Tesis fundamentales de la Revolución Permanente para principiantes

La revolución no puede ser comprendida si no se le observa dialécticamente. Así pues, imaginemos por un momento la imagen de un volcán, aparentemente es una montaña firme, por fuera parece ser muy estable, pero por dentro encierra una lucha encarnizada de intereses contradictorios entre las capas de roca sólida que no quieren moverse y el magma acumulado por siglos que presiona por salir. Entonces, cuando la tensión de esas fuerzas contradictorias llega a un punto crítico, el volcán explota. Pasa lo mismo con todas las sociedades, parecen estables, pero por dentro viven una lucha de intereses de clase, cuyas tensiones llegan a un punto crítico de desarrollo, y finalmente estallan. Esto es a lo que le llamamos revolución.

Ahora, volviendo a la imagen del volcán, cuando este explota destruye todo lo que encuentra a su paso y al disiparse las cenizas encontramos que la montaña cambió para siempre de forma, ya no existen árboles pero el suelo es mucho más fértil y las cámaras de lava crearon cuevas subterráneas que purifican el agua, un orden natural totalmente nuevo. Pero no acaba allí, el volcán forma parte inseparable de la Tierra, por lo que al explotar, el subsuelo tiembla, su onda expansiva crea maremotos y explosiones de otros volcanes, su nube cambia las temperaturas del planeta y a la larga se nota que todo el mundo cambió. En ese sentido podríamos deducir que la erupción en un solo sitio, sin tener efectos en el resto del planeta es imposible o antinatural; por lo que podríamos hablar de una erupción permanente.

Ese ejemplo de la naturaleza sirve para explicar de manera muy sencilla la Revolución Permanente, pero por principio de cuentas:

¿Qué es la Teoría de la Revolución Permanente?

La revolución socialista es un escalón más elevado que el sistema capitalista, pero, qué pasa con los países atrasados que aún no logran completar las tareas de la revolución democrático-burguesa como la unidad nacional, la reforma agraria y sobre todo, el desarrollo industrial capitalista. La teoría de la revolución permanente surgió para dar respuesta, que se demostró posteriormente en la práctica, a qué hacer en estos países con burguesías débiles atadas a los terratenientes y subordinadas a los imperialismos, poniendo sobre la mesa la necesidad de avanzar a las tareas del socialismo y a la extensión de ésta revolución a nivel internacional

La revolución permanente es una teoría fundamental y una de las más importantes del socialismo. La idea surgió primero con los socialistas utópicos como Proudhon. Posteriormente la idea fue retomada por los fundadores del socialismo científico, quienes la adoptaron dándole un enfoque materialista y dialéctico; y la convirtieron en uno de los pilares de sus teorías.

Así por ejemplo, Engels escribió en 1847 en sus Principios del Comunismo:

¿Es posible esta revolución (comunista) en un solo país? NO. La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania. Ella se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más lentamente, dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más desarrollada la industria, en que se hayan acumulado más riquezas y se disponga de mayores fuerzas productivas. Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás países del mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su anterior marcha del desarrollo. Es una revolución universal y tendrá, por eso, un ámbito universal.

Por otro lado, Marx escribió en su Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas:

Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas (refiriéndose a demandas demoliberales típicas en una monarquía cuasi absoluta como lo era el Reino de Prusia), nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el Poder del Estado, hasta que la asociación de los proletarios se desarrolle y no sólo en un país, sino en todos los países predominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado.

Pero la máxima aportación a la victoria final la harán los propios obreros […] cobrando conciencia de sus intereses de clase, ocupando cuanto antes una posición independiente de partido e impidiendo que las frases hipócritas de los demócratas pequeñoburgueses les aparten un solo momento de la tarea de organizar con toda independencia el partido del proletariado. Su grito de guerra ha de ser: la revolución permanente.

Finalmente, la teoría terminó de ser desarrollada por León Trotsky en sus libros 1905: resultados y perspectivas, de 1906; y La Revolución Permanente de 1930. En la introducción de esta última obra, Trotsky explica:

La revolución permanente, en el sentido que Marx daba a esta idea, quiere decir una revolución que no se aviene a ninguna de las formas de predominio de clase, que no se detiene en la etapa democrática y pasa a las reivindicaciones de carácter socialista, abriendo la guerra franca contra la reacción, una revolución en la que cada etapa se basa en la anterior y que no puede terminar más que con la liquidación completa de la sociedad de clases.

Dicho enfoque teórico se diferenciaba de la Teoría del Socialismo en un solo país, formulada por Iósif Stalin. Por está misma razón, Trotsky fue exiliado, perseguido, asesinado y acusado de contrarrevolucionario y antimarxista, a pesar de que las citas anteriormente expuestas son prueba suficiente para descubrir que la Revolución Permanente pertenece al auténtico marxismo.

Esas mismas citas expresan partes integrantes de la teoría, pero en términos exactos:

¿Qué establece la teoría de la Revolución Permanente?

En su libro de 1930, Trotsky distingue tres conjuntos principales de ideas que, según Marx, estarían aglutinadas en la teoría. Estos son:

1.- El tránsito de la revolución democrática a la socialista

Este punto central es también el origen histórico de la teoría. Tomemos en cuenta que Marx nació en el Reino de Prusia y Trotsky vivió en el Imperio Ruso, ambas naciones políticamente atrasadas (una más que la otra). En el siglo XIX (al igual que ahora) abundaban las interpretaciones mecanicistas de la historia (lo cual es propio del pensamiento liberal), según las cuales, una vez conseguidas las demandas democrático-burguesas (parlamentarismo, libertad de prensa, etc.) y establecido un «Estado racional» (consigna heredada de la Ilustración), no habría problemas que pudiesen ser resueltos mediante los métodos reformistas.

Esta visión reformista, tanto de los liberales como de los socialdemócratas, se basaba en una interpretación mecánica de la Revolución francesa. Por la palabra «mecanicista» nos referimos a una interpretación que considera que la evolución de los hechos se da en etapas respetuosamente demarcadas y separadas una de la otra, de manera «natural» e inevitable, y que no toma en cuenta las contradicciones de cada época ni el motor del cambio social, el cual ya sabemos que es la lucha de clases. Ellos pensaban que la revolución democrática ocurriría en los demás países políticamente atrasados exactamente como sucedió en Francia, es decir, liderada por una burguesía subyugada por los altos impuestos, el derecho divino y las arbitrariedades del poder real.

Sin embargo, la sociedad se había transformado profundamente a lo largo de las décadas. El auge del capital financiero, de los monopolios y del imperialismo ató a la vieja economía agraria y feudal y al viejo aparato de Estado a los nuevo sectores industriales y bancarios. Debido al crecimiento del mercado mundial, ya no era posible hacer una distinción clara entre la élite feudal y la burguesía ascendente que aspiraba a alzarse como clase dominante, como en la Francia de 1789; la élite feudal y las instituciones dominantes quedaron irremediablemente vinculadas entre sí. Entonces, quedaba claro que la burguesía ya no iba a desempeñar un papel revolucionario y, a diferencia de la Francia de 1789, donde el proletariado era todavía inmaduro e informe, en la de 1848 la clase trabajadora era una fuerza numéricamente mayor, mejor organizada y con un programa más desarrollado; convirtiéndose en una amenaza contra la cual la burguesía no dudaría en aliarse con el feudalismo.

Por otro lado, también había interpretaciones mecanicistas del socialismo y posteriormente del marxismo (abundantes en los partidos socialdemócratas) que aseguraban que el socialismo llegaría tras un largo periodo de consolidación de la democracia burguesa. Ambas visiones compartían la opinión de que la revolución democrática y la socialista eran etapas separadas o mutuamente excluyentes.

Marx, al contrario, pensaba que la revolución alemana de 1848 sería la antesala de la revolución comunista. Esto no ocurrió, pero la revolución tampoco terminó en democracia precisamente, comprobándose que los objetivos de la democracia pasarían sólo por la dictadura del proletariado.

Esto es precisamente lo que establece la Teoría de la Revolución Permanente: en los países políticamente atrasados, los objetivos de la democracia pasan sólo por la dictadura del proletariado, es decir, que una vez alcanzada la democracia burguesa, esta se convierte en el preludio de la revolución socialista ¿y por qué? Porque la burguesía no será capaz de llevar a cabo las consignas y objetivos democráticos, esto solo lo podrá hacer el proletariado en su dictadura, que a su vez va a terminar llevando al socialismo.

En 1905, Trotsky resucitó la teoría y estableció que a la revolución democrática y a la revolución socialista las une un ritmo revolucionario permanente. En Rusia, los mencheviques trataron de usar el fracaso parcial de la revolución de 1905 para intentar desmentir y desacreditar la teoría, así como para justificar su giro a la derecha; lo mismo trataron de hacer posteriormente los estalinistas, cuyas ideas después de todo no son muy diferentes de las del viejo menchevismo. Sin embargo, esta fue comprobada en la práctica maravillosamente nada más y nada menos que en 1917.

El frágil poder de los mencheviques y los eseristas (socialistas revolucionarios, partido al que pertenecía Alexander Kerenski) sirvió precisamente como preludio para la Revolución de Octubre, comandada por los bolcheviques.

Ahora, esta parte es evidentemente más aplicable para los países atrasados políticamente, ¿qué pasa entonces con los países avanzados? En países como Reino Unido, Francia o Estados Unidos existe ya un régimen democrático-burgués, luego entonces ¿cómo aplica el tránsito de una revolución a otra en esos países? La respuesta a esa pregunta se localiza en el Programa de Transición (cuya lectura te recomendamos mucho, camarada lector). Lo que debe hacer la vanguardia revolucionaria del proletariado en estos países es acercarse a las organizaciones obreras, tales como sindicatos y partidos influenciados por los reformistas, para recoger sus demandas, consignas y preocupaciones. Es como decía Lenin: «la política empieza donde están las masas». Esa vanguardia debe estar con los obreros luchando por demandas del «programa mínimo», como aumentos salariales o recortes a la jornada laboral; al mismo tiempo que los educa en las ideas revolucionarias.

No hacer esto nos haría reproducir una actitud sectaria que nos aislaría de las masas. No debemos simplemente presionar a la gente para que se nos unan mientras nos engañamos a nosotros mismos, la propia dinámica de las revoluciones implica la radicalización de las masas a través de su experiencia. Todas las revoluciones empiezan con objetivos reformistas moderados que se van radicalizando al calor de la experiencia de lucha de las masas y al haber una polarización social cada vez mayor. En ese giro paulatino a la izquierda, es el que el proletariado comienza a atacar a la propiedad privada. En nuestra época eso es más cierto y factible, pues la fuerza numérica, económica y el nivel cultural de la clase trabajadora hoy en día es mucho mayor de lo que era hace 100 o 150 años.

2.- El desarrollo de la revolución socialista como tal

Este punto se refiere, a grandes rasgos, a la transformación de las relaciones sociales que ocurren a lo largo del período de duración indefinida y de lucha constante que conocemos como proceso revolucionario.

El proceso conserva un carácter político, es decir, se desenvuelve en un marco de choques entre diversos grupos sociales que pueden o no (aunque generalmente así sucede) manifestarse como guerra civil revolucionaria.

Tras las diversas manifestaciones y estallidos de estas luchas vienen múltiples reformas que tienen por objetivo revolucionar la base material de la sociedad (la economía, la técnica y la producción científica) y la superestructura, es decir, sistemas educativos, mensajes mediáticos, costumbres culturales, códigos legales y, por supuesto, el Estado.

En esta etapa, los trabajadores organizados han derrocado al viejo aparato de Estado y se erigen en una nueva autoridad revolucionaria, que dirigen para llevar a cabo las transformaciones sociales (a esto le llamamos «dictadura del proletariado», que no es otra cosa que la democracia obrera), sin embargo, al ser el Estado Obrero todavía una forma de Estado, con todas las contradicciones que esto implica, todas las transformaciones que se lleven a cabo sucederán dialécticamente, impidiendo que la sociedad socialista alcance un equilibrio de manera inmediata. De ahí el carácter permanente del desarrollo de la revolución socialista.

3.- El carácter internacional de la revolución socialista

Esta idea, que le da forma al internacionalismo proletario de los marxistas, es un resultado de la evolución global de la economía capitalista y, por ende, de la organización social de la humanidad en el mundo entero.

Ya desde el siglo XIX, Marx describía que el crecimiento y desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo harían impetuosamente necesaria la expansión de los mercados, convirtiendo al capitalismo en un sistema global, traspasando todas las fronteras nacionales. En otras palabras, Marx estaba viendo el comienzo de lo que hoy en día llamamos «globalización». Para la época de Trotsky, era ya claro que el capitalismo había hecho interdependientes a todos los países del mundo, de manera irremediable.

En sus palabras:

«El capitalismo nacional no puede, no ya transformarse, sino ni siquiera concebirse más que como parte integrante de la economía mundial.»

Ahora, si bien la revolución socialista comienza dentro de las fronteras de un país, esta no debe ser contenida dentro de esas fronteras más que como régimen transitorio, ya que el aislamiento prolongado de un Estado obrero no hace más que acentuar sus contradicciones internas y externas, provocando a la larga el deceso de ese Estado. La razón por la cual un Estado Obrero no sobrevive aislado es que, como se dijo antes, en nuestra época los países del mundo dependen uno del otro y se necesitan mutuamente.

Por ejemplo, la Unión Soviética secuestrada por Stalin permaneció aislada ante la imposibilidad de exportar la revolución debido a sus políticas erróneas (que básicamente consistieron en utilizar a la Tercera Internacional como centinela fronterizo), y al ser un país atrasado, además, se vieron en la necesidad de industrializar al país rápidamente, pero además lo hicieron de forma burocrática, lo que privó a los obreros de la posibilidad de participar en la política de SU Estado, dejándolo a merced de una capa burocrática que a la larga re introdujo el capitalismo a Rusia.

El ejemplo anterior demuestra que un Estado obrero solo puede sobrevivir haciendo que el proletariado también triunfe en otros países, por lo que la revolución socialista en un país no es un fin en sí mismo, sino un medio para otro fin: la Revolución Mundial, cuya primera etapa era, según Lenin y Trotsky, la Revolución Rusa.

A modo de ilustración para dejar de manifiesto la importancia de la interdependencia entre las naciones, Trotsky escribe:

Si tomamos a Inglaterra y a la India como los dos polos opuestos o los dos tipos extremos del capitalismo, no tendremos más remedio que reconocer que el internacionalismo del proletariado británico e indio no se basa, ni mucho menos, en una analogía de condiciones, objetivos y métodos, sino en vínculos inquebrantables de recíproca interdependencia. Para que el movimiento de emancipación de la India pueda triunfar, es menester que estalle un movimiento revolucionario en Inglaterra, y viceversa. Ni en la India ni en Inglaterra es posible levantar una sociedad socialista cerrada. Ambas tienen que articularse como partes de un todo superior a ellas. En esto y sólo en esto reside el fundamento inconmovible del internacionalismo marxista.

Por supuesto, también existe y debemos tomar en cuenta la cuestión del imperialismo, el cual era explicado por Lenin como la fase superior de desarrollo del capitalismo. Como el desarrollo mundial de este sistema nunca es simultáneo ni igual en todos los países, los capitalistas más avanzados tienden a dominar a los de desarrollo más atrasado; en el caso anterior, Inglaterra era el estado imperialista (por excelencia en aquel entonces) porque la India dependía enteramente de ella. El imperialismo funciona como el último elemento de internacionalización del capital, de eso no tenemos duda, pero también funciona como tarea democrática. Para que me entiendas, en un país como México la emancipación de la opresión imperialista es la tarea democrática fundamental, pero:

1. No se puede resolver en un marco de capitalismo nacional; y

2. No la puede resolver la burguesía mexicana, ya que ésta está atada y depende completamente del imperialismo estadounidense

La resolución de esa tarea democrática fundamental implica necesariamente la colaboración con el proletariado estadounidense, por eso no hablamos del internacionalismo proletario como una cuestión moral, sino como una necesidad de primer orden para que la revolución del país oprimido pueda sobrevivir.

Por lo anterior, se puede comprobar que el objetivo estalinista de crear y desarrollar una sociedad socialista cerrada en un solo país es una utopía de lo más reaccionaria ¿y por qué? Porque significa abandonar los fundamentos del internacionalismo proletario, lo que a su vez significa romper con el marxismo. Podríamos escribir uno y mil artículos (aparte de los que ya existen) para explicar los porqués y los cómos, pero en esencia y sin entrar en mayores complicaciones, eso fue lo que pasó, a lo largo de toda su existencia la burocracia soviética (o lo que es lo mismo, el Estado soviético) fue rompiendo más y más con el marxismo y haciéndose más y más reaccionaria por haber abandonado la Teoría de la Revolución Permanente y con ella, a la revolución misma.

Además de desarrollar las ideas anteriormente explicadas en su libro de 1930, Trotsky también realizó sus propias conclusiones a partir de su análisis teórico del marxismo y práctico de la coyuntura y la historia de las revoluciones rusas. Explicadas de manera breve, estas conclusiones son:

1.- La teoría de la revolución permanente exige la mayor atención por parte de todo aquel que se considere a sí mismo marxista, ya que el desarrollo de la lucha de clases, después de que la teoría fue comprobada en la práctica en la revolución rusa, la ha hecho versar sobre el carácter, nexos y métodos que debe utilizar la revolución internacional.

2.- En los países con desarrollo burgués atrasado (categoría en la que entra el llamado «Tercer Mundo») la resolución de los fines democráticos, así como los de emancipación nacional y la cuestión agraria, solo se pueden concebir por medio de la dictadura del proletariado, siendo éste el poseedor del poder político de la nación oprimida.

3.- En un país atrasado, los campesinos forman la mayoría de la población, por lo que sin una alianza obrero-campesina, los fines de la revolución democrática son irrealizables. La alianza obrero-campesina se lleva a cabo solamente luchando contra la influencia de la burguesía liberal-nacional (que por lo general es también la pequeña-burguesía).

4.- Sin importar cuáles sean las primeras etapas de la revolución en tal o cual país, la alianza entre obreros y campesinos solo es posible con la dirección política de la vanguardia proletaria organizada, papel que hasta la burocratización de la III Internacional, desempeñaban los partidos comunistas.

5.- Por muy grande e importante que sea el papel de los campesinos en la revolución, este papel no es nunca autónomo ni mucho menos dirigente, ya que en la etapa revolucionaria, el campesino tiende a seguir o al obrero o al burgués. Luego entonces, la antigua consigna de Lenin que decía «dictadura democrática del proletariado y los campesinos» es posible solo como una dictadura del proletariado que se apoya en las masas campesinas.

6.- Esa hipotética «dictadura democrática del proletariado y de los campesinos» como gobierno diferente a la «dictadura del proletariado» sería solo posible en caso de que existiese un partido independiente, con capacidad revolucionaria y que cristalizara los intereses de la democracia campesina y pequeño burguesa, lo cual es imposible debido a la realmente nula independencia política de la pequeña burguesía y su diferenciación interna (o sea, que las capas superiores tienden a alinearse con la gran burguesía y las inferiores con el proletariado). Luego entonces, no puede haber una alternativa intermedia y por lo mismo no puede existir la «dictadura democrática».

7.- La consigna de la «dictadura democrática» había sido superada ya por Lenin, los bolcheviques y por la historia misma al momento de la Revolución de Octubre. El hecho de que le haya sido impuesta por la Internacional Comunista a diversos partidos del mundo (como lo fue el caso chino en los años 20) fue profundamente reaccionario ya que se opone a la dictadura del proletariado y ocasiona que éste se diluya en las filas de la pequeña burguesía, lo que a su vez significa:

a) que el proletariado pierde su independencia política; y
b) que por lo anterior, se sientan las bases para una contraofensiva de la burguesía nacional, subordinada al imperialismo. Esa contraofensiva hace fracasar la revolución democrática y, por ende, a la socialista

8.- Cuando el proletariado triunfa y sube al poder en virtud de «caudillo» de la revolución democrática, se topa cara a cara con objetivos que forzosamente van a estar relacionados con la transformación, entre otras cosas, del derecho de propiedad burguesa. De ese modo, la transformación democrática se convierte en socialista (algo así como lo que pasó en Cuba), y por lo tanto, en permanente.

9.- La conquista del poder por el proletariado no significa el triunfo de la revolución, sino su inicio. El socialismo y su edificación se basan en la lucha de clases nacional e internacional, y en un marco de dominación capitalista internacional, esa lucha tiende a desembocar en «explosiones» de guerra civil a lo interno y revolucionario a lo externo. En eso consiste el carácter permanente de la revolución socialista como tal.

10.- El triunfo de la revolución socialista es imposible dentro de las fronteras de un sólo país. Después de todo, camarada lector, las guerras imperialistas, como las guerras mundiales, se originan en no otra cosa más que en la incompatibilidad de las fuerzas productivas – y el sistema económico para acabar con todo- con el carácter nacional de los Estados. Luego entonces, la palabra «permanente» adquiere otro significado, pues la revolución socialista no triunfará hasta que se haya realizado en todo el mundo, a través de una serie de etapas, convulsiones y luchas ascendentes. Aclaramos esto porque no podemos esperar que la revolución internacional se lleve a cabo al mismo tiempo en todos lados. En palabras de Trotsky:

La conquista del poder por el proletariado internacional no podía ni puede ser un acto simultáneo en todos los países. La superestructura -y la revolución entra en la categoría de las ‘superestructuras’- tiene su dialéctica propia, la cual penetra autoritariamente en el proceso económico mundial, pero no suprime, ni mucho menos, sus leyes más profundas. La Revolución de Octubre ha sido ‘legítima’, considerada como primera etapa de la revolución mundial, que necesariamente tiene que ser obra de varias décadas.

11.- Los estalinistas de la III Internacional realizó una distinción entre países «maduros» y «no maduros» para la revolución socialista. Además de que esa consigna era de origen menchevique, si fuese correcta, la Gran Revolución Socialista de Octubre hubiese sido imposible.

Por lo mismo, la Teoría de la Revolución Permanente elimina esa distinción, ya que el capitalismo por sí solo, al crear un mercado mundial, fue quien preparó a la economía mundial para la transformación socialista. Ahora, lo que si depende del grado de desarrollo y madurez de las fuerzas productivas -y hasta eso, solo más o menos-únicamente es el ritmo de los acontecimientos. Puede ser que un país atrasado llegue antes que los avanzados a la dictadura del proletariado, como Rusia llegó antes de lo que llegará Gran Bretaña, pero si en Gran Bretaña hubiese una revolución marxista en este momento, los británicos llegarían al socialismo más rápido de lo que podría haberse tardado Rusia.

Se notará que anoté mis reservas en el ejemplo anterior, esto se debe a que cuando el proletariado de un país toma el poder tras una revolución democrática tendrá que avanzar a las tareas de la revolución socialista, pero el porvenir de la dictadura del proletariado y del socialismo dependen en última instancia más del desarrollo de la revolución internacional que del desarrollo de las fuerzas productivas del país en cuestión, como lo comprobó la Unión Soviética.

12.- La teoría del socialismo en un solo país es la oposición más consecuente a la revolución permanente porque es el producto de una reacción profundamente anti-marxista y contrarrevolucionaria, características que adquirió la burocracia soviética.

Se debe observar que cuando se trata de limitar la aplicación del socialismo a solo un país, sea el que sea, suele aparecer lo que Trotsky llamó «mesianismo nacional», ¿qué significa? significa que surge la tendencia a pensar que el propio país cuenta con ventajas que los demás países no tienen, pudiendo ser más territorio, más recursos, etc. Esto empeora aún más las cosas, pues facilita el surgimiento de ideas nacionalistas y contrarrevolucionarias. Eso fue lo que pasó en todas y cada una de las 15 repúblicas soviéticas, en Rumania, en Yugoslavia, en China, y en un largo y doloroso etc.

Además, es menester volver a repetir que es imposible una sociedad socialista cerrada porque, en pocas palabras, un país que sea tecnológicamente independiente siempre va a depender de las materias primas y demás mercancías del extranjero, y viceversa.

13.- La teoría estalinista opone mecánicamente, es decir, de manera anti-dialéctica (y por lo mismo anti-marxista) la revolución democrática y la socialista; y la nacional de la internacional.

Durante gran parte del siglo XX, a las revoluciones de los países atrasados se les impuso como objetivo la instauración de un régimen de «dictadura democrática» que, además de irrealizable, se contrapone a la dictadura del proletariado. Dicha imposición, que involucraba entre otras cosas que los comunistas ingresasen en los partidos de la burguesía, paralizó y retrasó la lucha del proletariado en muchos países, y detuvo muchas posibles victorias. Fue así como la teoría del socialismo nacional redujo a la Internacional Comunista a la categoría de «instrumento auxiliar» en caso de intervención militar.

14.- Trotsky se refería al programa de la Internacional Comunista como «ecléctico hasta la médula», es decir, que trata de unir dos posiciones imposibles de reunir, a saber: el socialismo en un solo país y el internacionalismo marxista, el cual como ya vimos es inseparable del carácter permanente de la revolución.

La lucha de la Oposición de Izquierda por un régimen sano en la Internacional estaba (y está todavía) ligada a la lucha por la defensa del legítimo programa marxista. Desde que se llevó a cabo la Revolución de Octubre, la Teoría de la Revolución Permanente rebasó todas las diferencias episódicas que hubo entre Lenin y Trotsky, y la lucha ideológica actual dentro del seno del comunismo mundial es entre las ideas de Marx y Lenin; y las ideas de los estalinistas.

Empezamos este artículo con la imagen de un volcán. Cuando uno de estos está por hacer erupción, la tierra tiembla. ¿Por qué es necesario seguir hablando de este tema en nuestra época? Sobre todo cuando desde la caída desde la Unión Soviética parecía haber relegado la palabra «revolución» a los libros de historia. Es cierto que el aparente triunfo del capitalismo hizo parecer que el volcán que es la sociedad capitalista jamás volvería a explotar. Sin embargo, mientras exista esa formación montañosa con luchas contradictorias en su interior, ésta siempre puede explotar.

El hecho de que aún después del proclamado fin de la historia aún existan alzamientos populares en todo el mundo, significa que la tierra está volviendo a temblar, y nosotros como marxistas tenemos que estar en la primera línea de esos movimientos sociales, acompañando a las masas para que el volcán vuelva a explotar. ¿Será una erupción violenta? es probable, esa es una característica que adquiere cuando el orden establecido se resiste y usa las armas que tiene a la mano, pero debe suceder porque la revolución, después de todo, es hecha por el pueblo soberano, la clase consciente que reivindica su derecho a resistirse a la opresión del capital. Y esta vez debe ser, para que sea efectiva, permanente.

 

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