Breve historia del infinito. Una interpretación marxista [Tercera y última parte]

En buena parte de este texto hemos hablado del infinito relacionado con las matemáticas, pero el infinito real es mucho más complejo que su expresión abstracta. Para empezar, el infinito matemático puede referirse a cantidades infinitas implícitas en una magnitud finita –por ejemplo los infinitesimales contenidos entre el cero y el uno– o a los infinitos números naturales que comienzan por la unidad. En el primer caso hablamos de un infinito con principio y fin –una verdadera contradicción dialéctica– en el segundo hablamos de un infinito con principio pero sin fin; en estos casos se trata de lo que Hegel llamaba “mal infinito” –un infinito con fin o con principio–.
En buena parte de este texto hemos hablado del infinito relacionado con las matemáticas, pero el infinito real es mucho más complejo que su expresión abstracta. Para empezar, el infinito matemático puede referirse a cantidades infinitas implícitas en una magnitud finita –por ejemplo los infinitesimales contenidos entre el cero y el uno– o a los infinitos números naturales que comienzan por la unidad. En el primer caso hablamos de un infinito con principio y fin –una verdadera contradicción dialéctica– en el segundo hablamos de un infinito con principio pero sin fin; en estos casos se trata de lo que Hegel llamaba “mal infinito” –un infinito con fin o con principio–.
La unilateralidad del infinito matemático expresa la limitación propia del conocimiento humano, el hecho de que debe comenzar por el conocimiento de lo finito para alcanzar el infinito. Un infinito con principio pero sin fin es tan contradictorio como un infinito con fin pero sin principio. Engels decía que la única manera de vencer el absurdo –y de asumir la contradicción propia del infinito– es asumir que el infinito no tiene principio ni fin. Engels explica: “[…] Damos a la infinitud del tiempo un carácter unilateral y a medias; pero una infinitud unilateral y partida es ya una contradicción en sí […] No podemos superar esa contradicción sino admitiendo que el uno con el que empezamos a contar la sucesión, el punto a partir del cual medimos la línea, son, respectivamente, un uno arbitrario de la sucesión y un punto arbitrario de la línea, siendo la línea o la sucesión indiferentes a la decisión que tomemos respecto a la fijación de los mismos.”1 Por ello un segmento finito es infinito, precisamente porque es parte de un mundo infinito. Una línea es un espacio abstracto de una sola dimensión y por eso el infinito que expresa es tan “mal infinito” como aquél que tiene principio o fin. Además, el infinito numérico es un infinito cuantitativo que no expresa por sí mismo adecuadamente los infinitos cualitativos que existen en la realidad. Si bien la recta de los números oculta diferencias cualitativas como las de los números pares e impares, la de los positivos y negativos, la de los racionales e irracionales, la de los reales e imaginarios, etc., sigue siendo un mundo abstracto que por sí solo no expresa los saltos cualitativos ricos y concretos de la naturaleza.
El infinito del Caos








La religión del Big Bang, la ciencia y la eternidad
Conclusión. Dialéctica e infinito