Gran Bretaña: consulta popular –por qué nos oponemos a un segundo referéndum sobre el Brexit

A menos de 200 días para que el Reino Unido salga oficialmente de la Unión Europea, aún no se ha llegado a un acuerdo sobre los términos de su partida. Theresa May y muchos de sus homólogos europeos esperan con suficientes subterfugios poder llegar a un acuerdo en su próxima reunión en Salzburgo, que consiga la ratificación del parlamento británico. Pero la oposición de hasta 70 diputados conservadores podría ser suficiente para hacer añicos sus propuestas y que el Reino Unido salga de la UE sin ningún acuerdo el 29 de marzo de 2019.

Muchos especulan sobre lo que podría suceder exactamente si May no logra que el parlamento convalide su propuesta de acuerdo.

Recientemente, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, advirtió que el impacto económico de un Brexit sin acuerdo «podría ser tan malo como la crisis financiera de 2008». Mientras tanto, en agosto, el canciller Philip Hammond predijo que dejar la UE sin un acuerdo reduciría hasta un 7,7 por ciento del ingreso nacional del Reino Unido, en relación con la situación actual.

Postura de los laboristas

Ante tales perspectivas para el capitalismo británico, la idea de convocar otro referéndum sobre el Brexit, una «consulta popular», se ha vuelto cada vez más prominente en los últimos meses.

Esta petición ha cobrado particular impulso durante la preparación del congreso del Partido Laborista, donde muchos activistas pro-UE esperan que sea debatida e, incluso, aprobada como política del partido.

La postura del Partido Laborista sobre la consulta popular es particularmente importante teniendo en cuenta la debilidad de los llamados «centristas». Como señala el periódico Independent, «para conseguir que la mayoría de los Comunes convoquen un referéndum, se requeriría que la oposición laborista y los pro-europeos conservadores unan sus fuerzas».

Esta creencia es compartida por Labour Remain: un grupo dentro del Partido Laborista que pide un segundo referéndum, que declara que «el Brexit sólo puede ser detenido por el Partido Laborista». De hecho, Robert Shrimsley, el director editorial del Financial Times, incluso aconsejó a los blairistas que demoraran su inevitable escisión, ya que «ahora hay una pelea sobre el Brexit y cualquier ruptura con el Laborismo debilitará esa batalla».

Desafortunadamente para los blairistas, por más que presten atención al consejo de Shrimsley, están demasiado marginados y desacreditados dentro del Partido Laborista para ganar posiciones. Por lo tanto, si el ala derecha gana su pelea sobre el Brexit, irónicamente necesitará el apoyo de la misma izquierda que apoya a Corbyn,  a la que se ha estado difamando y expulsando desde 2015.

Así, el foco de las campañas a favor de un segundo referéndum ha pasado del lado de figuras tóxicas como Tony Blair a la izquierda pro-UE como «Otra Europa es posible».

Este cambio también ha sido testigo de la campaña multipartidista de “emprendedores” contra el Brexit, Best for Britain, que ha donado 70.000 libras a “Otra Europa es posible”, a pesar de estar en desacuerdo fundamental con el programa de Corbyn. Mientras tanto, gran parte de los medios liberales se han apresurado a promover la nueva cara izquierda del movimiento anti-Brexit, cuando no están atacando a Corbyn y a la izquierda acusándolos de antisemitismo.

Las últimas semanas también han visto crecer la presión dentro de los sindicatos. Tim Roache, el líder del sindicato GMB, ha salido en apoyo de un segundo referéndum, con o sin elecciones generales. Mientras tanto, el reciente congreso del sindicato Unite, como el Congreso de la central sindical, el TUC, han aprobado mociones que dejan abierta la opción de hacer campaña por otro referéndum, si no es posible forzar unas elecciones generales anticipadas.

Dentro del Partido Laborista, más de 100 agrupaciones locales, han presentado mociones para un segundo referéndum. Estos están respaldados por una variedad de grupos en campaña, entre ellos: “Another Europe is Possible,” “Labour for a People’s Vote”, “Progress”, “Labour First”, “Best for Britain”, “Labour Remain”, “Labour4EU”. Esto plantea preguntas importantes para los socialistas en el Partido Laborista.

¿Quién gana?

La primera pregunta que debe hacerse es: ¿qué se ganaría exactamente si el Partido Laborista hiciera campaña por un segundo referéndum sobre la UE?

Si la votación fuera simplemente entre el acuerdo del gobierno Tory y ningún acuerdo, los activistas se encontrarían atrapados entre la espada y la pared. En cambio, muchos activistas a favor de la consulta popular defienden que un nuevo referéndum debería incluir otra opción, quedarse en la UE después de todo, y que los laboristas deberían hacer campaña para lograrlo.

Pero incluso suponiendo que una opción así pudiera ganar, lo que de ninguna manera es una conclusión inevitable, en el mejor de los casos esto representaría un retorno al mismo status quo que tantos millones de personas rechazaron en 2016.

El principal argumento planteado por los defensores de permanecer en la UE, como Chuka Umunna, es que el Brexit tendrá un efecto catastrófico sobre la rentabilidad de los negocios británicos y, por lo tanto, debe evitarse «en interés nacional».

Este argumento incluso se usó en la izquierda del Partido Laborista, dando a entender que los trabajadores sólo pueden ganar cuando el capitalismo prospera. Si este es el caso, entonces no se podría luchar por ninguna mejora durante una crisis, ya que muy posiblemente dañaría las ganancias de los empresarios y provocaría una depresión y un aumento del desempleo.

Cualquier programa que se limite a luchar por mejoras sólo cuando los tiempos son favorables es como un paraguas lleno de agujeros: es inútil precisamente cuando lo necesitas.

El Brexit no es el único riesgo que se presenta a la economía británica, incluso a corto plazo. Si bien Carney ha estimado que un Brexit sin condiciones podría ser tan perjudicial como el colapso de 2008 (y no sin razón), Gordon Brown ha advertido recientemente que el mundo está «dirigiéndose hacia una crisis financiera» como la de 2008.

Definitivamente, Corbyn no debería suspender su programa cuando se le amenaza con esto; de hecho, un gobierno socialista genuino se haría más necesario y urgente que nunca.

Defender a los trabajadores

Líderes sindicales como Frances O’Grady han destacado la necesidad de defender los derechos de los trabajadores. Pero hacer campaña para permanecer en la UE no es la manera de conseguirlo.

En su discurso de apertura en el Congreso del TUC, O’Grady dio un resonante respaldo al «nuevo plan para una mejor vida laboral» ofrecido por Jacques Delors, quien como Presidente de la Comisión Europea se dirigió al Congreso del TUC en 1988.

30 años después, este sueño no se ha materializado. Después de más de 40 años de ingreso en la UE y Mercado Común, millones de trabajadores se enfrentan a condiciones de trabajo más parecidas a la época de Dickens, horarios cada vez más largos y bajos salarios.

Los salarios reales cayeron un 5 por ciento entre 2007 y 2015, una época en la que la mayoría de las personas consideraban que el Brexit era imposible. En los últimos ocho años, en particular, los trabajadores de todo el mundo han experimentado ataques sin piedad a las condiciones y seguridad laborales, y no dejan de aumentar. Mientras tanto, la legislación de la UE se mantiene intacta por encima de la refriega, ni forzada ni incluso notada por muchos.

En otras partes de Europa, en Grecia, Italia y España, los trabajadores han sido atacados ferozmente, todos bajo la dirección de la UE y sus instituciones. Si los líderes sindicales británicos vincularan el destino de los trabajadores británicos a la UE sería muy irónico para los trabajadores de estos países.

Si O’Grady está dispuesta a movilizar a seis millones de sindicalistas en torno a una causa, ésta debería consistir en derribar al gobierno Tory, poner a Corbyn en el poder y terminar con el sufrimiento de los trabajadores británicos. En cambio, el TUC se está alineando con los blairistas y los grandes empresarios con la esperanza de volver a los «buenos viejos tiempos» de 2016.

Como dijo Mike Cash, secretario general de RMT, durante el debate en el Congreso de TUC: «¿Cómo se va a conseguir un acuerdo? Movilizando, saliendo a la calle, defendiéndose».

Divisivo

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El único poder en la sociedad capaz de conseguir una mejora real para todos los trabajadores es  a través de la propia clase trabajadora. Sin una lucha organizada y combativa y el fin del gobierno conservador, el ataque contra los derechos de los trabajadores continuará empeorando independientemente de la relación del Reino Unido con Europa. Pero esto sólo puede lograrse con la unidad más rotunda posible del movimiento obrero.

Si los líderes del movimiento sindical no sólo hicieran campaña por una segunda votación, sino también por permanecer en la UE, frente a los trabajadores más pobres y menos organizados que votaron por el Brexit, provocaría más debilidad en la clase trabajadora en su conjunto, cualquiera que sea el resultado.

Ver al Partido Laborista trabajando junto a los Tories pro-UE para revertir el último referéndum llevaría a millones de trabajadores que votaron por el abandono de la UE a los brazos abiertos de demagogos racistas como Boris Johnson. Ésta sería una tragedia de proporciones inconmensurables.

A los votantes del Brexit no se les puede convencer instándolos a votar de nuevo hasta que «lo hagan bien», como se dijo de manera condescendiente a los votantes irlandeses en 2002, cuando se produjo el Tratado de Lisboa. En cambio, debemos ganar el apoyo de todos los trabajadores para un programa laborista ofreciendo una alternativa real a la política establecida y las políticas pro-capitalistas personificadas por la UE.

Reforma o revolución

La gran mayoría de los miembros del Partido Laborista ven claramente cómo principales prioridades del partido, la convocatoria de unas elecciones generales anticipadas y la victoria de un gobierno laborista, independientemente de su posición sobre el Brexit. Pero se ha planteado que un gobierno de izquierda en el Reino Unido sólo podría llevar a cabo su programa con éxito si permanece en la UE, o al menos en el Mercado Único.

Como dijo el Independent: un Brexit conservador sería tan dañino para la economía que «incluso un gobierno entrante de Corbyn no podría poner fin a la austeridad».

Tal afirmación obvia mencionar interesadamente que tanto países sólidamente integrados dentro de la UE, como Italia, así como fuera de ella, como Turquía, también se enfrentan a profundas crisis económicas. El problema es la crisis global del capitalismo, no simplemente el Brexit.

En otros lugares, el grupo “Labor for People´s Vote” (“Laboristas por una consulta popular”) ha afirmado que si se firma un acuerdo de Brexit, «un nuevo gobierno laborista no podrá cumplir sus promesas».

La respuesta a este problema, de acuerdo con dichos activistas, es que el Partido Laborista haga una campaña para detener el Brexit y tratar de reformar la UE desde dentro.

Pero, ¿sobre qué base? La UE es una institución completamente capitalista, creada por y para los empresarios de Europa contra los trabajadores de Europa y el mundo. No sólo eso, es una institución en crisis profunda que recurre a métodos cada vez más brutales y antidemocráticos para proteger sus intereses fundamentales a expensas del resto.

Si un gobierno laborista intentara llevar a cabo el «cambio fundamental e irreversible en el equilibrio del poder y la riqueza a favor de los trabajadores y sus familias», como prometió el canciller, John McDonnell, la UE lo consideraría inmediatamente una amenaza –porque es una amenaza.

La UE tiene tantas razones para temer el programa de los laboristas como la “City” de Londres. Lejos de no poder cumplir sus promesas fuera de la UE, Corbyn no podría cumplirlas dentro de ella, sin entrar en conflicto directo con sus instituciones y los intereses capitalistas gigantes para los cuales fueron creadas.

La elección de un gobierno de izquierda no cambia la naturaleza de clase de la sociedad. La elección de Syriza en Grecia no modificó la necesidad de los bancos franceses y alemanes de liquidar el Estado griego para saldar sus propias cuentas. No hay ninguna razón para esperar un enfoque diferente ante un gobierno radical de izquierda en ningún otro lado, y menos aún en una de las economías más grandes del mundo.

Por una Europa socialista

La tarea de un gobierno laborista socialista no debe ser tratar de arreglar este sistema quebrado, sino arrebatar el control de la economía de  la mano de los banqueros y ponerlo firmemente en manos de los trabajadores.

En lugar de tratar de «salvar a Europa de sí misma», tal gobierno tendría que acercarse a los trabajadores europeos y pedirles que se unan en la construcción de una nueva Europa socialista, basada en la lucha internacional conjunta de la clase trabajadora: la antítesis del «proyecto europeo» bajo el capitalismo.

La crisis del Brexit y todo lo que amenaza no puede simplemente revertirse, debe enfrentarse de frente. Con un programa socialista e internacionalista, los laboristas pueden liderar esta lucha y ganar.

Esta es la razón por la que los socialistas deberían decir no a una consulta popular, sí a un gobierno laborista socialista y sí a una Europa de Estados Socialistas Unidos.

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