Prueba PAES y las carencias de la educación

Según afirma el Ministerio de Educación la calidad del sistema educativo se puede medir utilizando algunas herramientas como la Prueba de Aprendizaje y Aptitudes para Egresados de Educación Media (PAES), ya que “permite identificar los niveles de logro que los estudiantes han alcanzado”. Sin embargo, han pasado ya décadas y la nota global sigue siendo pésima, estando entre las notas más altas un 6.15 en el primer año de aplicación, 6.39 el siguiente año y luego de un considerable descenso en la nota durante varios años se llega a un 6.16 en el 2008, para luego descender a un lamentable 4.99 en el 2009. En años posteriores la nota no ha retornado al 6. ¿A qué clase de logros se refiere el MINED?

Resulta curioso que incluso la Asociación de Colegios Privados de El Salvador, ACPES (sector que suele obtener las notas más elevadas) pida eliminar la PAES. Es de hecho el presidente de ACPES, Javier Hernández, quien se ha pronunciado al respecto solicitando al MINED prescindir de este instrumento de evaluación en  el sistema educativo. No obstante, argumenta que debería implementarse un “sistema integral de evaluación de todo el sistema educativo” que implique evaluar no sólo a estudiantes de bachillerato. ¿Será la prueba como tal la raíz del problema?

Sabemos que Karl Marx no escribió una obra específica sobre educación, pese a esto, se pueden encontrar extractos referentes al tema en algunos de sus escritos. Para Marx la educación en la sociedad burguesa tiende a reproducir la ideología de la clase dominante debido a las condiciones sociales en que se desarrolla. Idealmente es el sistema capitalista el que debe caer, para asegurar que determinadas actividades puedan desarrollarse y cumplan una función liberadora, tal es el caso de la educación que en las condiciones actuales es alienante, en tanto que a través del currículum oculto (según la jerga académica son los contenidos o valores enseñados sin intención expresa en el programa oficial) se instruye al estudiante para repetir únicamente la información “oficial”, que por tanto está enmarcada en lo que la clase opresora aprueba. Por lo que es erróneo creer que evaluar y ofrecer nuevos planes educativos sin cambios sustanciales sea la respuesta ante la evidente crisis del sistema educativo actual, cuando la educación ofrecida en El Salvador no responde a las verdaderas necesidades del pueblo y peor aún, se ofrece, especialmente en el sector público, bajo condiciones miserables: falta de recursos, delincuencia (incluso dentro de los centros educativos), bajo presupuesto para educación, salarios injustos para los educadores, saturación de aulas y paradójicamente los altos índices de deserción escolar, etc. Estas condiciones claramente no desarrollarán cultural ni materialmente a nuestra sociedad.

La evaluación desempeña una función jerarquizadora y, aunque públicamente no quiera verse así, resulta en un proceso de selectividad (basta preguntarse los criterios con los que se otorgan becas luego de la PAES, por ejemplo) y este poder selectivo es evidente conforme se eleva el nivel escolar. Tras de esto se esconde una lógica mercantilista, pues se busca a los individuos “mejor preparados” para que se formen en instituciones de “prestigio” y respondan a las exigencias del mercado. Por lo tanto se vuelve necesario democratizar la educación y proponer un programa que enfrente los problemas en conjunto y que de claridad acerca de la orientación del movimiento estudiantil y su incidencia en la sociedad. Decía Paulo Freire que “cuanto más descubren las masas populares, la realidad objetiva y desafiadora sobre la cual debe incidir su acción transformadora, tanto más se “insertan” en ella críticamente”, las masas no tendrán un pensamiento crítico mientras sigamos siendo educados bajo el mismo régimen nefasto. Es un deber exigir: una educación totalmente pública, gratuita y de calidad, accesible en todos sus niveles para el pueblo, separación total de la educación y cualquier religión, extirpar a la empresa privada del sistema educativo, aumento al presupuesto destinado a la educación, entre otras que irán dando pautas a cambios más profundos.

 

¡Por una educación pública, gratuita, científica y democrática!

 

 

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