La opresión de la mujer a través de los estándares de belleza dentro de la sociedad burguesa

Bajo los estrechos límites del hogar alienante, la mujer se encuentra bombardeada por una propaganda desenfrenada en nombre de los estereotipos de belleza, creados como parte de una estrategia clara para acrecentar los beneficios de los monopolios de cosméticos y demás rubros de la moda. Los medios de comunicación desvían la atención de lo que es realmente necesario y beneficioso para la humanidad.  (Vida digna y calidad humana) podemos poner un ejemplo: En la sociedad actual es más accesible y barato encontrar productos para mejorar la apariencia de la mujer; que encontrar vitaminas, medicamentos para mantener el cuerpo sano, normalmente en el mercado encontramos más salones de belleza que clínicas médicas y centros nutricionales.

La industria y la ciencia invierte cantidades inmensas en desarrollar nuevos productos, priorizando estas incluso sabiendo la necesidad de desarrollar productos para la prevención y tratamiento de enfermedades que padecen millones de personas, ¿por qué? Porque los productos cosméticos y demás porquerías superficiales son altamente rentables. 

La sociedad capitalista y su dinámica alienante

La sociedad es dinámica, y las costumbres de los pueblos cambian o se “modernizan” regularmente. Pero cuando se trata de belleza, los cánones parecen estar establecidos, desde hace mucho tiempo, de la misma manera –fundamentalmente dentro del capitalismo- y si estos sufren transformaciones desde luego, no van orientados a la salud del cuerpo humano sino al beneficio de la obtención de las mejores ganancias para los fabricantes. (El sistema se beneficia de todo, se vende la salud, la alimentación, la educación, etc.)

Es el típico cuento cada vez que llega el verano, debes verte delgada y en forma para lucir un buen bikini en la playa, porque eso es privilegio de unas cuantas, está prohibido para las que tienen “exceso de peso” pensar en lucir estas prendas, durante estas campañas el objetivo fundamental es lucir bien en contraste con disfrutar plenamente de los días libres que miserablemente da la burguesía a las mujeres trabajadoras y por consiguientemente bajo esta lógica muchas de las mujeres principalmente dentro de la juventud se sienten obligadas a simplemente lucir bien.

Y las grandes compañías no paran en todo el año sus estrategias de venta en los medios de comunicación que principalmente están en manos de la burguesía y que sirve para dominar a través de falsas ideas a la mayoría de la población, que inconscientemente sucumbe bajo el peso imponente de la propaganda mediática, ante estas ideas que básicamente están enfocadas en hacer que las mujeres sintamos/pensemos/veamos que algo anda mal con nuestros cuerpos.

Basta ver una hora de televisión, escuchar unos minutos la radio o solo observar los rótulos publicitarios para comprobarlo:

¡Pierde peso! ¡Reduce tu cintura! ¡Elimina las estrías! ¡Adiós a las canas! ¡Hasta nunca celulitis! ¡Remueve el vello indeseado! ¡Borra las arrugas!

¡Pareciera que alguien trata de desaparecernos! Pero lo que en realidad refleja, todas estas campañas, es la manera de como el sistema ve a la mujer, bajo el capitalismo la mujer es reducida a un ser humano que solo sirve primordialmente para mantener la futura generación de explotados y las necesidades sexuales de los hombres que en la mayoría de casos están esclavizados en las fábricas, dejando entre ver que lo único que le debe de importar a estos es que las mujeres luzcan bien y pueda atenderle a él y a sus hijos. Decía Federico Engels que la familia burguesa es el reflejo de la sociedad burguesa a pequeña escala, en el sentido que en el hogar la mujer es la esclava del hombre; en el hogar el hombre es el burgués su mujer y sus hijos son la propiedad privada de él.

Bajo el capitalismo decadente y actual la mujer está excluida de su papel productor y creador, mientras millones de hombres son explotados y exprimidos por el capital en la fábrica con extenuantes jornadas laborales; las mayor parte de las mujeres en los países pobres y saqueados, sobre todo se encuentran encerradas en los arduos que hacer del trabajo doméstico, que limitan su capacidad para desarrollarse humanamente, este punto expone el verdadero carácter opresivo del capital.

En lugar de sacar a las mujeres de la esclavitud del quehacer domestico el capitalismo ha hecho todo lo contrario, fundamentalmente porque no es rentable o ¿es rentable para la burguesía y el Estado burgués crear guarderías, lavanderías y comedores públicos de buena calidad para liberar a la mujer de estas tareas? Por su puesto que no, porque bajo el capitalismo los humanos solo son fuerza de trabajo para producir y generar plusvalía, a diferencia del concepto de humanidad que se tiene bajo el socialismo científico.

Esto de la belleza que nos quieren vender, de cierta forma afecta la economía de las mujeres que trabajan y la economía de la familia cuando el hombre es el sostén del hogar. Bombardeadas con tanta publicidad y sintiéndose mal con sus cuerpos, harán lo imposible para adquirir cuanto producto sea necesario desviando la atención de la necesidad de los verdaderos productos que puedan desarrollar un cuerpo saludable, pero esto es limitado a las mujeres que tienen la capacidad de darse este “lujo” porque por ejemplo una mujer que es madre soltera evidentemente tendrá que apartar la mayor parte, si no es que todo, su salario a los gastos de la manutención y educación de sus hijos y los gastos del hogar mismo (renta, agua, energía eléctrica) al igual que las familias que sobreviven en la extrema pobreza. Por eso bajo el capitalismo ser madre resulta un atentado a la salud mental y de los cuerpos de las mujeres que quieren mantenerse “bellas”.

La idea de belleza bajo la moralidad burguesa

Querer lucir bien no es el problema; el problema es que el modelo de belleza que nos impone el sistema no solo es erróneo, también es excluyente, opresor e injusto.

Las implicaciones que tiene esta manera de ver la belleza -de las mujeres- bajo la ideología imperante que no es más que la ideología de la clase dominante, crea la falsa expectativa de la mujer que solo sirve para lucir bien y no tiene nada inteligente que aportar a la sociedad. Y a nivel individual, en la parte psico-emocional de cada mujer de las clases desposeídas se abona el sentimiento de desprecio, inferioridad, inconformidad y odio respecto a su propio cuerpo y capacidad productiva en la sociedad.

Alguien dijo que tratar de explicar la belleza es como trata de explicar la felicidad. Algo difícil y complejo, porque la realidad es diferente para cada ser humano. Por eso, nos negamos, rotundamente, a creer que la belleza solo tenga que ver con un cuerpo perfecto, tal cual nos lo pintan las ideas burgueses.

Hay diversidad de cuerpos –gordos, flacos, altos, bajos- y diversidad de personalidades, y justamente allí, en la diversidad pienso que se encuentra la belleza.

Jóvenes y trabajadoras busquemos la libertad a través de la lucha, Amemos nuestros cuerpos, seamos bellas por ser luchadoras, disidentes, insumisas y rebeldes y construyamos las fuerzas para acabar con estas falsas ideas generadas por la moralidad burguesa.

La necesidad de luchar por una sociedad distinta

Debemos darnos cuenta de que no hay nada valioso en esa supuesta belleza que nos venden los medios, estas ideas solo responden a la decadencia de un sistema caduco y podrido. Eso es claro que no le convendría al sistema, dejaríamos de comprar, de escondernos, de envidiar, de juzgarnos y de enriquecerlos más. Esta toma de conciencia y transformación de la sociedad –de capitalista a socialista- nos daría la oportunidad de empoderarnos de nuestros cuerpos, seriamos libres y valientes, y por supuesto, mucho más felices.

Nuestros cuerpos ya no serían para envolverlo en cremas caras y complejos baratos, lo usaríamos para vivir, sentir, amar, luchar, pero todo esto no solo pasa por darnos cuenta de tal tema y sus implicaciones sino de la necesidad de una lucha implacable de mujeres y hombres por una transformación radical de los cimientos de la sociedad capitalista en la que nos encontramos donde lo poco que se puede conquistar solo será a través de la fuerza y la determinación de nuestra lucha, pero que si no se cambia de raíz toda la podredumbre del sistema fácilmente será arrebatado por la fuerza de nuestras manos, solo una nueva sociedad bajo un sistema distinto en la forma de producir podría generar un desarrollo verdaderamente humano para las mujeres y los hombres que hoy nos vemos inmerso en toda esta campaña estúpida y decadente de la percepción de cómo y para que debemos utilizar nuestros cuerpos en la vida.

Mientras tanto cuidemos nuestros cuerpos para vivir y disfrutar todas las experiencias que puede brindarnos, en el camino de la lucha por la verdadera liberación, pero no lo cuidemos para responder a la idea que nos han impuesto de un cuerpo que merece ser admirado y vanagloriado. Las mujeres necesitamos más que eso, necesitamos salud, educación y trabajo.

No caigamos en las ideas de comprar belleza, seamos belleza. La primer rebeldía, es asumirnos hermosas y luchadoras conscientes de un cambio fundamental y verdadero, la rabia de esta imposición absurda debe de transformarse en organización y lucha en todo los sentidos para alcanzar la verdadera plenitud de una nueva forma de vivir.

 

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