Apuntes de: La Enfermedad Infantil del “Izquierdismo” En El Comunismo de Lenin

 

Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, uno de los principales dirigentes del hito histórico más alentador e inspirador que pudo conocer la clase obrera durante el siglo XX: La Revolución Rusa de Octubre de 1917.

Hablar de Lenin, es hablar del bolchevismo y viceversa. La enfermedad infantil del “Izquierdismo” en el comunismo es una de las obras más destacadas del bolchevismo a través de Lenin, de ahí su gran importancia teórica y práctica para analizarle en brevedad y explicar las perspectivas actuales sobre dicha tesis y su vigencia en nuestros días.

Para ubicarnos en el tiempo y espacio es necesario saber que Lenin escribe este brillante texto en 1920, tres años después de la revolución rusa, para hacer un énfasis en el desarrollo histórico de dicho acontecimiento, subrayar sus errores para corregirles y preparar a las nuevas generaciones para las futuras luchas.

La importancia de esta obra

Lenin trata de sintetizar “las enfermedades” que el movimiento comunista sufre en su camino hacia la práctica y la agitación que Marx y Engels expusieron, entre ellos, se encuentran: las vacilaciones de la socialdemocracia, las tendencias anarquistas y semianarquistas-pequeñoburguesas de todo tipo posible e imaginable, las tendencias democrático-constitucionales de burgueses liberales que pretenden filantrópicamente atraer a las masas proletarias con programas mediocres de conciliación de clases, los reformistas que creen en la posibilidad de humanizar el capitalismo, entre otros, pero todas representantes a título personal del izquierdismo.

Alan Woods en el prefacio elaborado a la obra nos comenta: “En muchos sentidos, es la mejor obra de Lenin, ya que representa un resumen de toda la experiencia histórica del bolchevismo. Cualquiera que desee estudiar detenidamente estas páginas que, de una manera extraordinariamente clara y concisa, explican el arte de la táctica y la ciencia de la estrategia en la lucha de clases”.

Esta obra de Lenin nos da una perspectiva clara a los marxistas de cómo actuar, por qué, dónde y con quién hacerlo, nos revela el arte de marchar separados y golpear juntos, la ciencia de saber vencer al opresor capitalista y a todas sus manifestaciones, es pues, otra guía para la acción correcta de los marxistas, para la intervención adecuada de estos en el movimiento de la clase trabajadora.

La relevancia mundial del bolchevismo

Para Lenin la importancia internacional de la revolución rusa, reside en que este acontecimiento fue el producto de treinta y cuatro años de arduo trabajo político del partido bolchevique dentro del movimiento obrero y campesino ruso.

Trabajo paciente y consciente que Plejanov y los pioneros del bolchevismo parieron y Lenin y sus allegados continuaron, en el cual tuvieron la oportunidad de luchar ideológicamente con las tendencias arriba señaladas a las que vencieron en la teoría y en la práctica, esa es la importancia del bolchevismo y por eso el odio y las injurias lanzadas hacia ellos de una parte por los ortodoxos de esas tendencia y por otra de la burguesía que jamás les perdonó el saber vencer. Injurias y mentiras que hasta nuestros días existen y se profesan cual fe religiosa.

Vemos casi que a diario a oportunistas, arribistas y todo tipo de lacayos dentro del movimiento obrero, estudiantil, campesino, etc., gentes que en su discurso son “marxistas” pero a la hora decisiva terminan traicionando sus intereses por dinero o puestos burócratas, venden sus ideas y son un obstáculo para el avance positivo de la revolución y en muchos casos se pasan al bando de la reacción para socavar cualquier intento de levantamiento popular.

La disciplina en la lucha

Lenin insiste en la necesidad de la disciplina revolucionaria para que al triunfo de la revolución se consolide la dictadura del proletariado y esta se mantenga con rigurosidad y sea duradera, puesto que, un revolucionario auténticamente marxista debe ser firme, inflexible ante la burguesía, con voluntad única y conciencia de clase bien definida para defender a la revolución y sus logros, como El Estado obrero que los Bolcheviques lograron establecer y mantener.

Por lo tanto, la disciplina es una de las bases fundamentales para la construcción de la organización y el partido revolucionario que será el catalizador de la reacción de las masas y les orientara en la lucha hacia la victoria final de la revolución y la puesta en práctica del socialismo fundado en las bases marxistas.

Todo este proceso es arduo, a veces lento, por ende, necesita de una disciplina férrea para no desmoronarse, ni desmoralizarse, ni vacilar en condiciones de adversidad contra dicho proceso, esta es una de las principales tareas a cumplir de los cuadros del partido marxista, forjarse una disciplina seria y no errante. La disciplina fundada en el espíritu de sacrifico, en la formación política adecuada y la democracia interna nos hará crear los instrumentos de lucha para la clase trabajadora o devolver el rumbo a los ya existentes.

La revolución necesita la disciplina que intrínsecamente yace en el proceso de producción de todos los trabajadores, forjarnos esto no es fácil pero es indispensable. Pues, esta disciplina misma, dentro de la lucha revolucionaria por la construcción del socialismo, sienta las bases de la nueva sociedad dentro de la vieja –el capitalismo-, por eso los marxistas debemos profesar esta disciplina a cabalidad solo así nuestras metas tendrán éxitos duraderos.

La consolidación del Partido Revolucionario

De los errores se aprende, reza el famoso refrán que casi a diario citamos, lo que para Lenin seria “La vida enseña” su refrán ruso más querido. La lucha de clases a lo largo de la historia nos ha enseñado cada vez que llega a su punto álgido a entender la psicología de las masas y a aprender a actuar e intervenir dentro de estas.

El Partido Bolchevique a lo largo de su consolidación y construcción cometió muchos errores junto a Lenin y sus dirigentes, pero el mérito es propio de ellos que como auténticos marxistas supieron como corregirlos a tiempo. En el proceso de la construcción y consolidación del partido lucharon ideológicamente desde dentro de sus pequeños círculos de obreros, estudiantes y campesinos  hasta las Dumas y el Parlamento. El triunfo de la batalla ideológica de parte de los bolcheviques fue el primer paso para ganar la confianza de las masas, batalla que se juega en el terreno teórico y se decide en el práctico, dándoles a los marxistas un éxitos reconocido, implacable y merecido.

Después de haber convencido y captado a las masas es importante saberlas orientar. Los trabajadores rusos de la mano de los Bolcheviques lo logró, estando ya consolidado y fortalecido el partido debe actuar con autoridad, mesura y en favor de la clase oprimida de la sociedad. De error en error se llega a la comprensión. La experiencia es la partera de la revolución victoriosa.

Los Bolcheviques pasaron del triunfo de la batalla ideológica a la correcta orientación de las masas y de esto, a la actuación adecuada en el parlamento para dirigir por fin, la única revolución socialistas en bases auténticamente marxistas que ha conocido la tan dialéctica historia. Este fue un proceso de años, con más errores que aciertos, pues tal es la condición para consolidar dicha hazaña concretamente. Tarea nuestra es el no olvidar nunca este proceso, sino más bien corregir los horrores y errores del estalinismo y devolver la fe en el marxismo a las masas proletarias. Porque la historia nos lo demanda, la clase trabajadora lo anhela con ansias y en nuestros tiempos, hasta el capitalismo mismo envuelto y ahogado en su crisis nos grita: “urge el socialismo”.

Enemigos principales que nos fortalecen

En el seno del movimiento obrero, Lenin reconoce que existen enemigos bien marcados y que son gravemente peligrosos dentro de este, lo enferman y pueden ser tan crónicos con posibilidades de llevarle a su muerte o suicidio. Los principales para el autor – en este apartado-  y para nosotros por su vigencia actual son: el anarquismo, el sochialchovinismo, sectarismo y el oportunismo, que mina cada cual por su lado al movimiento y lo llevan a un callejón muchas veces sin salida.

Los anarquistas según Lenin son productos de la desesperación furiosa de un grupo que se considera héroe del pueblo y genera terror individual por medio de sus acciones directas. Los socialchovinistas son aquellos que defienden la libertad de la patria y cierran sus deseos e intereses al terreno nacional, llevando a su extremo, en aquel entonces a pesar de sus ideas “progresistas” votaron apoyando a sus burguesías nacionales en favor de los créditos imperialistas de guerra que produjeron la primera guerra mundial entre 1914 y 1918.

Los oportunistas, aquellos arribistas que desean y anhelan con toda su gracia ser dirigentes revolucionarios pero se limitan al alcance de un puesto público bien remunerado y no a la puesta en práctica del socialismo. De este tipo existen muchos hoy en día en nuestra Asamblea Legislativa, varios de ellos, lamentablemente en las filas de nuestro partido el FMLN, esto debido a la falta de democracia interna y su timidez de proponer y llevar a cabo medidas socialistas.

Lo que no mata, engorda, dice un refrán bien sabido en El Salvador. Aquí lo sustancial es saber que lo que no mata al movimiento además de engordarlo, lo fortalece, por eso todas estas tendencias aunque han sido dañinas y muy nocivas para el movimiento de los trabajadores, que lo llevaron a su ruina en repetidas ocasiones, no lo asesinaron, mucho menos a los bolcheviques sino que los fortalecieron aún más y en nuestros tiempos sacamos conclusiones más certeras fundadas en estas experiencias de nuestros antepasados revolucionarios.

Los izquierdistas

Aquí radica la idea central de Lenin en la obra, respondiéndoles a los “socialtriadores” de la II internacional por su crítica cuando los Bolcheviques firmaron el tratado de Brest, puesto que decían era una mala táctica revolucionaria, mas no sabían que solo era para ganar más tiempo para la defensa de la revolución y un paso adelante para acabar con la guerra burguesa, para luego, preparar la guerra contra la burguesía, pero estos señores de izquierda no comprendían a fondo esto pero como era de esperar en la práctica se vieron superados sus argumentos inútiles.

Otro error de los izquierdistas, que defiende a capa y espada, es su desesperación y su “falta de alternativa” producto de vacíos teóricos que produce el deseo de derrocar al sistema de un plumazo y pasar de la noche a la mañana a vivir en una sociedad sin clases. No se dan cuenta estos señores que la vida misma es un proceso que evoluciona según las condiciones materiales, por tanto, esto no solo es imposible sino que hasta absurdo plantearlo en los inicios de la revolución proletaria y durante el scoailismo, pareciera broma pero aún existen grupos cuyos miembros aun lo plantean y que además están dispuestos hasta morir en el intento de poner en práctica tal planteamiento.

Su confusión les lleva a no comprender lo que Lenin enfatiza acá, el hecho de: saber conllevar el trabajo ilegal con el legal. En esto se encuentra la raíz del trabajo político el saber combinar acciones legales con acciones clandestinas en un determinado momento de represión es la clave para el éxito de la propaganda y la agitación. Si sabemos llevar a cabo este trabajo nuestras tácticas tendrán éxitos en el terreno práctico y no decaeremos ante las circunstancias adversas.

La cuestión sindical

Los izquierdistas alemanes sobre todo de la época de Lenin planteaban el desprecio a participar en los sindicatos reaccionarios o patronales, frente a esto Lenin se ve en la necesidad de plantear que debemos, sin demoras, participar en dichos sindicatos como auténticos revolucionario, pues, nuestro deber es entrar en estos órganos de masas para plantear nuestras ideas, comenzar a cooptar a la mayoría y entonces cambiarle el rumbo a dichas organizaciones convirtiéndolas en verdaderos instrumentos de las masas proletarias, tal cuestión la plantea después mucho mejor Trotsky en su táctica del entrismo, y la comprueba Ted Grant y los suyos en Gran Bretaña.

¿Por qué participar en estos sindicatos cuando su dirección está demasiado desviada? Preguntaran muchos izquierdistas y plantearan: es mejor crear un nuevo instrumento de masas nosotros. Sus intentos casi siempre terminan en el fracaso o convirtiéndose en sectas de las más confundidas y reaccionarias.

Precisamente a los marxistas no nos interesa la cúpula partidaria en el caso de un partido político o la dirección sindical en caso de los sindicatos, a los marxistas nos interesa en primera instancia las bases de estas organizaciones de masas, ya que estas son las que tienen el verdadero poder dentro de ellas, estas son a las que debemos cooptar, educar y preparar para girar el rumbo de los instrumentos de lucha de la clase trabajadora, y así foguearles para la toma del poder. Porque en último término la revolución la hacen las grandes masas nunca la pequeña cúpula de intelectualoides, ni un reducido grupo de terroristas, sin embargo existen cuadros que en último término son los catalizadores de la reacción de las masas, tales deben ser como en el octubre ruso auténticamente marxistas.

Desde aquí adentro también es necesario, hacer evolucionar la lucha económica de estas organizaciones por reivindicaciones salariales, mejoras en las condiciones laborales, etc., a una lucha política que plantee el derrocamiento del capitalismo y la transformación socialista de la sociedad.

El parlamento

Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquier otra institución reaccionaria, estáis obligado a actuar en el seno de dichas instituciones precisamente porque hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero y por la vida en los rincones más perdidos del campo. De lo contrario corréis el riesgo de convertiros en simple charlatanes1, comenta Lenin en esta obra respondiéndoles a los “izquierdistas” que planteaban que no se debía participar del parlamento burgués porque era una institución reaccionaria y lame botas del régimen capitalista, de hecho lo es, pero Lenin explica que dicho parlamento mientras no haya fuerzas para destruirle se debe utilizar como tribuna de agitación para las masas que aún confían en estos aparatos estatales, desde aquí el trabajo político legal nos comenzara a dar frutos, claro está, solo es una tribuna de agitación, porque las masas están afuera, el deber de los marxistas en el parlamento burgués es agitar hacia la palestra política para la revolución, no acomodarse y olvidarse del cómo y el para qué estamos ahí, esta tarea ya la cumplen muy bien los oportunistas y arribistas en todo el mundo.

Pues se esboza que lo que estos señores, y muchas veces nosotros, consideramos como caduco, para las masas aun no lo es, estas pondrán a prueba una y otra vez cada método y cada aparato estatal que consideren viable para un cambio sustancial en la sociedad, por lo tanto, debemos intervenir en ellos, para que desde adentro comencemos a crear las condiciones para su futura disolución.

La cuestión principal es que a medida nuestro trabajo legal aquí dentro vaya avanzando de la mano con el ilegal afuera, se pueda plantear la disolución del parlamento burgués y su sustitución por los soviets o consejos obreros, para en última instancia agitar y luchar por la consigna idónea y necesaria de: todo el poder a los soviets para la construcción del socialismo y su éxito, mientras la sociedad avanza hacia el comunismo.

Los compromisos

Los oportunistas y traidores de la revolución, generan compromisos nefastos normalmente con la burguesía y sus allegados, en una política de conciliación de clases tienden a venderse al mejor postor junto con los intereses de los que dicen representar –de la clase trabajadora- y crean pactos de apaciguamiento, convenios mezquinos que han sacrificado al movimiento en repetidas ocasiones y lo han llevado hacia la ruina. El marxismo o comunismo verdadero ha sostenido, a lo largo de su historia, una lucha tenaz e intransigente contra estos “izquierdistas”.

Los marxistas junto a Lenin en aquel entonces supieron incluso firmar tratados con la burguesía liberal, sin declararse abiertamente enemigos suyos, puesto que estos estaban más armados que ellos, pero estos tratados no eran más que para ganar tiempo y prepararse para la lucha contra dicha burguesía, todos terminaron disolviéndose tiempo después, cuando ya era el momento de declararse enemigos suyos. El compromiso de ser necesario realizarlo con la burguesía solo debe ser un proceso efímero que nos garantice tiempo, para cambiar la estrategia y la táctica para la futuras batallas. De no ser así y que este dure mucho tiempo, no será más que otra vil traición a los intereses de la clase productora de esta sociedad.

Tras esto Lenin insiste también en explicar la necesidad de elaborar una unidad política junto con otros partidos, sin embargo, debemos tener en cuenta que dicha alianza es transitoria, es decir, cuando es necesario en determinadas circunstancias, se puede pactar temporalmente con estas organizaciones con el fin de obligar a los primeros a vencer a los segundos, por ejemplo, unirse con la pequeña burguesía para acabar a los grandes capitalistas, manteniendo siempre nuestra libertad de propaganda, agitación y acción política, luego de esto deshacernos de esa alianza y luchar contra ellos, aquí si es importante poner en práctica el “divide y vencerás”, pero a medida dividimos a nuestros enemigos de clase, paralelamente debemos unir a nuestra clase. Ahí radica el objetivo final de la táctica del frente único, aquí es donde profesamos con fe recalcitrante: marchar separados y golpear juntos contra el enemigo común. Sin embargo insistimos que nunca se debe pactar con la burguesía, pues, es esta el enemigo común. 

Otra alianza indispensable para la revolución socialista para Lenin y nosotros los marxistas es formar la alianza obrero campesina pues sabemos que por su condición de clase el campesinado no puede ser la vanguardia revolucionaria, y a lo largo de la historia no ha hecho más que seguir a la burguesía o al proletariado, el deber nuestro es que siga al proletariado, pues, el campesino pobre es en esencia un obrero agrícola pero sus reivindicaciones van más allá que un pedazo de tierra propia, sus necesidades piden a gritos la colectivización de la tierra y de la riqueza de ella producida, por tanto, esta alianza es el único compromiso que el proletariado debe pactar con el campesinado, y es una base fundamental para el triunfo de la revolución socialista.

Es necesario dar énfasis también al compromiso que el revolucionario como parte de la clase trabajadora adopta y profesa, tal compromiso con la causa de los oprimidos que es su causa radica en su conciencia de clase, está la toma conforme a sus condiciones de vida. La independencia política de una organización marxista no significa aislamiento de la clase trabajadora, sino más bien compromiso con esta, tal compromiso no es concebido por los izquierdistas y despreciado por los oportunistas.

Para la revolución proletaria victoriosa, explica Lenin, es necesario que existan condiciones necesarias, estas residen en dos cosas fundamentales: que la mayoría de obreros comprenda la necesidad de la revolución y estén dispuestos a morir por ella; y que exista una crisis gubernamental dentro de la clase dominante que prepare su derrocamiento más rápidamente. Aquí se encuentra y se demuestra el verdadero compromiso de los revolucionarios con la clase trabajadora y de la clase trabajadora misma, para salvarse a sí sola y posicionarse en el poder.

Sin doctrinarismo

¡No atribuyas a las masas vuestro propio doctrinarismo!2, les contesta Lenin a los sectarios “izquierdistas” de Inglaterra, que exponían la imposibilidad de la revolución a través de las organizaciones de masas por su desviación en la dirección. Expresando así que su teoría revolucionaria es una doctrina que profesan muy ortodoxamente y que ante cualquier crítica constructiva sacan sus garras y dientes, pues, en su mundo ellos son los héroes del pueblo, el pequeño grupo selecto de revolucionarios que salvaran a la humanidad, tanta incomprensión teórica les llevo y les sigue llevando cada vez más al abismo de derrotas y más ortodoxia que solo les hace ver como los “infantiles ultraizquierdistas” del movimiento de la clase trabajadora.

El auténtico marxismo en cambio, es como Lenin expresa: una guía para la acción, sus bases científicas nos dan, no una receta, sino una guía general que aplicada a las particularidades de cada lugar es capaz de catalizar el movimiento hacia una revolución socialista victoriosa, que es el único método con un programa adecuado para enterrar transitoriamente las clases sociales.

Algunas Conclusiones

Podemos concluir:

  1. Que la importancia internacional de la revolución rusa, está dada por muchos años de arduo trabajo político del partido bolchevique dentro del movimiento obrero y campesino ruso y que por tanto: la experiencia es la partera de la revolución victoriosa.
  2. Que La disciplina fundada en el espíritu de sacrifico, en la formación política adecuada y la democracia interna no hará crear los instrumentos de lucha para la clase trabajadora o devolver el rumbo a los ya existentes.
  3. Que todas las tendencias del infantilismo político e izquierdismo, aunque han sido dañinas y muy nocivas para el movimiento de los trabajadores, no lo asesinaron, sino más bien lo fortalecieron y lo seguirán haciendo.
  4. Que saber conllevar el trabajo ilegal con el legal diferencia a un marxista de un izquierdista y que este es la base fundamental para una intervención correcta dentro del movimiento obrero y campesino, por ende, este nos proporcionará la oportunidad de ser la vanguardia de la lucha.
  5. Que a los marxistas nos interesa en primera instancia las bases de las organizaciones de masas, no su dirección, en ellas reside el poder, a estas son a las que debemos cooptar, educar y preparar para girar el rumbo de los instrumentos de lucha de la clase trabajadora, y así foguearles para la toma del poder.
  6. Que a medida nuestro trabajo legal dentro del parlamento de fructíferos resultados de la  mano con el ilegal afuera, se puede plantear la disolución del parlamento burgués y su sustitución por los soviets o consejos obreros, para en última instancia luchar por todo el poder a los soviets.
  7. Que marchar separados y golpear juntos contra el enemigo común es necesario para estar en la vanguardia del proceso revolucionario. Donde la alianza obrero campesina es indispensable para su triunfo.
  8. Que la independencia política de una organización marxista no significa aislamiento de la clase trabajadora, sino su involucramiento directo en esta. Por último, que: el auténtico marxismo no es una doctrina es una guía general para la acción con aplicabilidad según particularidades específicas de los países del mundo.
  9. Alemania, Italia, Holanda y demás países que fracasaron en sus métodos y programas revolucionarios y socialistas, a principios del siglo XX, debido a sus vacíos teóricos que les condujeron a errores irremediables en la práctica, a escisiones tras escisiones, a su conversión al sectarismo nocivo y a su desacreditación con las masas, le dieron la razón a Lenin. Hoy en día, fracaso tras fracaso, en todo el mundo, de la mano de los izquierdistas y ultraizquierdistas sigue dándole una vigencia admirable a estos planteamientos de Lenin en uno de sus mejores textos.

El socialismo o es científico o no es nada, por ende, el comunismo o es planteado desde la teoría marxista o no es más que un planteamiento “infantil” carente de sentido y argumento. El capitalismo es un sistema de carácter mundial, por ende, el mismo carácter comprende la revolución y el socialismo o son mundiales o no son más que acontecimientos e intentos pasajeros.

 



[1] La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo. V.I.U Lenin, Centro de Estudios Socialistas Carlos Marx, México, 2014, pág. 85.

[2] Ibídem, pág. 123.

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