Italia: ¿Por qué abandonamos Refundación Comunista?

Refundación Comunista surgió en 1999 como una división del ala izquierda del viejo Partido Comunista, cuyos dirigentes, después de la caída del muro de Berlín, decidieron moverse en dirección a la socialdemocracia. Nació como un partido de más de 120.000 miembros con un importante apoyo dentro de la clase obrera y la juventud. Los dirigentes de RC desperdiciaron todo esto y redujeron el partido a una fuerza insignificante, gracias al apoyo y participación en varios gobiernos que llevaron a cabo privatizaciones y políticas de austeridad.

 Los marxistas de Falce Martello [ahora Sinistra Clase Rivoluzione, SCR] han sido una tendencia dentro del partido durante todos estos largos años, abogando por un cambio de la política y de la dirección. Cada vez que los dirigentes del partido tomaban la dirección equivocada hacia la colaboración con los antiguos dirigentes de la derecha del antiguo Partido Comunista [que más tarde se disolvió en el burgués Partido Demócrata], ya sea mediante el apoyo a los gobiernos de centro-izquierda o, incluso, yendo tan lejos como entrar en este tipo de gobiernos de coalición, los marxistas advertimos de las consecuencias de tal política.

 Los dirigentes de RC ignoraron sistemáticamente tales advertencias y ahora están en el proceso de liquidación del partido. Esto nos ha llevado a los marxistas a romper el vínculo con estos dirigentes y dejar el partido. Aquí presentamos una declaración pública explicando la razón de este giro.

La ausencia de un partido político de la clase obrera es el factor clave en la actual situación política italiana. La izquierda italiana se encuentra en un estado vegetativo, mientras que la CGIL [la principal central sindical] está en una crisis profunda, incapaz de responder a los ataques del gobierno de Renzi y de la Confindustria [la asociación patronal].

No vamos a enumerar aquí todos los factores, anteriores y más recientes, que han llevado a esta situación. Es suficiente ver cómo el término «izquierda», que incluye los tradicionales partidos «comunistas», es entendido por millones de personas como pequeños grupos que sólo se preocupan de ganar un puñado de diputados o concejales, desconectados de cualquier forma de lucha verdadera, totalmente incapaces de ofrecer un análisis creíble sobre la crisis actual del capitalismo y menos aún de levantar un programa que pueda ofrecer una salida.

El hecho de que todos los compañeros de base (incluyendo los de Refundación Comunista) implicados en miles de formas diferentes de actividad y luchas contra el capitalismo puedan ver nuestro análisis, de alguna manera, como algo áspero, subraya aún más la responsabilidad en todo esto de los dirigentes de los partidos socialdemócratas y comunistas.

Comenzó con la Izquierda Arcoiris, a continuación la Federación de Izquierda, seguido de Revolución Civil y luego con La Otra Europa, intercalado con otras experiencias olvidadas hace mucho tiempo, como Amanecer, Podemos Cambiar, etc.

[Nota: En las elecciones generales del año 2008 Refundación Comunista participó en las elecciones como parte de la Alianza de la Izquierda Arco Iris. Había participado en el gobierno de centro-izquierda anterior y su actual líder, Ferrero, fue ministro de Solidaridad Social. El partido apoyó las políticas de austeridad de ese gobierno, y también votó a favor de la presencia militar de Italia en Afganistán y el Líbano. La alianza se rompió, pero desde entonces han tratado de volver al Parlamento y los gobiernos locales mediante la formación de alianzas con todo tipo de dudosos grupos de izquierda y llamados «progresistas», todo terminando en un fracaso total].

Todos estos intentos siempre han terminado en lágrimas para la dirección, ya que no atrajo un apoyo electoral significativo. Y todas las veces, los dirigentes de Rifondazione han reaccionado de la misma manera, proponiendo exactamente las mismas recetas fallidas.

Un partido independiente de la clase obrera es una necesidad histórica. El movimiento obrero no será capaz de jugar un papel significativo y cumplir sus tareas sin una fuerza política que se identifique plenamente con los intereses de los trabajadores, que sea capaz de defenderlos en todos los frentes de la lucha de clases, y fundamentalmente distinguirse de las ideologías y los programas de otras clases. Un partido de masas de la clase obrera va a nacer en Italia, como en todas partes, sólo a partir de grandes movilizaciones de la clase obrera y de todas las capas oprimidas. Esta es la lección que aprendemos de la historia y de las experiencias más recientes en Europa (véase Podemos).

Sin embargo, un movimiento de masas no puede ser extraído de la nada o simplemente existir sólo porque sea históricamente «necesario», en abstracto. Las condiciones que dan lugar al nacimiento de un partido así son principalmente objetivas y están ciertamente más allá del alcance de las fuerzas de izquierda en Italia en su estado actual.

La posición de los sindicatos de masas, como la CGIL y la FIOM su sindicato de trabajadores del metal, es sin embargo, una cuestión diferente, ya que han sido capaces de movilizar a cientos de miles de trabajadores en las calles en contra de la «Ley de Empleos» [un ataque sobre los derechos de los trabajadores] y la llamada reforma «Buona Scuola» del sistema educativo. El problema con las organizaciones sindicales es que no dan seguimiento a estas movilizaciones. Esto se debió al oportunismo y cobardía de los dirigentes sindicales que rechazan totalmente cualquier perspectiva de una verdadera lucha de clases para derrotar a los patrones. En su lugar, se aferran a la esperanza de llegar a un acuerdo con la patronal y el gobierno. Estas esperanzas, sin embargo,  se están frustrando diariamente por el comportamiento del gobierno y de la clase dominante.

Sin embargo, la situación objetiva es sólo una cara de la moneda; la otra es la del factor subjetivo, es decir, la intervención consciente de una fuerza política organizada y coherente.

Un movimiento de masas no puede ser evocado artificialmente. Sin embargo podemos, y debemos, trabajar para facilitar su desarrollo y garantizar las condiciones para una victoria de la clase obrera. Hoy en día esto significa construir y fortalecer una red de cuadros avanzados que sean capaces de llevar a cabo esta función esencial. El movimiento requiere cuadros probados que no pueden ser reclutados y organizados sobre la base de unas simples consignas «anti-liberales”. Deben ser capaces de unir la teoría y la práctica en la mejor tradición marxista. Los marxistas hoy, deben ser capaces de aplicar la teoría durante esta crisis histórica del capitalismo, como nunca antes en el pasado. El marxismo es la única teoría capaz de comprender las raíces de la crisis actual y, lo más importante, proporcionar una perspectiva para su derrocamiento.

Lo que necesitamos son activistas que no hayan sido desacreditados por las derrotas del pasado, que no estén desilusionados y cínicos, que es tan típico de tantos militantes de izquierda en Italia. Pero aún más importante, necesitamos activistas que tengan una fuerte, racional e inquebrantable confianza en la capacidad de la clase obrera para cambiar el mundo cuando está organizada y consciente.

Hemos defendido y trabajado de acuerdo con este punto de vista durante muchos años participando en la vida interna de Rifondazione, en sus campañas y debates internos. En particular, después de la derrota de la Izquierda Arco Iris (2008) y la posterior escisión de los viejos líderes más de derecha que pasaron a formar el Sel –el Partido de Izquierda, Ecología y por la Libertad. Hicimos todo lo posible para mejorar la situación de RC insistiendo en que debíamos aprender las lecciones de estas derrotas y de los errores políticos que eran su causa raíz. A pesar de todo esto, nuestra batalla dentro del partido no fue suficiente y RC ha demostrado claramente que ya no tiene fuerza para nadar contra la corriente reformista y oportunista, sino que más bien ha sido engullido por este pantano.

El partido básicamente se ha derrumbado con una caída masiva en su composición y en su base activa. Las raíces que el partido tenía en la sociedad, especialmente en las fábricas y entre los jóvenes, se han socavado de forma irreversible. La experiencia de todos estos años, y en particular de los últimos siete años, ha demostrado más allá de toda duda razonable de que la dirección nacional, así como la mayor parte de las direcciones locales y las bases, ahora no ven otra opción que liquidar el partido.

La última etapa de esta larga y poco gloriosa marcha fue la aventura de «Sinistra Italiana» (izquierda italiana). Vamos a resumir lo que ha sucedido. RC decidió responder a una petición de varios grupos de izquierda y de la «sociedad civil» («Noi ci siamo» – Estamos presente) con una mayoría de los votos a favor del Comité Central el 7-8 de noviembre. Este recurso implica que el partido se adhiere a otro supuesto «sujeto político» de la izquierda. El Partido decidió consultar las bases sobre esta cuestión.

 Al mismo tiempo que esta votación se llevaba a cabo, este «nuevo sujeto» de la izquierda ya estaba siendo anunciado con el nombre de Sinistra Italiana. Reúne a parte del Sel y a algunos diputados que abandonaron el Partido Demócrata. Unos días más tarde esta coalición, reforzada por el hecho de que tiene un grupo parlamentario, anunció la formación de un nuevo partido, indicando de manera visible que el nuevo partido ahora existe y cualquiera que desee adherirse debía disolver su propio partido y unirse a ellos.

Esto fue seguido por cartas, circulares, apelaciones, quejas, polémicas e intercambios de insultos. Mientras tanto, RC continuó la «consulta» a las bases de algo que había sido superado por los acontecimientos. A pesar de esto, no hubo reacción dentro del partido, y el 70% de los 5.000 miembros del partido que tomaron parte en la consulta votó a favor de la propuesta del Comité Central.

El Secretario de RC, Ferrero,  juró categóricamente que RC nunca sería disuelta, etc., etc. Pero lo importante no son las intenciones o declaraciones, sino la lógica inexorable de las decisiones que se han tomado. Uno puede negarse a participar en una asamblea, uno puede negarse a firmar una apelación o promover polémicas en las redes sociales. Pero cuando el partido se enfrente a las elecciones nacionales o incluso regionales tendrá que elegir entre el rasposo resultado de un 1% en una u otra alianza, o implorar de rodillas un lugar para algunos candidatos en las listas de Sinistra Italiana. Y si Ferrero se niega a ir por este camino, algún otro líder del partido lo hará.

Esto significa que hoy en día, en realidad, la única fuerza que representa a la «izquierda» en Italia es la izquierda italiana (Sinistra Italiana) y RC se verá forzada a una posición subordinada. Sin embargo, Sinistra Italiana, por razones objetivas y subjetivas, no es el partido de la clase obrera ni su potencial embrión. En el mejor de los casos, es una caricatura del tipo de izquierda que se requiere.

No se trata sólo de una cuestión de aclarar cuál es la posición que el partido debe tener en relación a las alianzas electorales con el Partido Demócrata – lo que sería un gran paso en sí mismo. La independencia de clase no es simplemente una cuestión que surge en las elecciones. El camarada Ferrero, de hecho, comete su error más grande cuando compara la independencia de clase con presentar una lista del partido en las elecciones. La independencia de clase se basa, en primer lugar, en el programa, en los objetivos del partido y en los métodos que adopta para su consecución.

Debemos entender las lecciones de Grecia. Syriza [antes de las elecciones de enero de 2015] no formó una alianza con ningún partido burgués y ésta fue una de las razones de su éxito electoral. Sin embargo, una vez en el gobierno – en una coalición – Tsipras no cumplió con todas sus promesas anteriores y cedió a los dictados de la Troika a pesar del enorme apoyo que recibió en el referéndum del 5 de julio.

Hoy en día, mientras que el segundo gobierno de Tsipras está ocupado recortando las pensiones y privatizando todo sin excepción, ¿qué queda de sus pretensiones de estar en contra del «neoliberalismo»? Y ¿qué pasa con toda la palabrería de la democracia? ¿No debería esta lección hacer sonar las campanas de alarma en todas aquellas fuerzas políticas que han apoyado de manera acrítica a Tsipras? ¿No deberían las lecciones de Grecia también ser motivo de preocupación para Podemos en España, Corbyn en Gran Bretaña y la coalición de izquierda en Portugal?

Y mirando incluso más lejos, la derrota electoral del movimiento bolivariano en Venezuela ¿no confirma una vez más el fracaso del reformismo? ¿No muestra que a largo plazo está destinado a sucumbir a las fuerzas del capitalismo? Y ¿no nos enseña que a la larga no es posible llevar a cabo políticas en favor de la clase obrera, mientras el poder económico y político real se deje en manos de la clase capitalista?

Todo esto debe ser el centro de un debate serio para cualquier persona que quiera construir una alternativa de izquierda. Los cuadros y militantes de un futuro partido obrero pueden ser educados solamente aprendiendo de estas lecciones. Al mismo tiempo – como una fuerza política no se construye en sí misma – un trabajo coordinado y sistemático debe llevarse a cabo para echar raíces en el movimiento obrero y entre los jóvenes. Ninguna de estas dos tareas se está llevando a cabo en RC en la actualidad. El partido también ha dejado de ser un lugar donde estas tareas, incluso se pueden plantear.

Un partido que abandonó su papel, que se ve subordinado a otras fuerzas políticas, pierde su razón de ser. Puede durar en forma de un aparato burocrático, como una estructura organizada, pero está condenado como fuerza política.

En 2013 pusimos en marcha un nuevo movimiento político bajo el nombre de Sinistra Classe Rivoluzione [SCR- lzquierda, Clase, Revolución]. Hoy no podemos evitar el hecho de que las últimas decisiones tomadas por los dirigentes de RC, y confirmadas por la consulta a la militancia, significa que ya no hay ningún espacio para el debate interno dentro del partido, teniendo en cuenta el hecho de que el partido ha renunciado formalmente a toda existencia política independiente.

Esto significa que nuestra actividad dentro de Refundación Comunista ha llegado a su fin y que no vamos a renovar nuestra pertenencia al partido en 2016.

Somos muy conscientes del hecho de que nuestro movimiento no es una fuerza de masas capaz de configurar el partido que se requiere. Declararnos a nosotros mismos como el partido de la clase obrera sería equivalente a crear una secta.

Por esta razón, vamos a orientarnos hacia las fuerzas de la izquierda y del movimiento obrero que son todavía un punto de referencia para amplias capas de la clase obrera, y recurrir a ellas para poner fin a su subordinación al programa de otras clases y asumir la responsabilidad de formar un partido de la clase obrera. En la medida en que tales fuerzas conduzcan incluso luchas parciales que sean reconocidas por la clase obrera, vamos a apoyar este tipo de batallas.

Una política de frente único sigue siendo una necesidad hoy en día como lo ha sido en el pasado. Sin embargo, con el fin de llevarla adelante, se requiere absoluta claridad e independencia política completa en términos de programa y acción.

Por lo tanto, estamos rompiendo con RC. Estamos convencidos, en base a nuestra experiencia reciente, que tal separación no nos aísla, sino que por el contrario nos ayudará a desarrollar plenamente el potencial que vemos en nuestro trabajo en el movimiento.

En el movimiento obrero y entre los jóvenes hay un enorme potencial para la lucha anticapitalista, pero también hay una sed de análisis político y educación, una búsqueda de las ideas revolucionarias en torno al cual la lucha contra un capitalismo cada vez más brutal se pueda organizar. Realizamos este giro totalmente de acuerdo y con la solidaridad de nuestros compañeros en Europa y en todo el mundo. No se basa en ninguna visión estrecha nacional de la crisis de la izquierda italiana, aunque está claro que hay también consideraciones locales que deben tenerse en cuenta. La crisis de la izquierda en Italia sólo se puede entender y superar teniendo en cuenta las experiencias del movimiento obrero internacional.

Estamos absolutamente seguros de que también en Italia enormes movimientos de masas surgirán capaces de sacudir el sistema hasta sus cimientos y de plantear las condiciones para su derrocamiento. Por lo tanto, nuestra ruptura con RC es un requisito previo y una clarificación con el fin de luchar hasta el final por las batallas de mañana.

8 de enero 2016

Claudio Bellotti, Lucía Erpice, Jacopo Renda (miembros de la Ejecutiva Nacional de RC)

 

 

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