manuscritos Económicos de 1861-63. Estas son las únicas dos referencias en las que Marx usa esta expresión en la totalidad de las Obras Completas de Marx y Engels de 50 volúmenes.

No aparece en ninguna de las obras publicadas, y no se menciona en ninguno de los tres volúmenes de El capital o en las Teorías de la plusvalía. Tampoco se menciona nunca en la voluminosa correspondencia de Marx y Engels. Si Marx hubiera descubierto que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia era “la ley más importante de la economía política moderna”, uno bien podría preguntarse por qué nunca mencionó este momento “eureka” en ninguna de su correspondencia detallada con Engels, su más cercano colaborador, o cualquier otra persona para el caso.

Los Grundrisse, una colección de cuadernos en bruto, sólo se publicaron después de la muerte de Marx. Contienen sólo el “primer filtro” de sus ideas, por así decirlo. Estas ideas aún no se habían desarrollado completamente y se escribieron sólo como notas para la auto-aclaración. Debido a esto, Marx se contradice aparentemente con la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Apenas unas páginas después de referirse a ella como “la ley más importante”, la describe como “la segunda gran ley”, entre las “dos leyes inmediatas”.

La primera ley que describe como “En su forma inmediata, el beneficio no es sino la suma de la plusvalía expresada como proporción con respecto al valor total del capital”. Subraya esta frase, mediante la cual enfatiza que la tasa de ganancia es siempre menor que la tasa de plusvalía. En consecuencia, “la tasa del beneficio no expresa nunca la tasa real según la cual el capital explota al trabajo, sino una proporción siempre menor”. 8

La tasa de ganancia decreciente se conoce como la segunda gran ley. Estas aparentes contradicciones sólo pueden explicarse por el hecho de que los Grundrisse no fueron una expresión terminada de las teorías económicas de Marx, sino un trabajo en curso. Las ideas de Marx aún no estaban completamente cristalizadas. Sus pensamientos finales sobre el tema se expresaron más tarde en El Capital en una forma mucho más completa. Pero aquí, la referencia a “la ley más importante de la economía política moderna” se abandona por completo. En otras palabras, es un comentario aislado que se ha sacado de contexto para probar algo que no se puede probar. Fue un comentario casual, que Marx hizo en sus escritos preparatorios para El Capital. Estos representan sus pensamientos iniciales sobre el tema, que luego modificó.

Si bien los Grundrisse contienen reflexiones muy valiosas sobre muchas cuestiones, no se puede considerar que representen la expresión final de las teorías económicas de Marx. Estas están contenidas en El capital, especialmente en el tercer volumen, donde la teoría de la tasa de ganancia descendente se explica con cierta extensión y gran detalle. Sacar de contexto un comentario aislado hecho en los cuadernos de Marx e intentar elevarlo por encima de la versión terminada de la teoría en el tercer volumen de El Capital no es científicamente riguroso ni particularmente honesto.

El Capital de Marx

Cuando Marx escribe El Capital, no escribe sobre la ley más importante, sino sobre la ley que es de “gran importancia” para la producción capitalista.9 El énfasis había cambiado claramente.

A pesar de su indudable importancia, de los 52 capítulos del volumen tres de El Capital, sólo tres están dedicados a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Una vez más, este no es el espacio que cabría esperar en “la ley más importante de la economía política moderna”. Si Marx lo hubiera considerado como tal, habría escrito un libro completo sobre el tema. En cambio, un capítulo trata sobre “La naturaleza de la ley”, seguido de un capítulo sobre “Causas que contrarrestan la ley” y, finalmente, uno sobre “Desarrollo de las contradicciones internas de la ley”.

Explica la tendencia en el tercer volumen de El Capital con el siguiente ejemplo:

“Partiendo de un salario y de una jornada de trabajo dados, un capital variable, de 100 por ejemplo, presupone un determinado número de obreros puestos en acción; es el índice de este número de obreros. Supongamos, por ejemplo, que 100 libras esterlinas representen el salario de 100 obreros digamos durante una semana. Si estos 100 obreros rinden la misma cantidad de trabajo necesario que de trabajo sobrante; si por tanto trabajan diariamente la misma cantidad de tiempo para sí mismos, es decir, para la reproducción de su salario, que, para el capitalista, o sea, para la producción de plusvalía, su producto total de valor será = 200 libras esterlinas y la plusvalía por ellos producida ascenderá a 100 libras. La cuota de plusvalía p / v sería, en este caso, el 100%. Sin embargo, esta cuota de plusvalía se expresará, como hemos visto, en muy distintas cuotas de ganancia, según el distinto volumen del capital constante c y por tanto, del capital total C, puesto que la cuota de ganancia = p / C. A base de la cuota de plusvalía del 100% tenemos:

si c = 50 y v = 100, entonces g’ = 100/150 = 66 2/3 %;

si c = 100 y v = 100, entonces g’ = 100/200 = 50 %;

si c = 200 y v = 100, entonces g’ = 100/300 = 33 1/3 %;

si c = 300 y v = 100, entonces g’ = 100/400 = 25 %;

si c = 400 y v = 100, entonces g’ = 100/500 = 20 %;

Como vemos, la misma cuota de plusvalía, sin necesidad de que varíe el grado de explotación del trabajo, se traduce en una cuota decreciente de ganancia, puesto que al aumentar su volumen material aumenta también, aunque no en la misma proporción, el volumen de valor del capital constante y, por tanto, el del capital en su conjunto”. 10

En otras palabras, el aumento de la composición orgánica del capital, asumiendo que la tasa de explotación sigue siendo la misma, debe provocar una caída en la tasa de ganancia. Esta es una tendencia permanente bajo el capitalismo a medida que el sistema se expande y crece la productividad del trabajo. En otras palabras, la disminución relativa del capital variable en relación con el capital constante no es más que otra expresión de una mayor productividad del trabajo. Todo capitalista se esfuerza por aumentar la productividad de su fuerza de trabajo, es decir, la cantidad producida en un período de tiempo determinado. Si es así, ¿por qué no hay una caída permanente en la tasa de ganancia? Marx explica que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es una “ley de doble filo” que produce sus propias tendencias contrarias que, bajo ciertas condiciones, pueden incluso resultar en un aumento de la tasa de ganancia.

La tendencia también puede provocar una disminución en la tasa de ganancia con un aumento simultáneo en la masa de ganancia. Por ejemplo, un capital de 1 millón de libras esterlinas a una tasa de beneficio del 40% produce 400.000 libras esterlinas, pero un capital de 5 millones de libras esterlinas al 8% también produce 400.000 libras esterlinas, en igualdad de condiciones. Si bien los capitalistas están preocupados por la caída de la tasa de ganancia y harán todo lo posible para combatirla, esta es manejable siempre que la masa de ganancia esté aumentando. Este es un punto fundamental que hay que comprender. La masa absoluta de ganancia puede seguir creciendo a pesar de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia como resultado de mayores inversiones de capital. Paradójicamente, las mismas causas que producen un crecimiento en la masa de ganancia también producen la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. A largo plazo, los capitalistas están atrapados en un círculo vicioso.

Como explicó Marx:

“Hemos visto cómo las mismas causas que producen la tendencia a la baja de la cuota general de ganancia determinan una acumulación acelerada del capital y, por tanto, el aumento de la magnitud absoluta o masa total del trabajo sobrante (de la plusvalía o ganancia) que se apropia. Pero como en la concurrencia, y, por tanto, en la conciencia de sus agentes, todo se presenta invertido, también aparece invertida esta ley, es decir, esta conexión íntima y necesaria entre dos cosas que aparentemente se contradicen”. 11

Y añade:

“Es evidente que, dentro de las proporciones expuestas más arriba, un capitalista que dispone de un capital grande obtiene una masa mayor de ganancia que un pequeño capitalista que perciba ganancias aparentemente altas. Y el más superficial examen de la concurrencia revela asimismo que, en ciertas circunstancias, si el capitalista grande quiere extender su radio de acción en el mercado, desplazar a los capitalistas pequeños, como ocurre en tiempo de crisis, se vale de esto prácticamente, es decir, reduce intencionalmente su cuota de ganancia para eliminar a los pequeños capitalistas”. 12

¿La tendencia siempre se aplica?

Esta tendencia no significa que la masa absoluta de trabajo explotado disminuya. De hecho, históricamente la dirección es que la escala de producción aumente con un aumento en la fuerza de trabajo y que la producción se concentre cada vez más en menos unidades pero más grandes. La concentración de capital es mucho mayor hoy que en la época de Marx, pero la clase trabajadora nunca ha sido tan numerosa. “La baja de la cuota de ganancia no obedece a un descenso absoluto, sino a un descenso puramente relativo de la parte variable del capital total, es decir, a su descenso comparado con el del capital constante”.13

Sin embargo, la tasa de ganancia decreciente no es absoluta, aplicable a todos los períodos. Los capitalistas buscan constantemente formas de evitarla. En la práctica, la tasa de ganancia no siempre cae, sino que en realidad puede aumentar durante un período de tiempo considerable, como hemos visto durante los últimos 30 años, lo que no contradice el proceso como parecen temer algunos de los llamados marxistas. Debemos basarnos no solo en la teoría, sino también en los hechos y en cómo las diferentes tendencias y contratendencias se desarrollan en la práctica. Se trata de una tendencia y no una ley, como enfatizó Marx. “La cuota de ganancia podría incluso aumentar”, afirma Marx, “si al aumento de la cuota de plusvalía se uniese una considerable reducción de valor de los elementos del capital constante, y principalmente los del capital fijo”.14 Esto es lo que ha sucedido en las últimas tres décadas, pero esto no podría durar indefinidamente, o “en un plazo de tiempo dado”, para usar las palabras exactas de Marx.

Sin embargo, Marx señala que el problema es más bien explicar por qué la tasa no había caído mucho más y más rápidamente. “Ello se debe, indudablemente, al juego de influencias”, explica, “que contrarrestan y neutralizan los efectos de esta ley general, dándole simplemente el carácter de una tendencia, razón por la cual presentamos aquí la baja de la cuota general de ganancia como una tendencia decreciente simplemente”. 15 De hecho, Marx también señala que todas las leyes económicas tienen la naturaleza de tendencias, afectadas por fuerzas que tiran en diferentes direcciones. A continuación, pasa a explicar los factores que sirven para contrarrestar la ley de la tasa de ganancia decreciente y transformarla en una tendencia, todos los cuales de paso han estado operando en el período reciente.

La primera tendencia contraria explicada por Marx es una explotación más intensa del trabajo, un aumento de la plusvalía relativa. Eso ha estado sucediendo a gran escala durante el último período. En Gran Bretaña, la industria manufacturera produce el mismo nivel de producción con un millón de trabajadores menos. Esto es un reflejo de la contracción que se ha producido en la población activa, no solo en Gran Bretaña, sino en todo el mundo.

La participación del trabajo en la renta nacional ha estado disminuyendo en las principales economías capitalistas (OCDE) desde 1980. La brecha ha sido especialmente amplia en los Estados Unidos, donde la productividad aumentó en un 83% entre 1973 y 2007, pero los salarios reales medios de los hombres aumentaron solo en un 5%. La proporción de la renta nacional estadounidense que se destina a los salarios ha caído a su nivel más bajo desde que comenzaron los registros después de la Segunda Guerra Mundial. La producción de plusvalía relativa es un proceso de abaratamiento progresivo de las mercancías, y las nuevas mercancías contienen menos valor que antes. Una mayor masa de valores de uso se expresará en un menor valor total. Alternativamente, la jornada laboral puede prolongarse, lo que se traduce en una mayor plusvalía absoluta. La semana laboral ha aumentado en todas partes durante el último período. La clase obrera ha sido exprimida por la desestructuración, la introducción del trabajo a tiempo parcial, la producción justo a tiempo, los contratos a corto plazo y otras medidas regresivas para extraer trabajo no remunerada de la clase trabajadora. Si aumenta la tasa de plusvalía, aumentará la masa de plusvalía, en igualdad de condiciones. Esto luego sirve para aumentar la tasa de ganancia. “No anula la ley general”, explica. “Pero sí hace que esta ley actúe más bien como tendencia, es decir, como una ley cuya vigencia absoluta se ve contenida, entorpecida y atenuada por causas que la contrarrestan”.16

La reducción de los salarios por debajo de su valor es otro factor que sirve para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia. Una vez más, esto se ha convertido en una característica especialmente en el mundo en desarrollo donde la mano de obra es explotada brutalmente sin límites. La explotación de mujeres y niños forma parte de este proceso. Además, el abaratamiento de las mercancías, que ha sido una característica muy importante durante el último período, sirve para abaratar el costo de la fuerza de trabajo.

Marx ahora se refiere al abaratamiento del capital constante como un factor clave en este proceso. Si la tasa de ganancia tiende a caer con una mayor proporción invertida en capital constante en comparación con el capital variable, entonces un abaratamiento del capital constante servirá para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia. El aumento de la productividad del trabajo sirve para abaratar el capital constante transferido al producto en el trato, a pesar del continuo aumento de su volumen. Así, las mismas influencias que tienden a provocar una caída en la tasa de ganancia servirían para moderar esta tendencia. El valor del valor constante dependería de cuál de estas dos tendencias es más fuerte. Si la productividad del trabajo se duplica, el valor del capital constante se reducirá a la mitad. Si la productividad es menor que el valor creciente del capital constante, habrá una tasa de ganancia descendente. Por lo tanto, necesitamos ver el efecto neto de estas fuerzas en conflicto. En la práctica, sin embargo, durante los últimos 30 años hemos visto una disminución dramática en el valor de los componentes del capital constante, especialmente con el avance de las nuevas tecnologías. La caída del precio de los chips de computadora, por ejemplo, ha abaratado las computadoras, que son parte del capital constante utilizado ampliamente en la economía. China ha sido una fuente de mercancías baratas que inundan el mercado mundial, que ha tomado la forma creciente de capital constante, y ha contribuido al aumento de la tasa de ganancia durante las últimas tres décadas.

El excedente relativo de población es otro factor. Podemos ver el crecimiento del desempleo masivo en todas partes, que ahora se ha convertido en una característica permanente. Esto ha servido para reducir los niveles salariales y abaratar el costo de la fuerza de trabajo, aumentando así el tiempo de trabajo excedente para los capitalistas. La reducción de los “costes salariales” ha sido el protagonista principal del período pasado, cuando los capitalistas buscan aumentar sus beneficios.

El comercio exterior es también un medio para abaratar elementos del capital constante, así como para introducir mercancías más baratas del exterior, que nuevamente sirven para reducir el costo de la fuerza de trabajo. Por eso, los capitalistas del siglo XIX lucharon por abolir las Leyes de los cereales que impedían la importación de trigo barato que reduciría el costo del pan. El menor costo de vida para los trabajadores podría permitir a los capitalistas deprimir los salarios, aumentando así sus ganancias. El comercio exterior también podría abaratar los elementos del capital constante.

El capital invertido en países extranjeros, donde la composición orgánica es menor, también producirá una mayor tasa de ganancia y aumentará la tasa promedio de ganancia de quienes se dedican al comercio exterior. “Los capitales invertidos en el comercio exterior pueden arrojar una cuota más alta de ganancia, en primer lugar porque aquí se compite con mercancías que otros países producen con menos facilidades, lo que permite al país más adelantado vender sus mercancías por encima de su valor, aunque más baratas que los países competidores.”, explica Marx.17 “El país favorecido obtiene en el intercambio una cantidad mayor de trabajo que la que entrega”, prosigue Marx, en referencia a los términos de intercambio adversos. El beneficio es el mismo que para el capitalista que introduce una nueva maquinaria que le permite vender por debajo de sus competidores pero cosechar un excedente de beneficio. Esta noción de mano de obra extranjera barata apunta a una teoría del imperialismo, que luego fue desarrollada por Lenin.

La expansión del mercado mundial (“globalización”) ha permitido un aumento masivo de la inversión, la producción y las ventas. Ha habido un aumento masivo en la exportación de capital. El colapso de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo en Rusia, Europa del Este y China han proporcionado al capitalismo nuevos mercados y áreas de explotación. Esto permitió que dos mil millones de personas ingresaran al mercado capitalista mundial. La “liberalización” de los países en desarrollo, incluida la privatización de los servicios públicos básicos, también abrió posibilidades para nuevas inversiones, todo lo cual permitió que la tasa de ganancia aumentara durante este período.

El último punto que menciona Marx, pero dice que necesitará una consideración más detallada más adelante, es que con el desarrollo del capitalismo “una parte del capital no es ya contada y empleada sino como capital productivo de interés ”.18 Considera que esto no afecta el nivel de la tasa general de ganancia, ya que tales capitalistas se contentan con una tasa de interés más baja, por ejemplo, las inversiones en ferrocarriles, que no entran en la tasa general de ganancia.

En otras palabras, lo que estamos tratando es solo una tendencia que se manifiesta a lo largo de toda la historia del desarrollo capitalista. “Por eso esta ley sólo actúa como una tendencia cuyos efectos sólo se manifiestan palmariamente en determinadas circunstancias y en el transcurso de largos períodos ”, explica Marx.19 Por lo tanto, puede haber períodos largos, incluso décadas, en los que la tendencia decreciente de la tasa de ganancia es anulada por las tendencias contrarias mencionadas. Estos pueden interrumpir el proceso e incluso revertirlo, pero no indefinidamente. Eventualmente, esta tendencia decreciente se reafirmará y actuará como una barrera más para el desarrollo del capitalismo.

La tendencia decreciente de la tasa de ganancia en la práctica

En su libro The Current Crisis escrito en 1987, Mark Glick publicó las siguientes cifras para la tasa de ganancia a largo plazo en los Estados Unidos:

1899 – 22%

1914-18: 18%

1921 – 18%

1929 – 12%

1932 – 2%

1939 – 7%

1945 – 23%

1948 – 17%

1965 – 18%

1983 – 10%

Entonces, desde un punto de vista histórico, vemos que, dejando de lado las inevitables fluctuaciones cíclicas, la tasa de ganancia en 1983 era más baja que hace cien años. Sin embargo, durante períodos enteros esta tendencia se ha invertido. En el período de la posguerra, la tasa de ganancia comenzó a caer aproximadamente desde mediados de la década de 1960 hasta su punto más bajo en 1983. Luego, con la arremetida contra la clase obrera, sumada a toda una serie de tendencias contrarias descritas anteriormente, la tasa de ganancia comenzó un ascenso, con varios altibajos, que duraría aproximadamente 30 años, hasta la crisis emergente de 2007.

“La tasa de ganancia en las principales economías del G7 alcanzó su punto máximo en 1997; cayó drásticamente hasta 2001 y luego se recuperó hasta 2007”, afirma Michael Roberts en enero de 2009.

La recesión de 2000-2001 había golpeado especialmente a Estados Unidos. Pero para 2005, las ganancias se habían recuperado de forma espectacular casi hasta los niveles de 1997, que “fue el nivel más alto de ganancias alcanzado desde la década de 1960”, explicó Roberts (septiembre de 2005). Este proceso fue confirmado por cifras elaboradas por Robert Brenner. “Entre 1965 y 1973, los fabricantes estadounidenses experimentaron una disminución en la tasa de rendimiento de su capital social de más del 40%”, afirma Brenner. 20

En el mismo período, las tasas de beneficio en los sectores manufacturero y empresarial privado cayeron un 40,9% y un 29,3%, respectivamente. “La rentabilidad de la economía estadounidense inició así una trayectoria descendente que no tocaría fondo hasta principios de la década de 1980”. 21 Por tanto, vimos una reversión. “Es cierto”, afirma Brenner, “que el panorama de las ganancias ha mejorado significativamente para las empresas estadounidenses en los últimos años: entre 1989 y 1997, las ganancias corporativas aumentaron alrededor del 82% y la tasa de ganancia corporativa en un 27,8%”. 22

Durante la década de los noventa, “la rentabilidad se ha recuperado significativamente”, afirma Brenner.

“A pesar de la debilidad del repunte cíclico, la tasa de beneficio en el sector empresarial privado ha aumentado de manera constante durante los años noventa. En 1996, por primera vez desde el inicio de la larga recesión, había superado decisivamente su nivel de 1973, alcanzando su nivel de 1969, un 20-25 % por debajo de sus máximos de la época de bonanza. Para 1997, era casi seguro que había retrocedido aún más, ya que en ese año, la rentabilidad del sector empresarial (de la que se dispone de los datos más recientes) había vuelto a situarse dentro del 15% de sus máximos de los años sesenta. Esta recuperación fue posible, en parte, gracias a la resistencia del sector no manufacturero, donde la rentabilidad nunca había caído tanto, se había recuperado significativamente tanto a fines de la década de 1970 como a principios y mediados de la de 1980, y había aumentado en el transcurso de la década de 1990 por encima de su nivel de 1969, hasta situarse entre un 15 y un 20% de sus máximos en el boom.

“Pero el elemento verdaderamente dinámico fue obviamente el sector manufacturero: aumentó un 25% por encima de su promedio de la segunda mitad de la década de 1980, un 100% por encima de los terribles mínimos de principios de la década de 1980 y aproximadamente un tercio por encima de los niveles registrados a finales de la década keynesiana de 1970. La tasa de beneficio industrial logró en 1995 y 1996 superar su nivel de 1973 por primera vez y llegar a aproximadamente el 30% de su nivel en el punto álgido del boom”. 23

Brenner concluye: “la recuperación de la rentabilidad en Estados Unidos ha sido muy importante y sus efectos económicos positivos muy reales”. 24

Aumento de la rentabilidad

Según Andrew Kliman: “Finalmente, hubo un fuerte aumento en la rentabilidad a mediados de esta década [2000]. Sin embargo, como sabemos, fue impulsado por una burbuja de activos y no fue una recuperación sostenida. Los datos revisados y actualizados de la Oficina de Asuntos Económicos indican que la tasa de ganancia cayó de un máximo del 25% en 2006 al 17,9% en 2008”. 25 Claramente, en 2008, hubo una caída masiva en la producción, lo que redujo las tasas de ganancias. La tasa de ganancia alcanzó su punto máximo en 2006 y luego comenzó a caer en 2007 con el inicio de la crisis financiera y bancaria que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria estadounidense en 2005.

Fred Moseley, autor de “The Falling Rate of Profit in the Post War United States Economy”, afirma en una entrevista en marzo de 2008 que “no ha habido una recuperación completa de la tasa de ganancia en los últimos años. No quiero exagerar. Hay diferentes medidas de las tasas de ganancia, pero según mis estimaciones, que son para el sector comercial total de la economía, en 2006 la tasa de ganancia estaba dentro del 10% de su pico anterior de posguerra.

“A mediados de 2006 fue el punto álgido de su actual ciclo de beneficios. La participación en los beneficios y la tasa de ganancias han disminuido un poco en el último año, más o menos, y la trayectoria parece estar a la baja en este momento.

“Pero hubo una recuperación sustancial en la tasa de ganancia. La tasa de ganancia había disminuido aproximadamente un 50% desde el pico de los años sesenta hasta el mínimo de los ochenta. Al menos la mitad de ese descenso anterior, yo diría que más de la mitad del descenso anterior, se revirtió.

“Hoy en día, las ganancias son, en casi cualquier medida, mucho mejores que en los años 70 y 80.

“Tenga en cuenta también un par de consideraciones adicionales. Una es que estas estadísticas corresponden a la economía nacional de Estados Unidos. No incluyen los beneficios extranjeros; y los beneficios extranjeros son una parte creciente de las ganancias corporativas estadounidenses totales. Hace treinta o cuarenta años eran menos del 10%, hoy son el 30%. Nada de eso se contabiliza en las estimaciones oficiales de tasas de ganancia del gobierno de EE.UU.

“En resumen, yo diría que ha habido una recuperación sustancial de las tasas de beneficio. Tal vez no sea completa, y podemos estar en desacuerdo en algunos puntos porcentuales sobre la extensión, pero una recuperación sustancial”.

Continúa argumentando que este aumento en la tasa de ganancia se ha debido principalmente al mantenimiento de los salarios y al aumento de la productividad. “En términos marxistas, eso redujo el tiempo de trabajo necesario y aumentó el tiempo de trabajo excedente, y por lo tanto aumentó la tasa de plusvalía. Durante las tres décadas, estamos hablando de que la tasa de plusvalía se ha duplicado aproximadamente …”

Otro autor que analizó la crisis actual, Graham Turner, también reconoce que “los beneficios aumentaron con fuerza tras la recesión de las puntocom. No alcanzaron las vertiginosas alturas de 1950 durante el largo boom de la posguerra, pero no se quedaron muy lejos “. Continúa diciendo que “gran parte de esto se debió al aumento de las ganancias del exterior”, un factor que contrarresta al que habla Marx en El capital. “Las ganancias no financieras nacionales aumentaron lentamente durante el boom”. 26

“La globalización fue una fuerza compensatoria clásica, pero posteriormente pasó de ser virtuosa a viciosa”, explica Turner. “Condujo a un colapso asombroso en la producción y el rendimiento, y la aparición repentina de un enorme exceso de capacidad. Y desencadenó una ola de recortes de puestos de trabajo, ya que las empresas reaccionaron con fuerza ante la inevitable caída de las ganancias exportando más capital y reduciendo los costos laborales”. 27

Añade correctamente que “la caída de la producción y el exceso de capacidad tan enorme destruyeron los márgenes de beneficio, incluso cuando cayeron los costes de las materias primas. En Japón, el descenso fue sísmico. Las ganancias cayeron en más de dos tercios. Dentro de la industria manufacturera, las ganancias desaparecieron por completo, ya que la industria registró una pérdida por primera vez en su historia …

“En todo Occidente, la disminución de las ganancias fue impulsada inicialmente por el aumento de los costos de las materias primas, ya que los precios se dispararon en los primeros meses de 2008. Pero la mayor caída se produjo después de que la crisis crediticia golpeara la demanda de los consumidores. La caída de la demanda, cuando las empresas ya tenían dificultades para utilizar su capacidad disponible, provocó la implosión de las ganancias…”

“No es de extrañar que una de las industrias más afectadas fuera la de bienes de capital. Con tanto exceso de capacidad, apenas hubo necesidad de ampliar las instalaciones existentes. Es por eso que Japón y Alemania, ambos grandes exportadores de bienes de capital, se vieron tan afectados por la crisis crediticia de 2008. En Alemania, la demanda externa de bienes de capital  se redujo casi a la mitad. En Japón, la demanda extranjera de maquinaria cayó casi tres cuartas partes en el año hasta febrero de 2009”. Lo que Turner, que no es marxista, está describiendo es una crisis clásica de sobreproducción, pero utiliza el término exceso de capacidad en su lugar. 28

Dice lo siguiente sobre las ganancias: “Los datos publicados por la Oficina de Análisis Económico de los EE.UU. apoyan firmemente el argumento de quienes afirman que la crisis económica de 2008 fue atribuible a una tasa de ganancias en descenso”. (Ibid, p. 130-1) Pero esta conclusión no está respaldada por los hechos expuestos por Turner. Continuó:

“Superficialmente (!), parecería (!) que las empresas estadounidenses han visto una mejora secular en sus ganancias durante los últimos años. Al observar las ganancias totales en relación con la economía, es difícil ver por qué hubo tal colapso hacia una profunda recesión en 2008.

“La relación entre los beneficios y el PIB se redujo drásticamente durante la recesión de las puntocom, cayendo al 7,0% en el tercer trimestre de 2001. Pero la reactivación agresiva de los bancos centrales, el rápido aumento de los precios de la vivienda y la determinación de controlar los costos laborales, en parte a través de la subcontratación, hicieron que la relación entre las ganancias y el PIB aumentara de manera constante. Alcanzó un máximo del 12,9% en el tercer trimestre de 2006. Esta cifra está muy por debajo del máximo de la posguerra, cuando la relación entre beneficios y PIB alcanzó el 13,3% en el cuarto trimestre de 1950.

“Desde 2006, el colapso de los precios de la vivienda ha precipitado una rápida caída en la relación beneficios / PIB. Cayó al 8,9% en el cuarto trimestre de 2008, antes de repuntar al 9,3% en el primer trimestre de 2009. Pero no hay nada en todo esto que relacione los beneficios o la acumulación excesiva de capital con la actual crisis crediticia. Las ganancias no parecen haber estado bajo presión durante el repunte. E incluso en la recesión, se mantienen por encima de su mínimo histórico alcanzado en el cuarto de 1982, cuando la relación entre beneficios y PIB cayó al 6,3%”. 29

Continúa: “la relación entre las ganancias y el gasto en inversión aumentó durante el auge de la vivienda, pasando de un mínimo cíclico del 61,2% en el tercer trimestre de 2001 al 19,6% cinco años después. La tasa de beneficio ha caído desde entonces, pero de nuevo, la caída no es particularmente sorprendente. Se redujo al 84,1% a fines de 2008, pero aún estaba por encima del mínimo de las puntocom. Y nuevamente se recuperó en el primer trimestre de 2009, al 98,4%”. 30

Turner admite que estas cifras de la tasa de beneficio no son como las habría calculado Marx. Se trata de estadísticas burguesas que no definen cifras en categorías marxistas, como capital constante o capital variable. Ha habido varios intentos de hacerlo, pero esta es una tarea imposible dada la forma en que se compilan esas estadísticas, incluida la Oficina de Análisis Económico. Además, las empresas, por diferentes razones, intentan inflar o desinflar sus ganancias para evitar impuestos o aumentar el valor de sus acciones. General Electric, la mayor empresa manufacturera de Estados Unidos, fue multada con varios millones de dólares en agosto de 2010 por inflar falsamente sus cifras de ganancias. Hay muchas cosas en estos días que distorsionan las cifras de ganancias, haciendo imposible una imagen precisa. Sin embargo, a pesar de todos estos enormes problemas y disparidades, las cifras elaboradas por diferentes fuentes pueden proporcionar una guía aproximada de la situación.

Turner continúa: “Mirar las ganancias internas es un asunto completamente diferente. En la cúspide del boom inmobiliario, más de un tercio de las ganancias de las empresas estadounidenses se obtenían en el extranjero. De hecho, para el cuarto trimestre de 2008, las ganancias en el extranjero habían aumentado a un récord del 45,6% de las ganancias nacionales”. 31

El argumento de Turner se centra en las cifras de ganancias internas de Estados Unidos y las obtenidas en el extranjero. Pero esto no es una apariencia, sino un hecho. También representa un malentendido de Marx. Como vimos anteriormente, Marx nunca hizo esta distinción entre beneficios nacionales y extranjeros. De hecho, afirmó que el comercio exterior serviría como una tendencia para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia. Para él fue una adición importante al proceso. Y este fue claramente el caso en el período pasado con la intensificación de la llamada globalización y la explotación de nuevos mercados.

“Además, una parte cada vez mayor de las ganancias nacionales provino del sector financiero. Durante los decenios de 1950 y 1960, un promedio del 31,1% de los beneficios internos procedía del sector financiero. Eso creció a un máximo del 45,3% en el cuarto trimestre de 2001. Las finanzas fueron responsables de un tercio de las ganancias nacionales a fines de 2006, antes de que la caída de los precios de la vivienda comenzara a afectar las ganancias de los bancos”. 32

El problema es que Turner y muchos otros han aceptado consciente o inconscientemente definiciones capitalistas de los costos. Ven la renta (para los terratenientes) y los intereses (para los banqueros) como costos, cuando para los marxistas estos son parte de la plusvalía producida por la clase trabajadora. Estos deben incluirse en la tasa de beneficio real y no excluirse. El aumento masivo de la parte de los beneficios que va a los bancos y a los financieros solo significa que la división de la plusvalía entre la clase dominante ha cambiado. El capital financiero se ha vuelto cada vez más dominante y ahora se lleva una proporción cada vez mayor de la plusvalía. Además, los bancos están involucrados en todo tipo de inversiones, no sólo otorgando préstamos a la industria, sino también invirtiendo fuertemente en el mercado inmobiliario, al menos hasta el crack. Por tanto, el intento de excluir de la ecuación los beneficios “financieros” para reducir las cifras de la tasa de beneficio es erróneo.

En cualquier caso, las corporaciones no financieras como General Electric, Ford y General Motors se han involucrado cada vez más en operaciones financieras desde la década de 1990 en adelante. Los tentáculos del capital financiero y el capital industrial se han entrelazado.

Turner, sin embargo, señala que “vale la pena insistir nuevamente en que la crisis no ha sido causada por la caída de las tasas de beneficio per se. La tasa de beneficio no cae realmente hasta después de que la crisis se ha manifestado en el sector financiero”. En su opinión, “es el intento desesperado de las empresas de intentar elevar las tasas de beneficio, de vuelta a niveles no vistos desde los años cincuenta y sesenta, lo que conduce a la crisis”. 33 Si con esto se refiere a la presión de la clase trabajadora mediante la plusvalía relativa y absoluta, entonces tiene razón. Pero esto, como hemos explicado, es solo una cara de la moneda.

En lugar de explicar la crisis en términos de tasa de ganancia, Marx explica que “El mercado se extiende más lentamente que la producción… se presenta un momento en que el mercado resulta demasiado estrecho para la producción. Esto ocurre al final del ciclo ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el mercado se halla abarrotado de mercancías. El fenómeno de la superproducción es evidente”. 34 Y nuevamente, “La superproducción en especial tiene como condición la ley general de producción del capital que consiste en producir en la medida de las fuerzas productivas; es decir, con arreglo a la posibilidad de explotar la mayor cantidad posible de trabajo con una cantidad dada de capital, sin atender para nada a la limitación del mercado ni a las necesidades solventes, susceptibles de pago, llevando a cabo la reversión constante de las rentas a capital, mientras que, por otra parte, la masa de los productores se limita, y tiene necesariamente que limitarse, según las bases de la producción capitalista, al promedio que las necesidades marcan”. 35

Reducir la rentabilidad

Esta explicación de la crisis se repite una y otra vez a lo largo de la obra de Marx. La crisis actual no fue causada por una crisis de rentabilidad, pero ciertamente resultó en tal. Cuando hay una caída en la producción, esto significará una caída en las ventas, lo que a su vez, recorta las ganancias. La tasa de ganancia cae, al igual que la masa de ganancia. Sin embargo, la crisis fue el resultado de una sobreproducción masiva de bienes de consumo y de capital que el mercado no pudo absorber de manera rentable. Cuando los capitalistas no pueden vender sus productos, la tasa de ganancia es cero. De hecho, es menor que cero, ya que se el valor total de la mercancía se da por perdido. En el mejor de los casos, reducen sus precios por debajo de su costo de producción en un intento de cambiarlos. Fue esto lo que tuvo su impacto en la reducción de la rentabilidad. De hecho, la masa de beneficios colapsó como consecuencia del colapso de la producción. El “exceso de capacidad” crece a medida que las grandes corporaciones intentan frenar la sobreproducción y reducir sus pérdidas. Como consecuencia, las fábricas y las líneas de producción se cierran, se pone a los trabajadores en jornada reducida y las máquinas quedan inactivas. Los altos hornos y las plantas gigantes se cierran o  “suspenden”. Como se ha explicado, una vez que ocurre la sobreproducción, las ventas caen, el mercado se contrae, la producción se reduce y las ganancias caen. Fue como consecuencia de la incapacidad de vender los productos básicos que incesantemente se vertieron en el mercado cuando el mercado colapsó, lo que a su vez llevó a un colapso en la masa de ganancias. Produjo lo que Marx describió como un problema de realización de la plusvalía, una incapacidad de los capitalistas para convertir las mercancías en dinero, el objetivo real de su actividad.

La sobreproducción, la causa fundamental de la crisis, comenzaba a manifestarse en el apogeo del boom en 2005-2006, cuando la oferta superaba a la demanda. En general, como explicó Marx, la sobreproducción se desarrolla precisamente en el apogeo del boom cuando la rentabilidad es alta (“al final del ciclo”, para usar sus palabras) y aparece mucho antes de una caída en la masa de beneficio que acompaña una depresión. Esta crisis capitalista no solo reduce la tasa de ganancia, que comenzó a deslizarse, sino que, lo que es más importante, reduce la masa de ganancias a medida que la economía se paraliza.

Para 2008, la crisis masiva de sobreproducción había producido una gran caída en la tasa y finalmente en la masa de ganancias para el último trimestre de ese año. Sin embargo, esta no es la tendencia a largo plazo de la que hablaba Marx, y la caída de la tasa de ganancia es en gran medida consecuencia de la crisis de sobreproducción. Ciertamente, esta crisis no se debió a un solo factor, sino a toda una serie de factores que iban a culminar es una crisis masiva de sobreproducción. “En las crisis del mercado mundial”, explicó Marx, “estallan las contradicciones y los antagonismos de la producción burguesa”. 36

La crisis capitalista actual solo puede entenderse realmente, no en referencia a tal o cual aspecto secundario, incluida la tasa de ganancia, sino a través de una apreciación de sus contradicciones en su contexto histórico más amplio. La crisis actual no es una crisis cíclica, sino una crisis orgánica enraizada en el propio sistema. Es un reflejo de la época de declive capitalista, donde el sistema se ha agotado. Las fuerzas productivas han sido estranguladas por la propiedad privada y el Estado-nación, una contradicción fundamental ignorada por nuestros “marxistas” académicos. El declive del capitalismo no será en línea recta, sino que estará afectado por altibajos intermitentes, crisis y convulsiones, que nada tiene que ver con los movimientos episódicos en la tasa de ganancia y sí con las barreras inherentes al capitalismo en su vejez. El capitalismo ha alcanzado ya sus límites. Este carácter esencial, junto con todas sus implicaciones, es ignorado por todos aquellos que están hipnotizados por una explicación mecánica de la crisis, simplemente reduciendo la causa de la crisis a tal o cual aspecto particular.

El sistema capitalista pudo postergar una crisis profunda durante todo un período histórico. Ahora todas las contradicciones han salido a la superficie. Si bien hay muchas razones para la crisis capitalista, la razón principal es la sobreproducción. Esto fue explicado por Ted Grant hace mucho tiempo, quien subrayó lo que había escrito Marx:

“La causa fundamental de la crisis en la sociedad capitalista, un fenómeno exclusivo de la propia sociedad capitalista, reside en la inevitable aparición de la sobreproducción, tanto de bienes de consumo como de capital. Se pueden dar todo tipo de causas secundarias de las crisis, en un período concreto de desarrollo capitalista —sobreproducción parcial en sólo algunas industrias; especulación financiera en la bolsa, desproporciones de la producción, etc., —  pero la causa fundamental de las crisis se encuentra en la sobreproducción. Esta, a su vez, es consecuencia de la economía de mercado y de la división de la sociedad en clases mutuamente antagónicas”. 37

Sin embargo, lo que es sorprendente en los últimos 30 años, a pesar del exitoso intento de aumentar la tasa de ganancia por una amplia gama de medios, como se explicó anteriormente, los capitalistas nunca pudieron restaurar la tasa de ganancia a los niveles del boom de la posguerra. A pesar de todos sus ataques y esfuerzos durante este período, fracasaron en este sentido.

Hoy, se ha producido una recuperación de la tasa de beneficio desde 2009 tras la destrucción del capital y sus valores derivada de la crisis. Las ganancias en el sector empresarial estadounidense son entre un 25% y un 30% mayores que antes de la recesión. Pero a pesar de este hecho, no se ha vuelto a la “normalidad”. Aquellos que consideran la rentabilidad simplemente como un indicador de la salud del capitalismo deben estar rascándose la cabeza. A pesar del impulso a los beneficios, no ha habido inversión ni recuperación. “Los márgenes de beneficio no solo son muy altos hoy”, afirma Andrew Smithers, que dirige una consultora en Londres, “sino que el comportamiento [de las empresas] ha sido muy inusual”.38 Lo que él quiere decir con “inusual” es que no hay inversión y sin esto no puede haber auge. La razón de esto es la sobrecarga masiva de la deuda personal, corporativa y gubernamental, que mantuvo a flote el capitalismo en el período pasado, pero ahora ha socavado la demanda. Sin ventas potenciales y un mercado en expansión, no habrá incentivos para producir o invertir. Es por eso que gran parte del mundo se está desacelerando o en recesión, mientras que el desempleo masivo está creciendo. Una vez más, esto es un reflejo de una crisis estructural del capitalismo y nada que ver con el ciclo normal de auge y recesión.

Lenin dijo que la política es economía concentrada. Para los marxistas, la ciencia económica no es una cuestión de debates abstractos en círculos académicos, sino un instrumento para cambiar la sociedad. El estancamiento económico del capitalismo proporciona el terreno para un auge sin precedentes de la lucha de clases. El tormentoso período que se avecina sacudirá a la sociedad hasta sus cimientos, transformará la conciencia de la clase trabajadora y preparará el camino para el derrocamiento del sistema capitalista y el establecimiento de un nuevo y superior orden de sociedad: el socialismo.

Escrito el 10 de abril 2013

Notas:

  1. El Capital, vol.1, sección 2, capítulo IV
  2. Ibíd, sección 3, capítulo VIII
  3. Ibíd, sección 3, capítulo VII
  4. Ibíd, sección 4, capítulo XIII
  5. La teoría sobre la plusvalía, vol.2, Capítulo XVII, punto 15
  6. Grundrisse, vol.2, Cuaderno VII, Tasa del beneficio
  7. Ibíd, Tasa del beneficio
  8. Ibíd, Maquinaria y plustrabajo
  9. Capital, vol.3, sección 3, capítulo XIII
  10. Ibíd
  11. Ibíd
  12. Ibíd
  13. Ibíd
  14. Ibíd
  15. Ibíd, sección 3, capítulo XIV
  16. Ibíd
  17. Ibíd
  18. Ibíd
  19. Ibíd
  20. La economía de la turbulencia global, p.93, New Left Review 1998
  21. Ibíd, p.95
  22. Ibíd, p.246
  23. Ibíd, p. 252, énfasis en el original
  24. Ibíd, p.256
  25. La persistente caída de la rentabilidad subyacente a la crisis actual: nueva evidencia temporalista, 2009, pp.23-4
  26. No hay forma de administrar una economía, p.119
  27. Ibíd, p.121
  28. Ibíd, p.124-7
  29. Ibíd, págs. 131-2
  30. Ibíd, págs. 133-4.
  31. Ibíd, p.135
  32. Ibíd, p.136
  33. Ibíd, p.138, nuestro énfasis
  34. La teoría de la plusvalía, vol.2, Capítulo XVII, punto 13.
  35. Ibíd, punto 145.
  36. Ibíd.
  37. El auge económico de la posguerra. Orígenes, efectos y declive. Obras Completas Vol.1, Ted Grant
  38. Financial Times, 15/12/11

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