¿Hacia dónde va Nuevas Ideas?

Históricamente la clase obrera se ha organizado para defender sus intereses, y lo ha hecho a través de sindicatos, gremios, movimientos sociales y partidos obreros. La lucha de clases es una permanente escuela, de la que las masas van sacando conclusiones sobre los métodos que les han permitido conquistar nuevas reivindicaciones y también lecciones de lo que los ha llevado al fracaso.

En El Salvador, luego de vivir una década gobernada bajo la batuta del FMLN, las masas deciden votar al candidato alternativo, es decir, a Nayib Bukele, quien le dio forma al movimiento Nuevas Ideas. El voto mayoritario hacia este controvertido personaje, responde a condiciones objetivas y subjetivas concretas, como lo hemos dicho en ocasiones anteriores, Bukele supo llenar el vacío político dejado por ARENA y el FMLN, posicionándose como el candidato que rompería el bipartidismo y la polarización política. Si el programa desarrollado por el FMLN en el Estado hubiera respondido a los intereses de los explotados, de ninguna manera se hubiera conformado el movimiento de Nuevas Ideas y mucho menos como partido.

Es así como nace este movimiento alrededor de la figura de Bukele, quien lo organizó y dirigió hasta convertirlo en un instituto político. En repetidas ocasiones ha dicho que es un movimiento horizontal y que a él puede ingresar cualquier tipo de persona, independientemente de su ideología o su procedencia política. Esta característica ha sido presentada como una fortaleza del ahora partido político, que pretende ser el más abierto e inclusivo, diverso y horizontal. Si se está pensando en un partido para recolectar votos y ganar elecciones, cualquier persona con un DUI sirve para tal fin, pero es eso precisamente lo que hace  que los partidos pierdan la credibilidad ante la clase trabajadora; el hecho de desvincularse de la cotidianidad del día a día y solamente acercarse cada tres años a prometer el cielo y la tierra.

El joven partido político nace con muchas deformaciones congénitas, y careciendo de un ADN que lo identifique. Actualmente está compuesto por todo tipo de personas, como ya lo anunciaba su fundador, y entre ellas hay gente que busca un espacio de organización política, con intenciones honestas y que tratan de incidir en la política nacional a través de dicho partido, mientras otras personas lo hacen porque les parece atrayente, pero también hay muchos oportunistas que buscan ganar protagonismo y arribar a puestos de dirección o a cargos públicos para lucrarse personalmente. Con el tiempo estos arribistas controlarán el partido y podrán a sus allegados en puestos claves, desmoralizando a los seguidores honestos, y otra vez el mismo problema de un partido degenerado.

Pareciera que es un ciclo interminable y que los políticos son corruptos por antonomasia, lo cual no está alejado de la realidad, si lo separamos de la democracia obrera; sin embargo, el problema son los métodos por los que se rige un partido, los  cuales son los que le pueden garantizar perdurar y cumplir sus objetivos históricos, o llevarlo a su propia ruina. Bukele ha hablado mucho de democracia interna, pero podemos preguntarnos, ¿Quién eligió a los emisarios? ¿Quién definió sus funciones? ¿Cuántos votaron para colocar a su actual secretario general? ¿Cuántas personas se tomaron en cuenta para establecer sus estatutos o su plan de gobierno? Esto confirma que no es tan democrático como se quiere hacer ver. Recientemente anunció que habrá elecciones internas para elegir dirigentes y candidatos como manda la ley de partidos políticos, habrá que esperar y ver cómo se desarrollan en la práctica estas elecciones.

Otra debilidad es que el movimiento carece de una ideología, hasta el momento los integrantes de dicho partido han seguido a Bukele como persona, no porque defienda un programa, una teoría política o económica que pueda ser llevada a la práctica sino porque creen que él puede darle la respuesta a sus problemas. Lo que los limita a su forma de pensar y de ver la realidad, a simplemente aceptar sus decisiones. Ante la falta de una ideología definida, este partido está condenado a una muerte prematura. Teniendo en cuenta que no se permite la reelección en la presidencia, ¿qué características, principios o intereses tendrá el candidato sucesor de Bukele? ¿Qué hay de los diputados y alcaldes que se postularán en 2021? Al parecer serán elegidos por principios meramente morales, al estilo de la meritocracia, sin ningún programa que los conecte con las bases a las que representarán. Esto no llevará al país a ningún lado, solo seguirá reproduciendo el statu quo sin tocar los problemas estructurales que sufre la sociedad bajo el capitalismo.

Como marxistas no pretendemos profetizar lo que sucederá en el futuro, no nos dedicamos a eso; nuestra tarea es hacer una lectura objetiva de la realidad y trazar una perspectiva sobre la que se desarrolla un programa de lucha con reivindicaciones laborales, políticas y sociales que conecten con un objetivo central que, en nuestro caso es una economía planificada de forma democrática por parte de los trabajadores.

Dicho lo anterior no podemos asegurar si serán muchos o pocos los diputados que tendrá este partido en la legislatura del 2021, sobre todo por lo cambiante e inestable que es la escena política. Lo que si podemos decir es que las masas les darán el beneficio de la duda, y querrán darle un soporte en la Asamblea Legislativa al presidente electo. Dichas elecciones serán claves para entender la nueva correlación de fuerzas políticas en el país, veremos los resultados de las sesiones de recuperación por las que están atravesando los partidos tradicionales después de su derrota electoral, o quedará confirmado el fin de los partidos que Bukele anunció liquidar.

Si bien es cierto fue con el partido GANA que se inscribió el candidato; pero fueron los votantes de NI los que lo llevaron a la presidencia, votantes que en buena medida militaban o simpatizaban con la izquierda, puesto que fue el FMLN quien tuvo la mayor reducción de votos. Aquí podemos ver que las masas están dispuestas a cambiar su realidad de una o de otra forma. Si las promesas de la libertad de empresa con el neoliberalismo, o el reformismo de la izquierda no resolvieron las condiciones precarias de los trabajadores, estos últimos buscarán una alternativa, y si esta no funciona, no dudaran en cambiarla o modificarla.

Este será un gobierno sometido a mucha presión social, desde ya, las masas exigen cambios y soluciones. Los empresarios también exigirán su porción y muchos intereses estarán en juego en cada decisión del Ejecutivo, por otra parte sus propios votantes querrán ver cumplidas todas y cada una de las promesas realizadas en campaña. Será muy limitada la tolerancia que puedan tener los trabajadores ante un gobierno que no de luces de resolver las problemáticas más sentidas. Después de ver los resultados del gobierno de izquierda los trabajadores serán muy escépticos ante las medidas tibias. Con esto no estamos diciendo que el gobierno de Bukele será revolucionario o que resolverá todas las contradicciones que el país necesita; lo que estamos planteando es que las masas exigirán mucho más al gobierno que a cualquier otro, tanto la oposición como aquellos que pusieron su confianza en él.

Para que un instrumento de lucha de los trabajadores cumpla su razón de ser, primeramente debe definir su ideología y su programa político, no puede ir improvisando todo el tiempo. Y si los dirigentes no muestran iniciativa de hacerlo, serán las bases quienes presionen hacia donde quieren que se dirija el movimiento. Pero para esto no funciona la horizontalidad, es mentira que una organización se puede conducir sin una dirección, tarde o temprano surge una camarilla que se va enquistando a la cabeza del movimiento y toma las decisiones en nombre de todos.

En política no hay nada escrito, y son los acontecimientos los que van moldeando a los partido, si NI continúa en el limbo entre izquierda y derecha, no llegará muy lejos, pero si sus miembros toman un mayor protagonismo pueden sacar mucho provecho de esta organización espontanea, que surgió de la necesidad de un verdadero cambio, el cual se hará efectivo solo si son los obreros, campesinos, estudiantes quienes toman en sus manos el destino de su país y de su futuro. La experiencia nos ha demostrado que a raíz de las grandes conmociones sociales, las masas sacan conclusiones mucho más rápido que en periodos de relativa calma, y lo que se viene para El Salvador es más lucha organizada y de calles que sacudirá incluso a los sectores más apáticos a la actividad política.

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