Notas sobre las autodefensas y el uso de la violencia

La prensa nacional y extranjera se hizo eco el pasado mes de mayo de los grupos de autodefensa como quien destapa una olla con agua hirviendo para poder soltar un poco de vapor. No tardaron quienes comenzaron a condenar la formación de estos grupos aseverando que esto ocasionaría más violencia, no nos sorprende que diputados y alcaldes de ARENA los hayan cuestionado, pero si nos parece preocupante que organizaciones de izquierda y/o elementos de nuestro partido, el FMLN, no solo los condenasen sino que adjudicaran su formación a la “maquiavélica” intervención de elementos de derecha. 


La prensa nacional y extranjera se hizo eco el pasado mes de mayo de los grupos de autodefensa como quien destapa una olla con agua hirviendo para poder soltar un poco de vapor. No tardaron quienes comenzaron a condenar la formación de estos grupos aseverando que esto ocasionaría más violencia, no nos sorprende que diputados y alcaldes de ARENA los hayan cuestionado, pero si nos parece preocupante que organizaciones de izquierda y/o elementos de nuestro partido, el FMLN, no solo los condenasen sino que adjudicaran su formación a la “maquiavélica” intervención de elementos de derecha. 

La mayor parte de las condiciones sociales y políticas de El Salvador está determinada por su nivel de desarrollo económico. Los niveles de barbarie a los que están sometidas las masas y la incapacidad de la PNC y del ejército para hacerle frente a la violencia han empujado a que sectores de la población tengan que armarse para poder defenderse. Las tradiciones latentes de los trabajadores y campesinos tarde o temprano saldrán a flote, no es casualidad que en la mayoría de estos sean viejos elementos de la guerrilla los que hayan decidido dar ese paso, el hecho que Guillermo Gallegos haya financiado a un grupo de autodefensa no lo convierte en su artífice, sino más bien muestra su faceta oportunista, pero así como las apoya en su faceta embrionaria no dudamos que abogue por su desarticulación si estos superan sus tareas como autodefensas y adoptan un programa de reivindicaciones más profundo.

Hato Hasbún, comisionado presidencial para la seguridad ciudadana,  se ha pronunciado en contra de la “armamentización” de las comunidades, adjudicándole esta tarea al Estado. Para Hasbún la reducción de los asesinatos (comparados al mismo periodo del año pasado) es la prueba inequívoca de que la población no debe tomar cartas en el asunto, sin embargo, creemos que la situación real del fenómeno de las pandillas va mucho más allá de esto. Las noticias en el último periodo han demostrado la profundidad que pueden alcanzar las maras con tal de asegurar su existencia tal es el caso del alcalde de Usulután por el partido GANA, por ejemplo, que recientemente fue capturado por financiar a las pandillas (se le adjudica la entrega de $39,000), el caso de Apopa hace unos meses donde el alcalde por ARENA fue detenido por una situación similar, sumado a la infiltración que estos elementos han realizado a los cuerpos de represión del Estado (en 2015 se expulsaron a 90 aspirantes de la ANSP por su  pertenencia a maras, en la FAES entre 2009 y 2015 se expulsaron a 393 militares por sus presuntos vínculos con las maras).

Por otra parte nos encontramos ante un movimiento territorial de las pandillas, ya sea por conquista de nuevos territorios o porque se encuentran huyendo, de hecho esta última alternativa es la que se está repitiendo en el sector rural del país, de no ser combatida a tiempo esto solo servirá de reagrupamiento para un contraataque más agresivo. En los lugares a los que han llegado las pandillas han querido imponerse a través del uso de la violencia, ¿se puede juzgar a las comunidades por defenderse ante esta amenaza?  

Para poder hacerle frente a las pandillas los comités de autodefensa han ejercido violencia, lo que los elementos reaccionarios de derecha olvidan es que gracias a esta violencia se ha evitado un mal mayor, no creer en el papel favorable de este tipo de violencia es como no creer en la fuerza de gravedad, de la misma manera en la que un iluso se lanzaría de un techo esperando volar, los ilusos diputados de derecha creen posible la lucha contra las pandillas sin pensar en usar la violencia.

Los revolucionarios condenamos el uso de la violencia en dependencia de qué clase y con qué intereses se utilice, evidentemente toda aquella que tenga como fin el exterminio de la vida de los obreros o del sometimiento de estos a la explotación de los capitalistas debe ser combatida, pero aquella que proteja sus vidas o que sirva para la emancipación de los mismos no solo debe ser apoyada sino que debe ser promovida. Querer inculcar en las masas una perspectiva de lucha pacífica contra la pudrición del sistema es el peor engaño que se les puede hacer, aquellos que despotrican contra el armamiento de los grupos de autodefensa son los mismos que pueden pagar seguridad privada para ellos, sus familias o sus negocios, son aquellos en los que por sus puestos en el Estado se les tiene asegurada protección especial.

Es el momento de preparar a nuestra clase para las luchas venideras, no con falsas esperanzas sino con un programa revolucionario y con una organización a la altura de sus necesidades.   



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