Amplio dominio de la derecha en la Asamblea, retos y desafíos del movimiento revolucionario

Un nuevo periodo legislativo con un abrumador dominio de la derecha se avecina, serán tres años donde no solo el partido más representativo de los capitalistas -Arena- si no otros partidos de derecha que eran cascarones vacíos desde hace mucho, formarán parte de un bloque bastante numeroso contra la izquierda reformista que, dada la forma de actuar de los últimos años, al parecer, buscará alianzas “estratégicas” con partidos de derecha considerados como moderados, para evitar así el aislamiento total de lo que significó el partido de los trabajadores.

La conformación de la Asamblea luego de las elecciones del 4M, arrojó resultados que si bien es cierto se esperaban, quizá nadie se imaginó la magnitud con la que retornó la derecha, no por mérito propio sino por la debilidad y decadencia del FMLN. Así las cosas, ARENA contará con 37 diputados; FMLN 23; GANA 11; PCN 8; PDC 3; CD 1 y un diputado no partidario que no representará los intereses de nadie excepto los de sí mismo. Si contamos los diputados de los otros partidos aparte de ARENA, tendremos que ese mismo bloque iguala al FMLN con 23 diputados, por lo que la mayoría simple (43 votos) para hacer reformas y aprobar leyes, y la calificada (56 votos) que se necesita para cuestiones de mayor envergadura como elegir a funcionarios, tal es el caso del Fiscal General de la República, reformar la Constitución o para aprobar préstamos y deuda pública, serán fácilmente alcanzados por la derecha para hacer propuestas evidentemente anti populares y se jactarán incluso de  prescindir del FMLN.

¿Cómo es que se llegó a esta situación adversa nuevamente? Ya hemos explicado en artículos anteriores cómo muchos trabajadores no acudieron al llamado de una nueva elección en apoyo al FMLN por motivos específicos, el haber convertido el partido en una maquinaria electoral y no un partido revolucionario lo entendió parte de la masa proletaria. Las erradas decisiones en materia económica, Nayib Bukele, el programa reformista, la arrogancia y nepotismo de los funcionarios y líderes del partido, entre otras cosas no menos importantes, socavaron el ánimo la clase trabajadora que una y otra vez había salido a defender al partido muy a pesar de los candidatos y camarillas autoproclamadas de dirigentes que se impusieron a sus propias bases.

También incidió la campaña del voto nulo y el ausentismo, una campaña que se impulsó en primer momento por medio de Bukele y una gran cantidad de sectas ultraizquierdistas al margen del movimiento de masas, que desde hace ratos proclaman la “traición” del actual FMLN, y concluyen que ningún partido representaba los intereses de la clase trabajadora. La evidente traición a los ideales revolucionarios de un partido puede medirse desde el momento en que se promueve un programa de corte reformista en lugar de uno de transición al socialismo, como debía haber sido en el caso del partido Farabundista. Como hemos mencionado siempre la traición es inherente al reformismo. No esperábamos una cosa distinta, pero sí hicimos los llamados a la aplicación de políticas diferentes y que se profundizaran las que estaban ya funcionando a favor del pueblo, lo que equivalía a la larga a tocar los intereses de la gran burguesía nacional, cuestión que no quiso enfrentar la dirigencia efemelenista.

Los que hacen este tipo de llamados no comprenden que, bajo el dominio de los lacayos del capital, la Asamblea Legislativa querrá ajustar cuentas contra las masas y que sus políticas nocivas no serán disimuladas,  que el boicot de las elecciones o del parlamento, así como el alejamiento del parlamento, son más que todo admisibles en presencia de condiciones que permitan la transición inmediata a la aniquilación de la democracia burguesa en favor de la democracia obrera, lo que equivale a la lucha revolucionaria por la conquista del poder.

Esta tendencia de que todo parece igual y que el FMLN ha llegado al nivel de ARENA, no ayuda en lo mínimo a comprender la dimensión del problema que se avecina. Desde nuestras trincheras mencionamos que un retorno o dominio completo de la derecha a la Asamblea sería más desastroso para las masas proletarias que la misma política actual de los dirigentes del Frente. Y que a pesar de todo lo robado por ARENA, esta tenía aún una base sólida de seguidores, sobre todo trabajadores domesticados por años bajo la escuela del esfuerzo individual, y el ficticio progreso que otorga el trabajo duro y horas extras en las empresas de sus patronos.  En ese sentido consideramos que era necesario apoyar de forma crítica a los diputados del FMLN, y evitar un control de la derecha de ese aparato del Estado. Los consideramos como el “mal menor”.

Por mencionar un paralelismo, en un pentagrama podemos colocar diferentes notas musicales, si nos preguntamos cuál de las notas es la mejor, si do, re o sol, no tiene sentido. Sin embargo, un músico debe saber cuándo y qué tecla golpear. Si ponemos en una balanza quién es el mal menor, si ARENA o el FMLN a lo mejor tampoco tenga sentido. Pero debemos saber cuál de estas teclas hay que golpear. Trotsky decía: “Para los que no lo comprendan, tomemos un ejemplo más. Si uno de mis enemigos me envenena cada día con pequeñas dosis de veneno, y otro quiere darme un tiro por detrás, yo arrancaré primero el revolver de las manos del segundo, lo que me dará la posibilidad de terminar con el primero. Pero esto no significa que el veneno sea un “mal menor” en comparación con el revólver”. Por tanto, era necesario evitar el dominio total de la decrépita derecha en el parlamento y luego arreglar cuentas con los reformistas.

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