El medio ambiente, su destrucción y el capitalismo

Los incendios en la Amazonia y las regiones del centro oeste de Brasil se sintieron hasta en São Paulo. El cielo se oscureció a las tres de la tarde y muchas personas no sabían por qué. Pronto llegó la noticia, explicando que, además del frente frío, una de las razones del apagón era el humo que salía de los incendios en la Amazonia. Y así, surgió una conmoción general en las redes sociales, periódicos en todo Brasil e internacionalmente. El problema ambiental, que no parecía ser una fuente de indignación, se convirtió en un elemento más del goteo de insatisfacción popular en la crisis del gobierno. Debajo de la superficie la ira y la indignación contra el gobierno de Bolsonaro están siendo alimentadas ya  que solo muestra desprecio y sarcasmo sobre el tema.

La deforestación  avanza, es lo que muestran los números, el uso de pesticida ha sido liberalizado  y ahora la quema completa es el panorama al que nos enfrentamos. Sin mencionar la población indígena, la fauna y la flora que el gobierno de Bolsonaro está matando deliberadamente al no hacer nada sobre la situación.

El imperialismo y el medio ambiente

Los intereses extranjeros (Francia o Alemania, por ejemplo) en la «protección» de la Amazonia no son más que intereses imperialistas. Lo que quieren es más control. Un control directo sobre nuestros recursos naturales. Los capitalistas no tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de la humanidad, proteger la naturaleza, ser racionales con los recursos naturales… su única preocupación es aumentar sus ganancias, reduciendo los costos de producción, su único objetivo es que su mercancía sea barata y más vendible. Nada más.

Uno de los ejemplos más impactantes en nivel internacional es el mar flotante de basura en el Mar Caribe, entre las costas de Honduras y Guatemala, donde se pueden encontrar plásticos, animales muertos, jeringas e incluso cuerpos humanos… los habitantes viven un verdadero infierno expuesto a la contaminación de enfermedades y  con basura en las puertas de sus hogares.

El 2 de junio de este año, las manifestaciones en Filipinas llevaron al país a devolver 69 contenedores con más de 1500 toneladas de basura a Canadá que habían sido llevados ilegalmente allí entre 2013 y 2014. Las manifestaciones se extendieron por toda la región asiática y varios los países han hecho lo mismo, diciendo que no serán el basurero de los países desarrollados. El 20 de junio, los manifestantes tailandeses salieron a las calles. Esto comenzó con los países imperialistas enviando entregas de desechos para su reciclaje en estos países, sin embargo, los desechos no eran reciclables sino tóxicos, productos tecnológicos o plásticos no biodegradables, lo que hace imposible el procesamiento y reciclaje.

Otro punto destacado de las manifestaciones vinculadas al medio ambiente fueron las huelgas contra el cambio climático en países como Canadá, Estados Unidos y varios países de Europa. Alrededor de 1,5 millones de jóvenes estudiantes de secundaria salieron a las calles y exigieron medidas para proteger el medio ambiente.

Estos episodios solo demuestran cómo el capitalismo no se preocupa por el medio ambiente y que será solo a través de la acción de masas, que deben luchar no solo contra el cambio climático, sino también contra el sistema capitalista, lo cual es la verdadera solución a los problemas climáticos y ambientales.

Naturaleza y humanidad

La humanidad se ha desarrollado a través del trabajo, este proceso tuvo lugar por la dominación de la naturaleza y su transformación,  sea en la producción de herramientas para la caza, o mediante el desarrollo de la agricultura, por ejemplo. Este proceso no solo cambió la naturaleza, también ha cambiado a la humanidad, la transformó y la desarrolló.

Hemos llegado a un punto en el que tenemos todas las herramientas que necesitamos para desarrollar la vida humana sin destruir la naturaleza, utilizando racionalmente sus mejores recursos. Hemos llegado a un punto en el que producimos suficientes alimentos para toda la población de la tierra. Desarrollamos tecnologías que nos llevaron al espacio y a la luna, descubrimos nuevos planetas, estrellas y galaxias. Tenemos posibilidades reales de no limitarnos a la vida en el planeta tierra solo, ya que podemos explorar otros planetas en el vasto espacio.

En una palabra, el animal utiliza la naturaleza exterior e introduce cambios en ella pura y simplemente con su presencia, mientras que el hombre, mediante sus cambios, la hace servir a sus fines, la  domina. Es esta la suprema y esencial diferencia entre el hombre y los demás animales; diferencia debida también al trabajo.

«No debemos, sin embargo, lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos. Es cierto que todas ellas se traducen principalmente en los resultados previstos y calculados, pero acarrean, además, otros imprevistos, con los que no contábamos y que, no pocas veces, contrarrestan los primeros. Quienes desmontaron los bosques de Mesopotamia, Grecia, el Asia Menor y otras regiones para obtener tierras roturables no soñaban con que, al hacerlo, echaban las bases para el estado de desolación en que actualmente se hallan dichos países, ya que, al talar los bosques, acababan con los centros de condensación y almacenamiento de la humedad. Los italianos de los Alpes que destrozaron en la vertiente meridional los bosques de pinos tan bien cuidados en la vertiente septentrional no sospechaban que, con ello, mataban de raíz la industria lechera en sus valles, y aún menos podían sospechar que, al proceder así, privaban a sus arroyos de montaña de agua durante la mayor parte del año, para que en la época de lluvias se precipitasen sobre la llanura convertidos en turbulentos ríos. Los introductores de la patata en Europa no podían saber que, con el tubérculo farináceo, propagaban también la enfermedad de la escrofulosis. Y, de la  misma  o  parecida  manera, todo nos recuerda a cada paso que el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de llegar a conocer sus leyes y de saber aplicarlas acertadamente.» (Friedrich Engels, Dialéctica de la Naturaleza)

Incluso después de haber desarrollado todas las tecnologías y conocer los impactos de nuestra intervención en la naturaleza, todavía estamos limitados por un sistema que no apunta al futuro cósmico de la humanidad, sino a las ganancias. Están destruyendo nuestros derechos, nuestra ciencia, nuestra educación, nuestra salud… ¡nuestro planeta y nuestro futuro! Si el capitalismo no puede ofrecer nada a la juventud y la clase trabajadora, ¡entonces debe morir! Para que muera y en su agonía, que ya se siente y verifica en nuestras vidas, no nos lleve a la barbarie, debemos derribarlo conscientemente. Nuestra tarea, como jóvenes y como revolucionarios, es comprender las leyes que rigen la naturaleza, aprender a aplicarlas en la sociedad para intervenir una vez más en el entorno en el que vivimos y abrir una perspectiva del futuro a toda la humanidad.

Traducción por: Maritania Camargo

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