Bolivia: Añez al borde del precipicio. ¡Huelga general para que se vaya!

Con el contagio por coronavirus multiplicándose día tras día, el hambre rompiendo la cuarentena, las primeras luchas obreras asomándose a la ventana de la crisis, el aparato estatal desintegrándose y la corrupción soberana en el palacio, debemos preguntarnos: ¿qué y por cuánto tiempo tiene de pié a Añez?

El desastre de Añez

Santa Cruz, epicentro del contagio, tiene 30 pacientes casi llenando los escasos 37 cupos de terapia intensiva inaugurados por las autoridades de salud; el Beni vive una catástrofe con gente que muere en casa, sistema de salud colapsado y personal médico insuficiente o contagiado; Potosí sigue esperando su laboratorio; solo el Suriname, en toda Sudamérica, ha hecho menos tests por millón de habitantes que nosotros; en nuestro país el virus mata a cualquier edad y los más contagiados son trabajadores activos de 20 a 50 años. Estos son los “resultados” de Añez en más de 70 días de gestión de la pandemia. 

El escándalo que ha llevado al arresto del segundo ministro de salud de Añez, nombrado en plena cuarentena, por la compra con sobreprecio de 170 respiradores no adecuados a la terapia intensiva, es solo el último de la serie coleccionada en seis meses de gestión. Lo preceden la corrupción en Entel y YPFB; el uso privado de bienes del Estado por parte de Añez y su entorno; el intento de aprovechar la pandemia para liberalizar la exportación de concentrados de mineral en desmedro de las fundidoras estatales; la apertura a los transgénicos; el aborto de indulto que sigue causando infecciones en Palmasola. Hasta el menos políticamente experto se ha dado cuenta que Añez representa la misma burguesía mendiga, acaparadora e impotente frente al país a la cual debemos nuestro atraso material.

Como si todo esto no fuera suficiente para deslegitimar un gobierno surgido para barnizar de democracia un pronunciamiento militar, Añez afronta también los efectos de una crisis política determinada por su decisión de presentarse como candidata a la presidencia. Los continuos cambios en su gabinete, con el apartamiento de representantes de los cívicos cruceños, de salubristas y de cooperativistas mineros, son expresión del hecho que Añez representa sólo una parte muy minoritaria del bloque político, social y militar que se adueñó del poder con el derrocamiento de Evo. 

Un gobierno débil

Además, el de Añez es un gobierno de minoría parlamentaria. En una situación ordinaria Añez podía y pudo gobernar por decreto, debilitando al MAS y su línea de lucha parlamentaria al gobierno. Pero con la pandemia esto no es fácil. La Constitución impone que los empréstitos internacionales contratados por Añez sean aprobados por el parlamento, donde el MAS hace obstruccionismo. Es el caso del proyecto de ley del 20 de abril para aprobar el préstamo de 240 millones de dólares del FMI. Esto está resucitando la llamada “ala radical” del MAS, naufragada en su momento en el intento fallido de frenar la avanzada del golpe desde las “trincheras” parlamentarias.

Finalmente, la cuarentena no es más que papel mojado. A la circulación vehicular en Santa Cruz le falta solo el transporte público. Cada vez más personas en todo el país se ven en la obligación de salir a las calles a buscar medios de subsistencia. En algunas poblaciones los médicos son expulsados en el desesperado intento de ocultar casos de contagio y evitar medidas de confinamiento. Al gobierno no le queda más remedio que tratar de reglamentar el retorno a las actividades, inclusive el mismo transporte. Con mucho descaro la gobernación cruceña, aliada de Añez, presenta los datos de nuevos contagios que se cuentan por centenas diariamente como una demostración de éxito de la cuarentena, mientras vuelven a abrir fábricas y construcciones. 

La decena de puntos de bloqueo que se han desarrollado en las últimas dos semanas, han reflejado sólo superficialmente la dramática situación del pueblo. Como hemos escrito, la relación entre estas movilizaciones y los supuestos planes conspirativos que el gobierno pretende atribuir al MAS es un sinsentido. Los bloqueos se han suscitado en bastiones del MAS; la base social de este partido está siendo precipitada en condiciones de pobreza extrema. Al MAS y sus candidatos que acusan de inhumana la gestión de Añez por haber cancelado sus míseros subsidios después de un mes de cuarentena, esta base le dice que no puede aguantar tres meses hasta las elecciones y se moviliza para exigir su inmediata realización. El gobierno no ha tenido ni siquiera que intervenir, son las mismas autoridades locales del MAS que han logrado que se levanten los bloqueos. Esto es sólo una muestra de cómo incluso un eventual gobierno del MAS nacería presionado, más débil que en pasado y repleto de contradicciones.  

¿Peligro de golpe?

Frente a este desastre cabe entonces preguntarse: ¿en qué se apoya el gobierno de Añez? Pues, en su propia investidura, es decir en las FFAA. Pero Añez tiene problemas incluso con la jerarquía militar y policial. Después de muchos contagios en la tropa, se hizo evidente el parcial repliegue de las FFAA de las calles. Por último en estos días y con una acción sin precedentes, el Alto Mando militar a la cabeza de su comandante en jefe Sergio Orellana, ha ingresado a la Asamblea Legislativa Plurinacional en uniforme mimético de combate para dar una semana de plazo a los legisladores para que ratifiquen los ascensos propuestos por Añez. Es un acto intimidatorio que alerta sobre las posibilidades de un golpe militar.

Está claro que la profunda crisis del gobierno está desestabilizando el país. Dentro de este cuadro, fuerzas golpistas como el grupo paramilitar de la Resistencia Juvenil Cochala se han estado reactivando. Hace pocos días se filtró un audio en que un dirigente de este grupo llamaba a sacar municiones de algunos depósitos no identificados y prepararse a desbloquear K’ara K’ara. Sería irresponsable desestimar estas señales, pero debemos entender cuales son las posibilidades de un golpe ahora, cómo podría producirse y, sobre todo, cómo evitarlo.

Para el Alto Mando militar la cuestión de los ascensos tiene múltiples objetivos: recompensar a los oficiales por su papel en la caída de Evo; purgar la jerarquía militar de elementos leales al MAS o, en todo caso, independientes y tenerla cohesionada y lista a intervenir ante cualquier cambio del escenario político; defender el prestigio y la inmunidad de la autoridad castrense. Vencido el plazo de una semana, el Alto Mando ha anunciado que procederá “conforme a la Ley Orgánica de las FFAA”, ascendiendo de grado a los oficiales beneficiarios. Si bien la ley deja abierta esta posibilidad, está claro que sin la ratificación del Senado se podrían impugnar los ascensos, dejando paralizada la cadena de mando. El hecho que el Alto Mando militar se exponga interviniendo directamente es otra muestra clara de que, en el desmoronamiento del gobierno, cada uno vela por sí mismo. 

Añez, entre golpe y elecciones

Como escribimos, Añez podía haber aprovechado la pandemia para disolver el parlamento y concentrar todos los poderes. Al no haberlo hecho, no le queda otra opción que flexibilizar la cuarentena y aceptar las elecciones. Tras haber dilapidado todo el apoyo que le vino de la inmediata declaratoria de cuarentena y de los anuncios de subsidios, Añez ahora afronta los comicios en condición de mayor desventaja. Pero esto no debe engañar. Si lograra barajar esta fase de crisis extrema para su gobierno, proyectaría su debilidad sobre los que no lograron darle el espaldarazo decisivo.

Un eventual golpe en este momento sería por dos razones: la primera es la incapacidad de Añez de resolver los problemas que la coyuntura le presenta, es decir como evitar que el contagio se descontrole mientras accede a la flexibilización de la cuarentena que le exigen tanto un pueblo pobre y sin alternativas como el empresariado y cómo superar el obstruccionismo parlamentario del MAS en cuestiones que le son imprescindibles como la aprobación de los préstamos internacionales y del ascenso militar. Pero la otra razón sería por la ausencia, desde el MAS y la COB, de un plan de lucha de masas para derrocar a su gobierno.

Más que especular sobre las posibilidades de un golpe como hacen desde el MAS que, nuevamente, advierte el peligro pero no sabe oponerse a él, debemos tener en claro que muy difícilmente los militares podrían intervenir en apoyo de la presidenta interina. Hay todas las condiciones para que esto provoque una reacción de masas que, mezclada a la pandemia, pondría la situación fuera de cualquier control. La naturaleza de clase de un golpe no cambiaría: imponer la agenda burguesa frente a la crisis mezclandola con los elementos de populismo que ahora tienen el consenso de los organismos financieros internacionales. Pero un eventual golpe sería ahora contra la misma Añez, lo cual podría confundir a un sector de las masas asqueadas por su gestión. El análisis de esta hipótesis para nosotros es solo un argumento más claro para nuestra tesis: Añez se mueve al borde del precipicio y su caída puede y debe ser por efecto de la acción de las masas. 

¡Por la huelga general!

La actividad productiva está siendo reanudada integralmente a lo largo y ancho del país. En la locomotora económica de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, la situación de alto riesgo epidemiológico no ha impedido que se apliquen las medidas de la “cuarentena dinámica” con la apertura de todas las fábricas que estuvieron cerradas durante los meses pasados. En realidad, lo repetimos de nuevo, la cantidad de fábricas que estuvieron operando fue siempre significativa, tanto así que la casi totalidad de los contagios aquí son de personas entre 20 y 40 años de edad, trabajadores activos. 

Los trabajadores afrontan situaciones diferentes. En muchas fábricas hay conflictos contra cierres, despidos, reducción de salarios y por equipos de bioseguridad en el trabajo. Pero hay también otras, del sector alimenticio principalmente, donde el mayor poder de negociación de los trabajadores, producto de la “esencialidad” de su trabajo, les ha permitido arrebatar a nivel de empresa los aumentos salariales que el gobierno ha negado a escala nacional. En el Beni donde se vive un auténtica emergencia humanitaria, los salubristas entre los cuales se cuentan más de 80 contagios, han roto la cuarentena marchando en protesta por las calles de Trinidad. Los elementos en común en todo esto pueden resumirse así: los trabajadores están aprendiendo con la mayor rapidez de ser la clase fundamental en la vida socioeconómica del país y manifiestan una siempre mayor disponibilidad a la lucha. 

La huelga general con paro de actividades es viable, necesaria y es la única posibilidad para acabar con el desastre causado por la gestión de Añez y evitar eventuales intentonas golpistas. Sus objetivos surgen de las mismas luchas obreras y populares por la vida, el trabajo y contra este gobierno de hambre, despidos, corrupción y agroindustriales. Debemos exigir que la COB la convoque de inmediato, elevando pronunciamientos desde sindicatos de base, CODes, federaciones y todo el activismo político. La misma izquierda del MAS debe sumarse a este pedido si quiere emerger como una corriente relacionada a las luchas de masas. 

Que ni siquiera frente al cierre de empresas la burocracia sindical ha tomado en cuenta la huelga general es por la misma sumisión a la línea electoral del MAS o incluso la disponibilidad a negociar con Añez que venimos denunciando. Es, en otras palabras, porque deben irse y cuanto antes mejor. Pero incluso con el freno representado por esta burocracia sindical podemos levantar la consigna de la huelga general desde intersindicales de fabriles y salubristas en primer lugar. Esto es conformando comités de huelga en cada empresa, hospital; eligiendo delegados revocables para encuentros territoriales y nacionales y poniendo a la COB ante el hecho consumado. Nuestro llamado es a organizar las fuerzas de la juventud y el movimiento obrero para luchar por este objetivo.

¡Huelga general por la vida y el trabajo!

¡Fuera Añez y su gobierno!

¡Fuera los golpistas!

¡Qué viva la clase trabajadora!

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