Contradicciones de la situación política en Bielorrusia: una advertencia

La complejidad del momento político actual en Bielorrusia y la participación activa de la clase trabajadora en los acontecimientos fueron descritos por nosotros en dos artículos anteriores (aquí y aquí). Pero ahora también tenemos informes más detallados de la escena, que reflejan mucho más vívidamente tanto la naturaleza de la movilización de los trabajadores del país como del impacto de esta movilización.

Es obvio que la escala huelguística y su influencia en el desarrollo de la situación en la república sigue creciendo.

A estas alturas, hay informes sobre el desarrollo de acciones de huelga en toda regla en MTZ (planta de tractores Minsk Tractor Works). El director admitió que el primer turno en MTZ paró. No sabe si el segundo turno lo hará también. Se ha creado un comité de huelga de 23 miembros.

Los trabajadores llamaron la atención de los periodistas sobre el hecho de que la dirección de la planta sólo quiere que se hagan reivindicaciones económicas. Mientras tanto, dijeron, el primer requisito es reformar de inmediato las fuerzas de seguridad para que los responsables de las agresiones a los manifestantes sean destituidos. El segundo requisito es un cambio de gobierno en el país.

En la capital, los trabajadores del Metro se han sumado a la huelga y han marchado por las calles, acompañados de trabajadores de grandes establecimientos industriales.

De una forma u otra, la huelga política general que ha afectado a la mayoría de las mayores empresas del país es un hecho consumado. Es esta huelga, y no el aullido de los liberales o del BNF [Frente Nacional Bielorruso], la fuerza real capaz de derrocar al régimen.

En el contexto del creciente movimiento huelguístico la declaración de Lukashenko parece cada vez más tragicómica: «Todavía estoy vivo y no en el extranjero». Sin embargo, la extravagante bravuconería de los dictadores a los que la tierra les quema debajo de los pies no es nueva en la historia de la humanidad. Sin embargo, se vio obligado a anunciar la liberación de los manifestantes detenidos. Esta medida tiene como objetivo calmar la situación en las fábricas, pero podría tener el efecto contrario: los trabajadores se darán cuenta de que son sus acciones las que lo han logrado y se animarán a exigir más.

En su discurso, Lukashenko despreció las huelgas. “Me dijeron que en MAZ o MTZ alrededor de 20 personas decidieron decir lo que pensaban, dejaron de trabajar y se fueron. Su supervisor les dijo: está bien, muchachos, pueden irse, tengo suficiente gente aquí, su salario se quedará para ellos. Después de eso, estas personas volvieron a trabajar”, bromeó.

Hoy, los trabajadores de MTZ salieron de la fábrica con una gran pancarta que dice: “No somos ovejas, no somos basura, no somos idiotas. Somos trabajadores de MTZ y somos 16.000, no 20”.

Ahora sólo una parte de la izquierda rusa, completamente ciega a la realidad objetiva, puede repetir los estúpidos mantras sobre “adolescentes en un Maidán pequeñoburgués” inspirados por la CIA o Putin. Y les mostraré por qué. [Maídán es la plaza de la capital ucraniana Kiev, epicentro del movimiento reaccionario que derrocó al expresidente Víctor Yanukóvich, aliado de Rusia, en noviembre de 2013, NdT]

En la actualidad, estamos observando cómo la naturaleza del movimiento de protesta en la república es cada vez más proletario en su composición social, pero aún permanece completamente dentro del marco burgués en cuanto a la naturaleza de sus reivindicaciones. Hasta cierto punto, esto es lógico, pero también encierra un grave peligro potencial precisamente para la parte obrera del movimiento.

Para que el lector comprenda mejor la naturaleza del movimiento en este momento, me gustaría dar una descripción de los acontecimientos en Yodino de la camarada AM, que los vio con sus propios ojos:

“Los oponentes de Lukashenko son muy ambiguos al formular su descontento. Las siguientes tesis son más o menos claras:

«Salarios bajos. Queremos vivir como en Europa. No queremos ser parte de Rusia. No creemos en [Svetlana] Tijonovskaia como presidenta. Votaron por ella, para que luego hubiera elecciones justas. Lukashenko lo entendió. Debe ser juzgado por el Tribunal de La Haya. [Nosotros] exigimos detener las agresiones en protestas pacíficas. Se cree que las elecciones fueron ganadas por Tijonovskaia ”.

“Incluso hoy, varios cientos de personas se reunieron en la planta de BelAZ [fabricante de equipos de transporte y de movimiento de tierras] a la hora del almuerzo en los terrenos de la planta, y exigieron que las OMON [fuerzas especiales de seguridad] fueran sacadas de la ciudad, mostraran los protocolos de votación, [y] [se celebren] nuevas elecciones justas. Fueron abordados por la gerencia de la planta y el alcalde de la ciudad”.

La oposición liberal es enemiga de los trabajadores

En su mensaje, AM menciona a Tijonovskaia (la principal candidata presidencial de la oposición que ahora ha abandonado el país). Debido a que los propios trabajadores mencionaron que votaron por ella (aunque sin confiar en ella como potencial figura presidencial), conviene detenerse en algo más de los detalles de su programa, que es la esencia concentrada del ala liberal de la protesta. Esto es importante en el sentido de que proporciona una advertencia importante al movimiento obrero que ha despertado en Bielorrusia.

Así que vayamos a los puntos más característicos de este programa e intentemos traducirlos a un lenguaje más comprensible, porque el programa, bajo el aparentemente atractivo nombre ‘Nuevas tareas’ está plagado de muchos puntos interesantes:

“Para crear nuevos puestos de trabajo se necesita una política macroeconómica de alta calidad; es decir, baja inflación, política presupuestaria disciplinada, amplio margen para la iniciativa privada y responsabilidad en las decisiones de inversión”. Así establece parte del preámbulo del programa. Descifremos algunos aspectos.

‘Inflación baja’ significa un cambio en la política de la relación entre el volumen de dinero emitido por el Banco Central y el agregado de bienes en el país con el fin de aumentar el precio del dinero (los tipos de interés) y así estabilizar el tipo de cambio. Es una política fiscal de reducción del consumo de los consumidores y de creación deliberada de pobreza masiva. Puede parecer que se trata de uns deformación, una exageración o una distorsión. Sería posible asumir esto si no fuera por una formulación como: “política fiscal disciplinada”. Para quienes no lo sepan, en lenguaje neoliberal, esto significa “la destrucción del gasto público en los servicios sociales”: salud, educación, instituciones presupuestarias, etc. ¿Alguien más tiene dudas sobre hacia dónde conducen los liberales? Pasemos a puntos específicos.

Esto es lo que se propone en el campo de la contratación laboral: “el derecho a contratar trabajadores libremente”. Traducido a un lenguaje comprensible, esto significa: «permitir al empresario contratar o despedir trabajadores libremente sin ninguna responsabilidad». Estamos hablando de un estímulo adicional a la competencia entre empleados, protegidos por el poder del Estado. Uno puede imaginar cómo afectará esto a la posición de los trabajadores junto con una “política presupuestaria disciplinada”, en la que es poco probable que las prestaciones por desempleo sean una alta prioridad.

Y por supuesto, estos aspectos van acompañados de las privatizaciones, la apertura del mercado inmobiliario de la tierra, la liberalización de precios, la liberalización de cuentas, la creación de una zona de libre comercio con la UE y Rusia, y la atracción de capital extranjero.

En conjunto, todos estos puntos prometen la intervención descontrolada del gran capital de Rusia y de la UE (ni siquiera los actuales monopolistas locales podrán resistirlo, a menos que pongan a los trabajadores en una situación de completa esclavitud), y un colosal empobrecimiento de la clase trabajadora del país.

Cuando algunos de los trabajadores mencionan a Europa, lo que quieren decir es salarios más altos. Es un serio error. La experiencia de toda la exURSS y de los países del Este muestra que el gobierno de los liberales burgueses pro-occidentales trae desempleo masivo, migración masiva, destrucción de los sistemas de bienestar, salarios más bajos y destrucción de los derechos de los trabajadores. Cuando los liberales hablan de Europa, se refieren a la venta al por mayor de la propiedad estatal a las multinacionales extranjeras y a la explotación desenfrenada de los trabajadores.

Aquí es donde entra una advertencia importante. Para la clase trabajadora en ascenso de Bielorrusia, permanecer dentro del marco de la política burguesa significa una gran amenaza para sus intereses fundamentales de clase. La caída de Lukashenko es cuestión de tiempo y hay que fijarse en las tareas que están más allá. Permaneciendo en el marco de la política del mal menor, la clase obrera de la república corre el riesgo de encontrarse en una situación que puede ser incluso peor que antes, desde el punto de vista económico. Un presidente neoliberal que entre en el marco de la democracia burguesa usaría una retórica engañosa sobre la “revolución popular” y un aparato de poder detrás de él. Esto permitirá llevar a cabo las contrarreformas más caníbales.

¿Es esto inevitable, como afirman los alarmistas conservadores? En absoluto. Los trabajadores ya han demostrado ser una fuerza poderosa. Pero hasta ahora, esta fuerza aún no tenía sus propios órganos de control político, sus propios requisitos de clase y su propia dirección.

La clase obrera bielorrusa puede evitar una catástrofe y avanzar rompiendo con las ilusiones de la liberalización burguesa y comenzando a construir su propia democracia de clase, que ni los liberales ni sus patrocinadores a ambos lados de la frontera del país pueden esquivar. Aquí, solo puedo reiterar lo que escribimos en nuestro comunicado sobre la situación en el país:

Pero para proteger verdaderamente sus intereses, la clase obrera y sus organizaciones, que han cobrado vida en las condiciones actuales, tendrán que pasar de políticas defensivas a ofensivas, es decir, a trabajadores que formen sus propios órganos políticos (consejos) y utilizarlos para tomar el control político, manteniendo el orden público mediante la creación de una milicia obrera y el control de las empresas. Este es el único camino posible a largo plazo. La alternativa es el desastre.

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