El nuevo plan de golpe y el futuro de la Revolución Bolivariana

El 31 de agosto, se consumó el golpe de Estado parlamentario en Brasil. El día de hoy (01 de septiembre) la Revolución Bolivariana se enfrentará a su vez a un nuevo intento de golpe de estado organizado por los sectores más derechistas de la burguesía venezolana.


El 31 de agosto, se consumó el golpe de Estado parlamentario en Brasil. El día de hoy (01 de septiembre) la Revolución Bolivariana se enfrentará a su vez a un nuevo intento de golpe de estado organizado por los sectores más derechistas de la burguesía venezolana.

El día lunes, fue detenido el dirigente opositor Jon Goicoechea, quien según informó el diputado Diosdado Cabello, tenía en su poder cordones detonantes para explosivos, los cuales serían utilizados durante la marcha del 1ro de Septiembre. Luego, en la noche del mismo lunes, el camarada Mario Silva, a través de su conocido programa “La Hojilla”, dio a conocer un video donde el antiguo sicario al servicio de Pablo Escobar Gaviria, John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, autor material de alrededor de 250 asesinatos, llama a los venezolanos a marchar el 1ro de Septiembre contra la “bruja corrupta” de Tibisay Lucena, para que el CNE convoque al referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro.

En la madrugada del día martes, 90 presuntos paramilitares fueron capturados en el barrio Macayapa de la Parroquia Sucre, en la ciudad de Caracas, ante lo cual el Ministro de Interior y Justicia declaró a los medios de comunicación:

«Se presume que hay un alto porcentaje de paramilitares a escasos kilómetros del Palacio de Miraflores, por lo que se hizo una limpieza y barrido total en todo este sector, donde se están incrementando las invasiones para el depósito de paramilitares con la finalidad de realizar actos de violencia, de desestabilización de la Revolución Bolivariana»

Posteriormente, durante la movilización del chavismo del mismo día martes, Diosdado Cabello denunció que la derecha estaría guardando armas y explosivos en la UCAB para utilizarlos el 1ro de Septiembre.

Asimismo, en horas de la noche el gobernador del Táchira Vielma Mora, denunció un plan orquestado por el alcalde del municipio El Hatillo David Smolansky junto a Jacobo Feldman, socio de la Televisora Regional del Táchira, José Vicente Sánchez, rector de la UNET y Osmel García, asistente de Daniel Ceballos, financiados por los empresarios Adha Santana Sánchez y Nino D´veta, a fin de llevar a cabo acciones violentas en 14 lugares previamente especificados de San Cristóbal y la ciudad capital.

Todo lo anterior, indica claramente que de lo que trata la movilización derechista del día de hoy, es de la puesta en marcha de una nueva acción insurreccional contra la revolución, un nuevo intento de golpe de estado, posiblemente muy similar a lo ocurrido el 11 de abril de 2002.

Ahora bien, como lo hemos explicado siempre en nuestros artículos y declaraciones, la burguesía no descansará jamás en tratar de derrocar al gobierno y derrotar a la revolución por la vía que sea necesaria.

En efecto, los 16 años de historia de la Revolución Bolivariana han estado claramente signados por cada intento tras intento de la burguesía para derrotar a la revolución.

No puede por lo tanto sorprendernos en lo absoluto que por enésima vez la burguesía organice un nuevo plan para tratar de derrocar al presidente Maduro.

Ante ello, debe haber en primera instancia una poderosa movilización obrera y popular para derrotar el plan de golpe, tal como ha sido convocada para hoy en la Avenida Bolívar de la ciudad capital, al mismo tiempo que las organizaciones obreras y populares deben prepararse para la defensa de la revolución en todos los ámbitos de la lucha de clases, tanto en el ámbito de la lucha legal y política, como en el ámbito de la lucha armada, a través de la conformación de milicias y destacamentos obreros y populares de combate.

Ciertamente, debe reconocerse que ante las acciones que pueden ocurrir en el transcurso del día de hoy, ha habido como hemos señalado al principio, una respuesta anticipada por parte del gobierno y los cuerpos de seguridad estatales para tratar de desmantelar los planes golpistas de la burguesía.

En efecto, el presidente Maduro se ha pronunciado sobre la necesidad de garantizar la paz en el país y la necesidad de derrotar este nuevo intento de golpe de estado, a fin de garantizar la continuidad de la revolución.

No obstante, debemos plantear la siguiente reflexión. ¿Logrando derrotar la acción insurreccional de hoy, hemos derrotado de una vez a la burguesía? ¿Es inevitable que una revolución se encuentre bajo el acecho constante y permanente de la contrarrevolución? ¿No es posible derrotar de forma definitiva a la burguesía? ¿Qué tiene que ver esto con la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana?

El poder político y militar de la burguesía como clase, deriva en última instancia de su poder económico. En la medida en que la burguesía es la propietaria de los medios de producción, de la banca y del comercio en el país, ella tiene a su disposición enormes masas de capital, con las que organiza la contrarrevolución.

¿Quiénes, sino empresarios muy ricos son los que pueden contratar a paramilitares y sicarios para generar acciones violentas y cometer asesinatos, ya sea como parte de un plan insurreccional o como medio para segar brutalmente a la vanguardia revolucionaria, como ha ocurrido con numerosos dirigentes revolucionarios durante los últimos meses?

¿Quiénes sino miembros de la gran burguesía son quienes pueden comprar el armamento, explosivos y otros implementos para llevar a cabo acciones como la que se ha preparado para el día de hoy?

¿Quiénes, sino los grandes capitalistas de este país son los que pueden financiar costosas campañas mediáticas y políticas contra la revolución y adquirir la logística necesaria para las manifestaciones violentas y no violentas de la oposición?

Por lo tanto, el arma fundamental de la burguesía es su capital, que le permite comprar al precio que sea todas las demás armas que utiliza contra el proletariado en la lucha de clases. Sea lo que sea que necesite, sicarios, periodistas, paramilitares, funcionarios corruptos en el estado, abogados, jueces, armamento, medios de comunicación a su servicio o cualquier otra cosa, su capital le permite ponerle un precio a cualquier persona u objeto, a fin de que sirva a sus fines.

Ahora bien, este poder que pareciera ser inexorable e imbatible, y que muchas veces nuestra propia dirigencia nos lo muestra de esa forma, se basa en la propiedad privada de los medios de producción, ya que es en la producción donde la burguesía reproduce su capital a partir de la explotación de la clase trabajadora. De allí se deduce claramente, que el poder político de la burguesía depende directamente de su carácter de propietario de los medios de producción.

Tal análisis, nos conduce inevitablemente al debate sobre la propiedad de los medios de producción. Mientras el poder económico esté en manos de la burguesía, ésta hará uso de éste para tratar de aplastar a la revolución. Por el contrario, sólo arrancando de las manos del gran capital la banca, los latifundios, y los monopolios industriales y comerciales, es que podremos entonces de una vez por todas, para decirlo en palabras del viejo León Trotsky, lograr la destrucción política de la burguesía, a través de la liquidación de su dominación económica.

Pero nuestra dirigencia ha dado suficientes muestras, sobre todo en los últimos tres años, de no comprender o negar conscientemente este hecho fundamental que constituye el ABC de la lucha de clases.

A pesar de las pruebas irrefutables del carácter abiertamente contrarrevolucionario de la burguesía venezolana, nuestra dirigencia política evidencia un absurdo empecinamiento en tratar de ganar a la burguesía para la revolución, con políticas como la del Consejo Nacional de Economía Productiva, lo que realmente no es otra cosa que arar en el mar.

Volvamos al problema planteado al principio. Ciertamente nuestro gobierno ha tomado durante los días previos al 1ro de Septiembre diversas medidas para contrarrestar anticipadamente el plan de golpe, no obstante, si ello lograse derrotar el plan insurreccional, aún no sería suficiente para garantizar una verdadera paz para el pueblo trabajador.

Mientras la revolución no sea completada, es decir, mientras las tareas históricas de la revolución socialista en Venezuela no sean llevadas adelante hasta sus últimas consecuencias, y en particular, mientras no se expropie a la gran burguesía, esta hará uso libremente de su poder económico para tratar de derrocar a nuestro gobierno una y otra vez hasta alcanzar su objetivo. Si se duda de ello, veamos tan sólo como a través de la guerra económica, lograron propinarnos una dura derrota el pasado 06 de diciembre y retomar el control de la Asamblea Nacional.

La única forma de acabar de una vez por todas con los violentos intentos desestabilizadores e insurreccionales de la derecha burguesa en Venezuela, es radicalizando la revolución. Por el contrario, mientras no radicalicemos la revolución, mientras sigamos llamando a la MUD a diálogo, como lo hizo el presidente Maduro hasta hace pocas semanas al llamar a diálogo persistentemente al nefasto Henry Ramos Allup, y mientras conciliemos con la burguesía parásita, estaremos cavando la propia tumba de la revolución.

Reiteramos nuestro firme apoyo a las medidas tomadas en los últimos días, la captura de paramilitares implicados en el plan de golpe y la detención de dirigentes de oposición involucrados en la preparación de las acciones violentas, así como también, el anuncio del presidente Maduro hace pocas horas, sobre la preparación de un decreto para levantar la inmunidad a todos los cargos públicos, ello con el fin de poder enjuiciar a aquellos diputados derechistas que están actuando como autores intelectuales del nuevo plan golpista.

No obstante, tales medidas no son suficientes. Mientras por un lado organizaciones como Voluntad Popular preparan la insurrección armada de la burguesía contra nuestro gobierno, grandes monopolios como Empresas Polar, Nestlé y Colgate-Palmolive arrecian el sabotaje, reducción y simplificación de la producción para generar un profundo malestar entre las masas trabajadoras del país, que son la base social de apoyo de la revolución, como mecanismo para debilitarla y preparar así las condiciones para su próxima derrota.

Más aún, como hemos explicado ya, un sector del empresariado apátrida no sólo participa en la guerra económica sino que además financia los planes insurreccionales contra la revolución. ¿No queda clara entonces la necesidad de dar la estocada de muerte a la burguesía?

Pero contrariamente, nuestra dirigencia considera que el ala extremista de la burguesía y su ala moderada son dos cosas diferentes, lo cual es un grave error. La lucha política contra Voluntad Popular, va unida indisolublemente a la lucha en el ámbito económico contra burgueses como Lorenzo Mendoza.

Como decía el gran mártir de la revolución campesina Ezequiel Zamora, “lo que debe secuestrarse son los bienes de los ricos, porque con ellos hacen la guerra al pueblo, hay que dejarlos en camisa”.

No llevar adelante esta tarea histórica significa en la práctica permitir que la burguesía pueda reagrupar sus fuerzas una y otra vez, cada vez que la derrotemos en las calles, con lo cual ello sienta las bases para que más bien sea la contrarrevolución la que pueda darle tarde o temprano la estocada de muerte a la revolución.

Si a partir de hoy la derecha burguesa logra poner en marcha una escalada de violencia en Caracas y en el resto del país, aunada a la ya crítica situación económica que vive el pueblo trabajador, ello constituirá una seria amenaza para la estabilidad de la revolución misma, que sólo podría revertirse radicalizando la revolución en líneas socialistas, como ya hemos explicado arriba.

Por el contrario, si mediante las acciones que ha tomado ya nuestro gobierno, logra derrotarse el plan de golpe, ello no garantizará tampoco la estabilidad de la revolución.

Aunque salgamos airosos de la batalla del día de hoy, la guerra económica continuará haciendo su trabajo, impactando de forma implacable las condiciones de vida de las masas trabajadoras del país.

Sobre esa base, muy difícilmente la Revolución Bolivariana pueda vencer en el referéndum revocatorio, aún y cuando se celebrara el año entrante, lo que obligaría a la formación de un gobierno del PSUV presidido por el vicepresidente en funciones para ése momento, el cual obviamente será tildado de absolutamente ilegítimo nacional e internacionalmente. En ése marco económico, político y social, no es difícil prever la preparación y puesta en marcha de un nuevo plan insurreccional para derrocar al nuevo gobierno que asuma luego de nuestra derrota en el revocatorio, por lo tanto, llegado el momento, ¿volveremos a enfrentar los nuevos planes golpistas sólo a través de acciones de los cuerpos de seguridad e inteligencia del estado, junto a la movilización de las masas trabajadoras?

Es la hora de radicalizar la revolución, no podemos perder más tiempo. No hacerlo es cometer un terrible crimen contra la causa del socialismo, no sólo en Venezuela, sino en toda nuestra América y en el mundo. La suerte del proletariado latinoamericano hoy, depende en gran medida de lo que suceda en Venezuela. Como decía el Ché, ¡O Revolución Socialista o caricatura de revolución!

¡Radicalización de la revolución para derrotar el plan de golpe!

¡Expropiación de la burguesía bajo el control democrático de la clase obrera!

¡Como decía Zamora, a los ricos hay que dejarlos en camisa!

¡Basta de conciliación es la hora de la revolución!

¡Avanzar hacia el socialismo!

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