El liquidacionismo de los dirigentes amenaza con la extinción del FMLN

El siguiente artículo fue escrito unas horas antes de que se llevaran a cabo las elecciones para diputados y alcaldes en todo el territorio salvadoreño, los nuevos gobiernos locales y diputados, y los que van a competir  nuevamente por esos puestos, intentaron incidir en la consciencia de la población con sus propuestas, en lo que parece ser una de las elecciones menos llamativas de los últimos tiempos; pero una que puede alterar drásticamente la situación de las masas dada la amplia mayoría del bloque de derechas que puede llegar dominar el parlamento y las mismas alcaldías.

El FMLN ha participado en 7 elecciones para diputados y alcaldes desde su fundación y primera contienda electoral desde 1994, también presentó candidatos para las presidenciales que buscaban arrebatarle la continuidad en el Ejecutivo a ARENA y la burguesía que desde 1989 controlaban las riendas de ese poder estatal. Pero no fue hasta 2009 con la candidatura de Mauricio Funes que se rompe con esa secuencia y luego arriba al poder en 2014 el Profesor Sánchez Cerén para la obtención de dos mandatos consecutivos del FMLN en CAPRES, aunque muchos dirigentes desestiman el gobierno de Funes como propio del partido y lo presentan como una alianza necesaria con el periodista para sacar a ARENA del ejecutivo.

El partido estaba fortalecido y arrastraba las ilusiones de miles de trabajadores y la mayoría pobre del país. Luego de ganar en segunda vuelta al candidato derechista Norman Quijano, todo parecía ir viento en popa para un avance sin precedentes hacia una sociedad más justa y donde la desigualdad, el desempleo, el alto costo de la vida, comenzarían a ser cosa del pasado. Esto pasaba por la implementación de medidas transitorias de carácter socialista como una necesidad imperante para superar los obstáculos de la sociedad capitalista. En otras palabras, era necesario mermar el poder del gran capital en el país, y comenzar a revertir lo desastroso que ha sido para las masas la implementación de las medidas de ajuste estructural de los gobiernos proburgueses anteriores. Este no es el espacio para un balance de las medidas del programa reformista que el partido ha ejecutado desde que llegó a la presidencia, dado que lo hemos tratado de manera amplia en otros artículos, más bien hablaremos un poco sobre las consecuencias y el impacto en la consciencia colectiva de la militancia, simpatizantes y el resto de los trabajadores, de lo que ha significado estancarse en el programa reformista y eliminar los métodos de lucha de la clase trabajadora, ya que esto está fomentando la aparición de un tendencia que puede comenzar a tomar más fuerza en las filas del FMLN: el liquidacionismo.

Hay que aclarar que dicho fenómeno no puede aparecer y desarrollarse, tal cual lo hizo en el contexto de la Revolución Rusa, previo al arribo al poder de los Bolcheviques en 1917, pero que muchas de sus similitudes no dejan de preocupar a la militancia consciente del presente y futuro del principal partido de izquierda. Debemos tomar las elecciones de marzo 2018, como un momento crucial para lo que se avecina en los próximos años. De darse un revés electoral—que según las ultimas encuestas así lo pronostican—para el FMLN, entraríamos a un período de desmoralización y escepticismo hacía lo que representa la izquierda en el país.

Para nadie es un secreto el régimen autoritario que se vive dentro del partido, donde por años la consigna de obediencia ciega hacia los dirigentes lo expresaba la frase guerrillerista: “¡comandante en jefe, ordene!”. La falta de democracia interna, y la no aceptación de las críticas revolucionarias de las bases, ha hecho mella en la militancia y los simpatizantes, a tal grado que el espíritu combativo se ha visto mermado año tras año. Una derrota puede hacer que los dirigentes tomen incluso una actitud revanchista hacia las mismas masas que en un momento los apoyaron, y girar aún más hacia el reformismo y terminar incluso en el campo de la misma derecha que por años dijeron combatir, dándole un impulso al liquidacionismo.

Pero entonces, ¿a qué nos queremos referir con “liquidacionismo”? En 1908, Lenin se percató del aparecimiento de esta tendencia en muchos de los militantes del POSDR, sobre todo de su ala Menchevique, luego de la derrota de la primera Revolución Rusa de 1905, era el momento de la reacción y la contrarrevolución había pasado a la ofensiva, y lo definía así: “El liquidacionismo en el sentido estricto de la palabra, el liquidacionismo de los Mencheviques, consiste ideológicamente en la negación de la lucha de clases revolucionaria del proletariado socialista en general y en la negación de la hegemonía del proletariado en nuestra revolución democrático-burguesa en particular”. Si bien es cierto no estamos atravesando por un periodo revolucionario, los dirigentes del FMLN afirman que nos encontramos en la etapa de la revolución democrática, misma tesis que manejaban los Mencheviques de la cual se deduce en pocas palabras que aún no es momento para la revolución socialista, y que por tanto la primera etapa es la de consolidación de la burguesía progresista y del desarrollo de las fuerzas productivas bajo su tutela. La historia del movimiento obrero mundial nos dice que de esa forma no llegaremos nunca al socialismo ni en el siglo XXI o el XXXI.

El destacado marxista galés Alan Woods se refiere así al liquidacionismo en una de sus principales obras: “Esto (liquidacionismo) representaba el abandono de la hegemonía de la clase obrera, una justificación “teórica” de la ausencia orgánica de confianza en la clase obrera por parte del intelectual de clase media, que disfraza su aceptación servil del dominio de la gran burguesía detrás de una serie de sofisterías destinadas a “demostrar” que el proletariado es incapaz de ponerse al frente de la sociedad. Este prejuicio se podía expresar directa y “sinceramente” (los trabajadores son demasiado ignorantes, “no entienden”, etc.) o de una forma más sutil: “la revolución es democrático-burguesa”, “no es el momento adecuado” y otras cosas por el estilo”.

El nivel de pesimismo y desesperación que puede acarrear una derrota electoral en marzo hará que la derecha se sienta fortalecida y pasará a la ofensiva, lo que servirá para preparar un ambiente de ataques sistematizados a los programas sociales y agitar de nuevo la idea de que el “fantasma del comunismo” del FMLN solo ha causado problemas al país. La dirigencia del Frente podría intentar levantar cabeza y analizar el porqué de la situación y tratar de rectificar, pero será demasiado tarde, la falta de confianza a la iniciativa revolucionaria de la clase obrera, será respondida de manera reciproca con una total falta de confianza a los actuales dirigentes, por mucho que realicen llamados a defender el proyecto histórico, léase la profundización del reformismo, los trabajadores no se sentirán atraídos  a dicho llamado, lo que fue evidente al momento de querer conformar los EPEL, los llamados cayeron en su mayoría en saco roto.

En 1908, la contrarrevolución zarista arrestó a todos los miembros bolcheviques del buró en Rusia, esto desorganizó completamente el trabajo de la facción bolchevique. En ese momento los mencheviques aprovecharon la situación para intentar liquidar el Comité Central del POSDR al convertirlo en un simple centro informativo. Volviendo a nuestro contexto, el FMLN prácticamente liquidó los Comités de Base al limitarlos a simples reuniones informativas donde la militancia llegaba a escuchar y recibir órdenes para el trabajo práctico. No fueron centros donde se agitase por medidas revolucionarias, donde las bases llegasen a proponer, donde no existiera el temor a dar a conocer una crítica bien fundamentada hacia los dirigentes o incluso pedir su remoción. Es decir que fueran verdaderos comités para la actividad revolucionaria en cada uno de los barrios y colonias.

Al circunscribir el partido a la mera lucha parlamentaria de la democracia permitida por capitalistas y limitar a las bases y a la clase obrera a ser meros espectadores de estos acontecimientos, puede llevar a que se desate un proceso de liquidación de un partido que ha comenzado a dar muestras de agonía. El movimiento Nuevas Ideas ya le disputa de manera abierta el poder de convocatoria al FMLN y claramente se está perfilando como una alternativa de izquierda que no tiene nada que ver con la dominación y control directo de la antigua casta de comandantes y sus allegados. En el caso del POSDR, Lenin desató una batalla férrea contra el fenómeno del liquidacionismo que hubiera sido desastroso en ese entonces para el partido. Siempre basó sus análisis y estrategias de lucha en el marxismo revolucionario, lo que le permitió reorientar al partido en los momentos más negros de la reacción y dirigir a la clase trabajadora a la toma del poder unos años más tarde.

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