Promesas y horrores del Aeropuerto del Pacífico para el Medio Ambiente

Por Javier Campos


“Vuela, vuela con tu imaginación”, decía la letra de una popular canción de los inicios de los años 90. La misma canción también afirmaba “que todo es posible”. Cuando se trata de una canción de música popular, está bien. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta al menos por un momento, en plena crisis ambiental, abrir su imaginación a la posibilidad de un futuro feliz y verde?

Pero resulta que el gobierno de Bukele ha cooptado desde sus inicios el lenguaje de un progreso casi ilimitado para su propaganda en una forma “hipnótica de la comunicación” en palabras de Herbert Marcuse. Es decir, la constante repetición de los mismos conceptos una y otra vez los hace cada vez más unidimensionales e incuestionables. Así han creado un país de fantasía, imaginario y verdaderamente utópico (el que no existe) para la mayoría de personas en El Salvador, en el que estamos siendo arrastrados rumbo al desastre económico, social y ambiental.

Promesas

Lo cierto es que se vuelve sumamente peligroso que un gobierno esté fundamentando sus planes en nada más que su propia imaginación sin tomar en cuenta las advertencias de las demás dependencias del Estado, de las personas afectadas e insista en seguir con proyectos poco viables y ambientalmente insostenibles que nos costarán caro a la mayoría de la población salvadoreña.

Uno de esos casos es el proyecto del Aeropuerto del Pacífico. La idea de potencializar el desarrollo de la zona oriental del país no es algo nuevo. Históricamente ha existido la necesidad de una mejor movilidad de personas o bienes que viajaban entre la capital y el oriente del país. La construcción del ferrocarril en la zona oriental desde el Puerto de Cutuco (La Unión), San Miguel, Usulután, La Paz, San Vicente hasta San Salvador entre los años 1895 y 1924 corresponde a esa misma lógica desarrollista. En el discurso oficialista no faltaban voces de entusiasmo. Así el Diario Oficial de la época escribía:

“San Miguel, la metrópoli de Oriente, viste hoy de gala y en aquella gran fiesta de la civilización y el patriotismo, se oye, mezclada a los himnos jubilosos de todo un pueblo, el silbido de la que empenachada de humo avanza como heraldo de un brillante y no lejano porvenir”.

Con el paso del tiempo la ilusión de la llegada del ferrocarril se disipó y llegó su eventual y definitivo cierre a inicios del siglo XXI.

En los últimos años en el tema de la conexión aérea durante los gobiernos del FMLN se pensaba en la reconstrucción del aeropuerto El Jagüey, pero esa nunca llegó a concretarse. Ahora la idea de mejorar la conexión con el oriente del país fue retomada por Bukele, quien en su campaña prometió la construcción del Aeropuerto y del Tren del Pacífico que forman parte de la Franja Pacífico junto a Surf City y Bitcoin City.

Horrores

El proyecto del Aeropuerto del Pacífico ha pasado por varias etapas cuando inicialmente el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, MARN, consideraba el proyecto como inviable, hasta abrirse el paso hacia su construcción. Eso gracias a los cambios en la zonificación ambiental de La Unión donde gracias al MARN, las zonas que antes estaban destinadas a la conservación ahora pasaron a ser disponibles para la urbanización.

La autónoma CEPA consideraba tres alternativas para la construcción del aeropuerto. La primera era la ampliación de la pista del Jagüey incursionando dentro del océano. La segunda era una opción en la que el MARN sugería una ubicación en Conchagua. La última propuesta era la ubicación más conocida en Loma Negra. Pese a los altos impactos ecológicos que tendrá la ubicación del aeropuerto en ese lugar junto al área del manglar señalados anteriormente por el MARN, el proyecto ahora sigue en marcha. Los principales problemas ambientales pueden dividirse en tres:

a) El traslado de habitantes de Condadillo y Flor de Mangle

El lugar escogido para la construcción del proyecto es un hogar para unas 800 personas que aún no tiene claridad sobre su reubicación. A pesar de las declaraciones de Emelic Quezada, alcalde de Conchagua por el partido Nuevas Ideas y hermano del prominente narcotraficante Daniel “El Gordo” Quezada, en las que afirma que “haber sido elegidos es una bendición gracias a Dios y gracias al Presidente”, las afectaciones para la comunidad y para la naturaleza circundante pueden ser desastrosas.

b) El impacto negativo en el manglar El Tamarindo

En El Salvador se estima que tenemos alrededor de 36.000 km2 de bosques de manglar. Los ecosistemas de los manglares son sumamente importantes en vista de los cambios que genera la crisis climática global en nuestro país. Por un lado funcionan como altamente efectivos retenedores de carbono en su follaje y en el sedimento. También cumplen la función de barreras naturales en caso de tormentas fuertes o huracanes en los que cumplen la tarea del punto de choque que protege a las comunidades circundantes. Además ayudan a proteger la biodiversidad en sí y para el aprovechamiento de la población que de esa forma puede sostener o aumentar su soberanía alimentaria.

En caso de que se llegara a materializar el proyecto del aeropuerto, el área del manglar El Tamarindo se podría ver afectada directamente de manera tal que el balance que ahora existe entre el agua salada y dulce se perdería, y con él también la vida del manglar y su biodiversidad. En una matriz de análisis hecha por CEPA se indica que la construcción: “…implicará la tala de 5,445 árboles, la pérdida de infiltración de 45,103.58 metros cúbicos de agua, es decir, más de 45 millones de litros de agua que dejarán de fluir hacia el manglar El Tamarindo. El proyecto en su fase de funcionamiento extraerá 286.14 litros de agua por segundo del río Managuara. Y generará un total de 168.5 metros cúbicos de aguas residuales al día”.

Datos poco alentadores y que deberían causar preocupación no solamente a los activistas ambientales sino a todos, porque los costos ambientales de proyectos urbanísticos y de otra índole los pagaremos siempre los y las trabajadoras. Las promesas de nuevos empleos, ciertamente mal pagados, primero en la construcción y luego en los servicios, no han de cegarnos ante la pérdida irreparable de la biodiversidad.

c) El impacto ambiental para la vida de las especies

El manglar El Tamarindo es un lugar de descanso para muchas aves migratorias que aunque no estén amenazadas o en peligro de extinción, se verían afectadas por la construcción del Aeropuerto. Entre las aves migratorias que buscan al manglar para su descanso podemos encontrar al Águila pescadora, Bolsero de Baltimore o Tijereta rosa. Entre las especies de aves u otros animales amenazados o en peligro de extinción que habitan la zona del Tamarindo están la Lora Nuca Amarilla (hay apenas 200 loras adultas en El Salvador), el Ostrero Americano, el Chorlito o Playerito, la Golondrina de mar, el Periquito frente roja, el Pericón de garganta roja, la Tortuga golfina, la Boa de hule y varias otras especies que no se encuentran comúnmente en el resto de nuestro territorio.

Otras opciones

Al ver el impacto del Aeropuerto del Pacífico, ¿realmente necesitamos un aeropuerto más? ¿No estamos en un país lo suficientemente pequeño para ser abastecido por un solo aeropuerto que tiene aún espacio para su ampliación (o el otro aeropuerto abandonado en Ilopango)? Es importante que hablemos de las mejoras en la infraestructura del país. Pero los cambios no pueden hacerse pisoteando los derechos ambientales.

Además, la idea de apoyar una lucha organizada por la protección del medio ambiente desde el Bloque Popular Juvenil, viene del análisis de la realidad que se nos impone con alteraciones climáticas cada vez más severas, y con ejemplos de juventudes organizadas en todo el mundo luchando en contra del cambio climático por medio de un cambio sistémico. Nueva legislación dentro del mismo marco de relaciones sociales basadas en la explotación de la clase trabajadora no ayudará a medrar la explotación ambiental.

Nuestra crítica del proyecto del aeropuerto es parte integral de nuestra postura a favor del medio ambiente dondequiera que éste se vea amenazado y con él los intereses de la clase trabajadora, sin importar si los peligros vengan del sector público o privado. Hemos estado pendientes de distintas luchas:

1) La Ley General de Recursos Hídricos (aprobada el 12 de julio 2022)

Lastimosamente, la ley dejó en una incertidumbre a las juntas comunitarias del agua que no saben si tendrán que pagar por proveer el agua a las comunidades y en qué términos.

2) La amenaza que representa la mina Cerro Blanco en Guatemala  (a escasos 14 kilómetros de la frontera con nuestro país)

En las últimas semanas se han presentado los estudios del impacto ambiental de la mina que producirá toneladas de residuos que serán una amenaza permanente para las aguas en el territorio salvadoreño.

La naturaleza posee sus propios mecanismos de defensa y de regeneración. Sin embargo, no está preparada para los saltos que la humanidad ha estado dando en las últimas décadas creciendo de 4.063 mil millones de personas en el mundo a 8.000 mil millones que estamos próximos a alcanzar el 15 de noviembre de éste año. Además, la creciente industrialización y acumulación de la población en las grandes urbes del mundo, ha agravado la “fractura” en la relación metabólica entre los seres humanos y la naturaleza que señalaba Marx en su obra El Capital:

“Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo. Con ello destruye, al mismo tiempo, la salud física de los obreros urbanos y la vida intelectual de los trabajadores rurales”. (El Capital I., Capítulo XIII.)

La pérdida de la biodiversidad que se podría producir con la construcción del aeropuerto, la resentirán las pequeñas comunidades que verán su vida alterada profundamente. Pero habrá quedado claro que las consecuencias las resentiremos, y ya las estamos sintiendo, todos nosotros de la clase trabajadora. La urbanización desenfrenada dentro y en las cercanías de San Salvador como en otras partes del país que nos deja sin aire fresco, vegetación, etc., y que ejerce un papel destructivo sobre todo el medio ambiente solo puede encontrar su solución a raíz de un cambio profundo del modo de producción, en forma de una visión socialista de urbanización y economía planificadas y centralizadas democráticamente.

Algunos aún sueñan con el capitalismo verde, pero tengamos presente que los daños de esa imaginación infundada de los países desarrollados la pagaremos nosotros en los países abandonados en el subdesarrollo por el mismo capitalismo. La lógica del consumo, del crecimiento perpetuo y de la sobreproducción llevará al capitalismo hacia otras crisis peores que la que estamos atravesando por causa de la inflación y el encarecimiento de la vida en los últimos meses.

¿Qué nos queda a las juventudes si vemos nuestra vida amenazada a nivel existencial con el creciente deterioro y fractura del medio ambiente? Nuestra fuerza está en la organización. Si unimos nuestras fuerzas, nuestros dones e intereses, seremos capaces de proponer un nuevo proyecto del país en el que habrá espacio para la naturaleza y la vida. No dejemos de soñar, pero los sueños y la imaginación hay que sustentarlos en la realidad de la lucha de clases contra los intereses del capital. La naturaleza también es un campo de batalla entre la clase trabajadora y los dueños de los medios de producción.

¡Organízate para librar la lucha por el socialismo con nosotros!

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