Embarazos en adolescentes, perpetuación del ciclo de la pobreza

Los dogmas en que se desarrolla la sociedad salvadoreña generan una brecha cruel entre las niñas, adolescentes y mujeres jóvenes y el reconocimiento de la educación sexual y de la salud sexual reproductiva como un derecho que el Estado está obligado a proporcionarles; la penalización absoluta del aborto y la violencia sexual son las evidencias más grotescas de la vulnerabilidad de esta población.

«¿Sin opciones? Muertes maternas por suicidios», es una estudio que recolecta  14 casos de suicidios de adolescentes y mujeres jóvenes en estado de embarazo que fueron recogidas por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), este es un documento que anota una serie de factores  psicológicos y sociales que forman parte de la dinámica del suicidio, pero también enumera condicionantes que están provocando la vulneración de los derechos de las niñas y adolescentes que las están poniendo en desventaja y sobre todo en riesgo. Los siguientes datos estadísticos respaldan tal aseveración: La Encuesta Nacional de Salud 2014 reveló que 3 de cada 5 mujeres de 20 a 24 años encuestadas que no habían cursado ningún grado educativo tuvieron su primer parto antes de los 18 años.1   De acuerdo al estudio del MINSAL y UNFPA sobre maternidad y unión en niñas y adolescentes, realizado en 2015, solo la cuarta parte de las niñas y adolescentes que abandonan la escuela a causa del embarazo, retorna a sus estudios después del parto. Además, este estudio reporta que 6 grados es el promedio de escolaridad de las niñas y adolescentes de 10 a 17 años que tuvieron un parto en 2012.2 De acuerdo al Instituto de Medicina Legal (IML) de El Salvador, durante el año 2015 se registraron 2,048 denuncias de agresiones sexuales contra mujeres, lo que significa un promedio diario de 6 mujeres víctimas de violencia sexual, es decir una cada cuatro horas. El número de homicidios reportados durante el mismo año fue de 6,656, lo que significa un promedio de 18 homicidios al día.3

En términos generales y como lo demuestra la evidencia, los embarazos en adolescentes y jóvenes obstaculizan grandemente los procesos de estabilidad social y de acumulación de capital humano a través de la educación formal, por lo tanto, sus oportunidades laborales y salariales son mucho más limitadas que aquellas disponibles para las mujeres que tienen la oportunidad de posponer sus embarazos o decidir no tenerlos. Y es justamente este factor de embarazos a temprana edad, el que repercute directamente sobre la distribución del ingreso y la permanencia de la pobreza, además si tomamos en cuenta las diferencias sociales en función del género, una vez más los embarazos a temprana edad son un obstáculo fuerte para el desarrollo pleno de las mujeres.

Las adolescentes que viven en condiciones de pobreza y con menos acceso a educación son las más expuestas a iniciar sus vidas sexuales a temprana edad y sin información, lo cual conlleva generalmente a embarazos y a contagio de enfermedades de transmisión sexual. Un punto importante a destacar es que la baja escolaridad y la pobreza, son en la mayoría de los casos, condiciones previas y no consecuencia del embarazo en adolescentes, pero si refuerzan y perpetúan el circulo vicioso de la pobreza.

Todas las políticas, estrategias y planes implementados a lo largo de los años por el estado no han producido los resultados esperados, los altos índices de embarazos demuestran el fracaso de los sistemas educativo y de salud. Un vacío enorme es la falta de educación integral en la sexualidad como un enfoque transversal en los centros escolares, actualmente la información disponible para nuestras juventudes está llena de conceptos erróneos, mitos, tabúes, prejuicios, la idealización del amor, patrones machistas, entre otros.

Sin embargo, no hay que olvidar la cuestión de fondo, aunque la educación contribuye a evitar que el fenómeno se desarrolle, ésta sola no basta y obligatoriamente debe de ir acompañada de una voluntad política que garanticen una vida digna para nuestras adolescentes y jóvenes. Los embarazos a temprana edad y su contribución al arraigo de la pobreza es un resultado del sistema capitalista, que mientras seduce a la población con espectros de prosperidad, degrada y explota al país.

Por lo tanto, se vuelve necesario plantear los embarazos precoces como lo que son, un problema de carácter político y dejar de disimularlos bajo el emblema de “un hijo es siempre una bendición” y “adonde comen dos, comen tres” cuando está claro que madres adolescentes viven condiciones de marginalidad social, pobreza extrema y condiciones precarias de vida.

Es entonces en este punto cuando se vuelve necesario sensibilizar a nuestras juventudes, acerca de la importancia de la organización social, como arma para exigir acceso a la educación plena, acceso a   empleos dignos, a espacios de esparcimiento sanos y accesibles, a marcos legales que obliguen a los diferentes sectores a implementar una educación sexual integral científica.

 

Fuentes:

1 y 2: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) El Salvador, Mapa de Embarazos en Niñas y Adolescentes en El Salvador 2015, primera edición Julio de 2016.

3: www.csj.gob.sv/Comunicaciones/2016/06_JUNIO/IMAGES/Justicia_Cerca_19.pdf

 

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