Economía planificada la alternativa a la barbarie del capitalismo

Estamos casi a mediados del 2020 y la economía mundial está sufriendo uno de los periodos más críticos de su historia. No es algo sorpresivo, ni es solo producto de la pandemia del Covid-19. Si bien la década de 2008 hasta el 2018 fue un ciclo de recuperación del capitalismo, desde antes de la enfermedad, incluso años antes, los centros de estudios de derecha y los diversos analistas del sistema ya preveían la entrada a un nuevo ciclo de desaceleración[i]. Claro la pandemia ha venido a asestar un durísimo golpe directo a las entrañas del capital, pero no es la única razón de su crisis actual.

Sin embargo, también ha sido un ciclo de reflexión sobre el mismo muy enriquecedor, sobre todo para la clase trabajadora. Si ponemos atención a las expresiones de la misma clase capitalista, en la voz de sus analistas, estos nos han dejado una serie de memorables citas que a estas alturas uno nunca hubiera creído posible escuchar de los defensores de este barbárico sistema económico. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional -FMI- en junio del 2016 publicó un análisis en donde se cuestiona el alcance o los logros del sistema neoliberal para mejorar el crecimiento y productividad de los países donde se ha aplicado, decía: “Las políticas de austeridad no solo generan costos sustanciales de bienestar debido a los canales del lado de la oferta, sino que también perjudican la demanda y, por lo tanto, empeoran el empleo y el desempleo […]. En resumen, los beneficios de algunas políticas que son una parte importante de la agenda neoliberal parecen haber sido exagerados”[ii]. Por otro lado, el mismísimo Francis Fukuyama, autor en 1992 del libro El fin de la historia y el último hombre, donde expresa la idea de que el sistema de democracia liberal occidental y sus valores son el culmen de la ideología humana frente al descalabro del bloque de Repúblicas Socialistas de la Unión Soviética, reconoce décadas después, en una entrevista en 2018, que el “socialismo debería volver” y agregó que: “en este momento, me parece que ciertas cosas que Karl Marx dijo están resultando ciertas”. Qué decir del periódico conservador británico Financial Times que en una publicidad con su titular “hizo que se le atragantara la tostada a muchos de sus lectores: Capitalism. Time for a Reset[iii]. Atreverse a jugar con la idea no es cosa simple. Ver para creer.

Sin duda las continuas crisis del capitalismo son un quebradero de cabeza para los que creen en el libre comercio y la mano invisible del mercado, sin entender la falsedad que existe en esos conceptos que sirven para ocultar el control del capital y la clase burguesa sobre la vida de los países y sus pueblos. No existe el libre comercio y la economía de “libre” mercado es planificada bajo los intereses de los grandes monopolios transnacionales que pretenden hacerse invisibles ante la opinión pública descargando la responsabilidad de la economía en las políticas aplicadas por los gobiernos, que ellos mismos manejan a través de la corrupción.

Pero las constantes crisis del sistema, la crisis del cambio climático, la crisis de las desigualdades socio económicas junto a los discursos de odio e intolerancia y las constantes guerras a las que ha llevado al mundo, empujan a diversos intelectuales a pensar en salidas, en alternativas a este caos que nos destruye y deshumaniza gradualmente. Así, surgen propuestas de modelos alternativos de producción -algunos pensadores de derecha tienen claro que es necesario reformar el sistema político económico- y surgen planteamientos como el llamado capitalismo progresista (Joseph Stiglitz); el socialismo participativo (Thomas Piketty); el Green New Deal (Alexandria Ocasio-Cortez); o una democracia económica (Joe Guinan y Martin O’Neill)[iv]. No vamos a detallarlos en este espacio, pero es necesario señalar con toda claridad, que como estudiosos de la lucha de clases, sabemos que a la base de las desigualdades económicas, la depredación del planeta, las condiciones de miseria de la clase trabajadora, etc., está el sistema capitalista y la propiedad privada de los medios de producción. Mientras el sistema económico privilegie la propiedad privada, la concentración de la riqueza y la explotación de la clase trabajadora; mientras los Estados estén en función de proteger los intereses de la clase burguesa, no importa por cual modelo y/o modo de producción se opte bajo el capitalismo, nada cambiará. 

La alternativa, por tanto, es volver a estudiar la economía planificada, la experiencia de la Revolución Bolchevique y los logros que le permitieron a la Unión Soviética, en un lapso de 50 años, convertirse en una potencia mundial equiparable a los Estados Unidos de Norte América, sin las crisis ni los vicios de la economía de mercado.

Para muchos seguramente la idea de la economía planificada les resultara absurda, ya no digamos a los ilustres defensores del libre mercado. Como si actualmente no existiera la planificación económica en el mundo. Los gobiernos, las empresas, incluso los mercados planifican. Es una absurda mentira la idea de la mano invisible. Los grandes monopolios mundiales: Nestlé, Coca Cola, Microsoft, Aple, hasta el dueño de Facebook, planifican sus estrategias de mercado y elaboran planes económicos. La planificación no es extraña a la economía por el contrario es una actividad fundamental. Pero, ¿por qué se les retuerce el alma a los economistas capitalistas cuando la izquierda revolucionaria habla de planificación? Simplemente porque el objetivo es distinto, la planificación que hace el capitalismo es para lograr concentrar en unas pocas manos la riqueza que produce la clase trabajadora, la finalidad de la economía planificada en el socialismo es la distribución de la riqueza con el objetivo de garantizar que los seres humanos tengan acceso a una vida digna por derecho propio, no como un privilegio de clase.

La economía planificada ha permitido, por ejemplo, al pueblo de Cuba resistir por casi 60 años el criminal bloqueo económico impuesto unilateralmente por Estados Unidos, como represalia hacia su gobierno revolucionario, con un costo de $930 mil millones de dólares para la isla, y pese a esto, Cuba es de los países latinoamericanos que tienen un alto nivel de desarrollo humano (puesto 72) según el índice de desarrollo humano que publica anualmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD-.

Otro ejemplo histórico y más impactante, que ya mencionábamos, es el de la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia, que saco al país del atraso económico y social, llevando a la Unión Soviética a convertirse, a través de la economía planificada, en una potencia económica y militar equiparable a la de Estados Unidos en un espacio realmente corto de la historia. “En un periodo de 50 años, la URSS multiplicó su producto interior bruto (PIB) por nueve. A pesar de la terrible destrucción de la Segunda Guerra Mundial, su PIB se multiplicó por cinco entre 1945 y 1979. En 1950, el PIB de la URSS era sólo el 33% del de los EEUU. Ya en el año 1979 alcanzó el 58%. A finales de la década de los 70, la Unión Soviética se había convertido en una potencia industrial formidable que en términos absolutos ya había superado al resto del mundo en toda una serie de sectores clave. La URSS era el mayor productor de petróleo, acero, cemento, asbestos, tractores y muchos bienes de equipo. La producción industrial de la URSS era la segunda después de la de EEUU […]. De un país atrasado, semi-feudal, principalmente analfabeto, en 1917, la URSS se convirtió en una economía moderna y desarrollada, poseía un cuarto de los científicos del mundo, un sistema de salud y educación igual o superior a cualquiera de los países de Occidente, lanzó el primer satélite espacial y puso al primer hombre en el espacio. En la década de 1980, la URSS tenía más científicos que los Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Alemania juntos. Sólo recientemente Occidente se vio obligado a admitir a regañadientes que el programa espacial soviético estaba muy por delante del de los Estados Unidos. El hecho de que Occidente todavía tenga que usar cohetes rusos para poner hombres y mujeres en el espacio es una prueba suficiente de esto”.[v]

Seguramente más de algún lector o lectora se preguntará: ¿entonces por qué se desplomó la Unión Soviética? Y es una pregunta válida, sin embargo no es una respuesta sencilla. En realidad lo que se formó en la extinta URSS, después de la muerte de Lenin no fue un socialismo sano, es decir una democracia obrera, sino una deformación conocida ahora como Stalinismo, dado que su gestor fue Jósif Vissariónovich Dzhugashvili, mejor conocido Joseph Stalin, quién desconoció todo el legado de la Revolución Bolchevique para convertirla en una monstruosa burocracia que no fue capaz de mantenerse, esto requiere un estudio aparte. Sin embargo, la deformación burocrática no impidió demostrar las ventajas y la superioridad de una economía planificada, impulsada por la clase trabajadora.  

El mundo no tiene por el momento muchas alternativas. La crisis sanitaria generada por la pandemia del Covid-19, no solo ha acentuado la debacle del sistema capitalista neoliberal, que ya se veía asomar en el horizonte como parte de sus ciclos, sino que ha expuesto su verdadera y deshumanizada cara. Durante años, el neoliberalismo ha visto en la salud solo un mercado más, del cual debe sacar la máxima ganancia posible, privatizando los sistemas de salud, o reduciéndolos, dejando expuesta a la clase trabajadora a sufrir, como lo esta haciendo ahora, las penurias de no poder tener acceso a un sistema que realmente le proteja. Pero esta es solo una cara de la moneda, la gravedad de la pandemia ha obligado al cierre temporal de fuentes de trabajo, las micro, pequeñas y medianas empresas pronto quebrarán dejando sin posibilidad de sustento a miles de familias, y la recuperación no se estima que sea rápida. “La crisis actual, entonces, no es un mero episodio efímero. Más bien representa un punto de inflexión fundamental en la historia del mundo, en el desarrollo y el declive del capitalismo.[vi]

Aunque los diferentes países están tomando medidas para enfrentar la crisis económica, esta se reduce en una palabra: deuda. Que como bien sabemos, quien la terminará pagando será el pueblo trabajador, la clase proletaria. No olvidemos que la principal función del Estado burgués es la protección de los intereses de la clase burguesa, la protección de los grandes capitales.

La única respuesta, para la clase trabajadora, es el giro hacia una economía planificada que ponga el énfasis en las necesidades reales de la población: alimentación, salud, trabajo, acceso a educación y viviendas dignas. Esto solo será posible poniendo orden en la producción, limitando la tenencia de la propiedad privada, distribuyendo la riqueza, utilizando la tierra para asegurar nuestra soberanía alimentaria y resguardando nuestros limitados recursos naturales. Debemos poner atención a esto, pues el mundo necesita un cambio sustancial, de lo contrario lo único que se nos presenta en el futuro es la barbarie del capitalismo como bien dijo Rosa Luxemburgo.

La organización es esencial, involucrarse es esencial, estudiar y prepararse es fundamental. Solo la organización política de la clase proletaria alrededor de sus intereses de clase puede detener la destrucción de la vida que hace el capitalismo.

El porque ha fracasado la izquierda antes tiene sus explicaciones, y los errores pueden corregirse, pero para ello es necesario tener la voluntad y el carácter para hacerlo.


[i]       2008-2018: la década perdida del capitalismo. Rob Sewell. 2018. https://www.marxist.com/2008-2018-capitalism-s-lost-decade.htm

[ii]      Neoliberalismo: ¿Sobrevendido? FMI 2016. Jonathan D. Ostry es Director Adjunto, Prakash Loungani es Jefe de División y Davide Furceri es Economista, todos en el Departamento de Investigación del FMI.  https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2016/06/ostry.htm

[iii]     Las grietas del capitalismo obligan a su reinvención. Miguel Ángel García Vega. 2019. El País. https://elpais.com/economia/2019/10/18/actualidad/1571397259_309335.html

[iv]    IDEM

[v]     Qué consiguió la Revolución Rusa y por qué degeneró. Alan Woods. 2017. https://www.marxist.com/que-consiguio-la-revolucion-rusa-y-por-que-degenero.htm

[vi]    Después del confinamiento: ¿cómo será el capitalismo?Adam Booth. 2020. https://bloquepopularjuvenil.org/despues-del-confinamiento-como-sera-el-capitalismo/

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